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Ferrer acerca la cuarta

Épica remontada del alicantino ante Stepanek, el número uno checo, en 4 horas y 17 minutos

NOELIA ROMÁN

Un partido feo pero resolutivo y una maratoniana exhibición de pugna y de buen juego colocaron ayer al equipo español de Copa Davis a un paso de su cuarta Ensaladera, la misma que puede levantar hoy si Feliciano y Verdasco se aplican como la misma eficacia que ayer mostraron Rafa Nadal y David Ferrer en la conquista de los dos primeros puntos de una final que, cuando menos, ya ha dejado para el recuerdo la titánica e interminable lucha que protagonizaron Stepanek y el número dos español, un encuentro memorable y caliente cargado de buenos presagios, tras la fría exhibición de Nadal.

Rafa gestionó su partido con la sobriedad de quien sabe que su víctima acabará cayendo por agotamiento, incapaz de seguir el ritmo progresivamente endiablado, la dureza de los golpes, la presión psicológica de encontrarse ante una oportunidad única en todos los sentidos.

A Berdych, que nunca antes había logrado doblegar al tenista balear, se le cayó el brazo en el momento más inoportuno, cuando Nadal, preso de la tensión inicial y de ciertas dudas en su irregular juego, se buscaba a sí mismo, al jugador que acostumbra a dominar los encuentros con mano de hierro, sin dar opción al titubeo. Se había pasado diez juegos sin encontrarse, a merced del tenista checo que, decidido a aprovechar la oportunidad que creía tener, había dejado sin efecto la rotura inicial de Nadal, exprimiendo su efectivo primer servicio –superaba los 200 km/h con suma comodidad–, acorralándolo paulatinamente hasta situarlo contra las cuerdas (4-5).

Una pelota dudosa cayó entonces del lado de Nadal, que se la reclamó al juez, y la bestia que esconde el cuerpo del mallorquín se despertó con inusitada fiereza. La consecución del punto y de su quinto juego, el aliento del público, hasta entonces silenciado por la algarabía checa, tuvieron un efecto demoledor: Nadal encadenó 13 juegos consecutivos (del 4-5 del primer set hasta el 4-0 del tercero, tras cerrar con un rotundo 6-0 el segundo) como quien se zampa 13 flanes en un concurso friki. Los reveses fallidos, las derechas sin contundencia, la contumaz búsqueda del mejor golpe de Berdych pasaron a la historia y comenzó otro partido. “¿Tantos juegos seguidos? No recuerdo haber hecho nunca nada así”, dijo después el mallorquín, cuando lo que desmenuzaba era ya su contundente victoria sobre el checo. “He comenzado un poco nervioso, pero después he conseguido calmarme, me he soltado y he cometido muy pocos errores”, explicó Nadal.

El número dos mundial recordó entonces al que ostentó implacablemente el número uno y sus buenos golpes le permitieron cerrar en poco más de media hora –el primer set se dirimió en 68 minutos– el sonrojante 6-0 del segundo set, antes de encaminarse a un tercero que discurrió por los mismos derroteros (6-2).

Berdych, que había perdido hasta la eficacia de su servicio, estaba agotado y hundido. “Después del 5-5, he tenido dudas y he servido peor. Ése ha sido mi problema”, admitió el número dos checo.

Pero las buenas sensaciones que Nadal dejó sobre la tierra tras saludar a todo el equipo y pegar un brinco con el puño al aire y enseñando todos los dientes se diluyeron en la media hora que Ferrer tardó en ponerse en acción ante Stepanek. Emulando a Nadal, el primer espada checo exhibió todo su fino repertorio técnico para pasar como un huracán por encima de Ferrer en los dos primeros sets.

Tal vez excesivamente relajado tras la conquista de Nadal –“espero que este punto dé calma a Ferrer”, había dicho el balear, cuando Ferrer ya sufría el acoso de Stepanek en la pista–, el tenista valenciano empezó a cuestionar la superioridad del número uno checo en el tercer set, cuando su derecha encadenó unos cuantos golpes memorables como respuesta al incansable aliento de la afición (3-1), y el físico del rival flaqueó en su resistencia. La suerte del partido y el derrotero de la eliminatoria se decidían ahí y los tenistas se exprimieron con tanto empeño que la batalla adquirió un tono épico. Ferrer advirtió el cansancio de Stepanek, se soliviantó y, con un tenis más que aceptable, llevó el partido hasta el quinto set. El público, enloquecido e incansable, también contribuyó lo suyo.

Tras más de cuatro horas de lucha y un primer juego que duró 14 minutos, Ferrer logró una remontada sublime, sumó el segundo punto de la eliminatoria y dejó en manos de Verdasco y Feliciano la posibilidad de acortar la vida de la final y conquistar, esta tarde, la cuarta Ensaladera con un rotundo 3-0. Si no, mañana más.

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