La británica Sarah Wykes hasta enero, activista de Global Witness y ahora de la Fundación Heinrich Böll conoce bien la falta de transparencia en la gestión de la riqueza que generan los recursos naturales de los países africanos. Denunciar la injusticia le supuso en 2007 pasar varios días en una cárcel angoleña, en un caso que aunque finalmente se le permitió salir del país continúa abierto. Esta semana participó en la Universidad Internacional Menéndez Pelayo en el curso La lucha contra la pobreza en un mundo globalizado. Aunque se muestra pesimista respecto a la situación actual en muchos países africanos, confía en queHillary Clinton exija a las empresas estadounidense cumplir con su papel en la lucha contra la corrupción.
Angola es un país muy rico en petróleo. ¿Hasta qué punto se beneficiasu población de ello?
Angola depende del petróleo, tiene miles de millones de dólares anuales de ingresos pero la mayor parte de la población vive en la miseria. Existe esa discrepancia que no se puede comprender. Pero, tras las últimas elecciones, el partido gobernanteNPLA tiene todavía más poder y no hay intención de cambiarlo.
¿Qué cree que supondrá la visita de la secretaria de Estado de EEUU, Hillary Clinton?
Espero que su mensaje sea que hay que promover los derechos humanos y la transparencia, para que el petróleo que estamos consumiendo nosotros no sea una maldición para el pueblo. Hay que acabar con la denominada maldición de los recursos, que dice que existen 50 países en los que los recursos naturales son una parte significativa de la economía pero que, sin embargo, muestran una tendencia a no desarrollarse y son más propensos a conflictos y a corrupción.
¿Hasta qué punto están las empresas petroleras interesadas en la transparencia?
Está claro que se han beneficiado de la opacidad, pero puede que las cosas estén cambiando, como con la Iniciativa por la Transparencia de la Industrias Extractivas (EITI), que pretende que sean las propias compañías las que hagan público lo que pagan a los Gobiernos para que a estos les sea más difícil ocultarlo. Es importante que haya datos para que la sociedad civil pueda involucrarse.
¿Cree que las empresas chinas son más peligrosas?
No hay que demonizar a las compañías según su nacionalidad. Es cierto que ha habido casos terribles con compañías chinas, como el denunciado en Gabón por el presidente de la ONG Brainforest, Marc Ona, pero eso son los casos negativos. Pero no sólo es problema de China, los Gobiernos han de proteger los intereses de su pueblo.
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