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Fortuny Madrazo, ese olvidado genio de la moda adorado por Proust

EFE

Mariano Fortuny y Madrazo, hijo del gran Fortuny, fue un artista polifacético y cosmopolita que permaneció en el olvido, hasta ahora, cuando su genio como diseñador brilla en una una exposición en el Museo del Traje donde queda claro porqué fue el adorado por Proust y las grandes celebridades de la Belle Èpoque.

Bajo el título "Inspiraciones", se ofrece al público un total de 130 piezas, que combinan algunas de sus facetas: pintor, grabador, fotógrafo, retratista, diseñador textil y de moda. Dejando para otra ocasión la de iluminador o la de escenógrafo.

"La genialidad puede provenir de la genética y, Madrazo genes tenía. También puede tener su origen en las circunstancias, y en él se sumaban, pues vivió entre la exquisitez desde niño, rodeado de belleza. Lo tenía todo para ser un genio", cuenta a Efe el comisario de la muestra, Eloy Martínez de la Pera.

Fortuny y Madrazo vivió a caballo entre dos siglos -nació en Granada en 1871 y murió en Venecia en 1949-. Hijo de Mariano Fortuny y Cecilia Madrazo se instaló en Venecia en 1888 y, tras unos años dedicado a la pintura simbolista, de temática wagneriana, pronto se convirtió en un artista ecléctico y multidisciplinar.

De las 130 obras que componen la muestra, 88 son vestimentas. "Él estudió todo sobre los tejidos antiguos, procedentes de las distintas culturas y estéticas. Tenía un exhaustivo conocimiento de todas las técnicas posibles y se inspiró en el pasado para ser tremendamente moderno", añade Eloy Martínez.

Para luego añadir cómo el hecho de haber vivido en los dulces años de la Belle Époque ayudó a Fortuny y Madrazo el haber tomado como referente a los pintores de fin de siglo, quienes se inspiraron en la tradición clásica y recrearon esos vestidos que luego él transformó en telas.

A lo que se sumó la libre moral imperante en esos años, "donde esos vestidos encajan a la perfección con un tipo de mujer de pensamiento libre. Además, la vitalidad de esos años se refleja en los vivos colores de sus telas", apunta Martínez.

Si bien todos los grandes de la moda de ayer y hoy, Givenchy, Oscar de la Renta o Lagerfeld se han inspirado en Madrazo, no se puede decir que éste haya sido una estrella de la moda, al contrario, se mantuvo siempre al margen, por considerarse un "pintor" que utilizaba los diseños como una forma de dar "volumen" y luz" a sus cuadros.

Sin embargo, esto no le impidió ser el más citado por escritores e intelectuales del momento, como Marcel Proust, quien utiliza repetidamente el nombre de Fortuny al hablar del vestuario de las protagonistas de "En busca del tiempo perdido".

¿Por qué era tan influyente?, se pregunta Eloy Martínez. "Por su enorme personalidad", responde, y cita como ejemplo que "Proust encontraba en la vestimenta de Fortuny el cómplice perfecto para recrear el aura que quería dar a sus personajes femeninos".

La muestra, que ha costado quince meses de trabajo intensivo, por reunir colecciones diversas y piezas antes no vistas en público, algunas necesitadas de restauración, estará abierta hasta el próximo 27 de junio.

A la hora de elegir una aportación esencial de Fortuny al diseño Eloy Martínez elige el "Delphos". Es, explica, "la obra de arte que ha trascendido al vestido. Cuatro piezas de seda de un plisado especial unidas por un cordoncillo de piedras o cristales de Murano que dotan a la mujer de una enorme libertad y, a la vez, de una belleza clásica".

El secreto del "Delphos" se lo llevó el artista a la tumba: "Detrás de su sencillez se esconde un gran misterio. Nadie logró hacer ese plisado tan espectacular, ni darle esa consistencia, pues el vestido se guardaba en una caja de 30 centímetros de diámetro, enrollado sobre sí mismo envuelto en papel de seda", explica el comisaria de la muestra.

Entre las clientas de Fortuny se cuentan artistas como Isadora Duncan o Eleonora Duse y mecenas como Peggy Guggenheim o millonarias míticas como Barbara Hutton.

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