Mandalay (Birmania) 5 nov (EFE).- Los generales que desde hace más de medio siglo controlan Birmania se vuelcan, a dos días de los comicios, en apoyar a los dos partidos políticos vinculados a la Junta Militar para conservar sus puestos de mando.
Las elecciones del domingo próximo, que el régimen califica como un hito democrático, son una pugna entre el Partido para la Solidaridad y Desarrollo de la Unión, creado con la estructura de un temido grupo paramilitar gubernamental, y el Partido de Unidad Nacional, de los incondicionales de Ne Win, el dictador que murió años atrás.
"En vez de unas elecciones, estamos viendo una carrera de dos carrozas con generales de un bando y otro", indica a Efe Tun, estudiante de medicina de la Universidad de Mandalay y quien por seguridad prefirió no dar su nombre completo.
El rol de los generales, que además de mandar sobre el Ejército, conocido por "Tatmadaw", rigen absolutamente todas las instituciones y la mayor parte de las grandes empresas del país, todavía es más evidente estos días que anteceden a la votación.
Escoltado por una decena de vehículos militares y dos camiones cargados de soldados bien armados, y entre ellos varios con fusil de precisión, el jefe militar de la región de Mandalay llega al nuevo centro comercial Diamond, que se construye en el centro de la ciudad.
A escasos metros de distancia del lugar, un mensaje escrito sobre un gran cartel de color rojo detalla qué está haciendo el general.
"Tatmadaw vela por el bienestar del pueblo y trabaja en pos del progreso de la Nación", reza el cartel colocado a espaldas de un grupo de curiosos que sin hacer un solo comentario observan el despliegue en honor de la máxima autoridad de la región.
Desde el interior del coche oficial y cuando este enfila la calle principal, el general abre la ventanilla hasta la mitad para saludar con una mano a los viandantes, que no hacen ningún caso al gesto.
Con cerca de 500.000 efectivos, el Ejército birmano es uno de los mayores del sudeste de Asia y también de los mejor adiestrados tras décadas de lucha contra las guerrillas étnicas.
Pero mientras que los soldados están mal pagados -perciben unos 20 dólares al mes- y en las filas surgen a veces quejas acerca de las pobres raciones de comida que reciben, los generales hacen fortunas en gran parte gracias a la corrupción, comentan los birmanos de a pie.
Cerca de dos millares de oficiales del Ejército, incluidos varios centenares de generales y una decena de actuales ministros con mayor rango militar, renunciaron hace unos meses a sus uniformes para ser candidatos o liderar los dos partidos financiados por el Gobierno y que eclipsan a las otras 35 formaciones que se presentan a las elecciones.
Esa "fiebre" partidista que afecta a los generales, señalan vecinos de Mandalay, está provocada por el afán de mantenerse en el poder, proteger sus intereses económicos y eludir la regulación que hará obligatoria la jubilación de aquellos altos mandos que cumplan los 60 años.
Quien no tiene previsto jubilarse es el jefe supremo de la Junta Militar, el general Thn Shwe, de 77 años y un experto en la guerra psicológica, que desde el principio ha planteado estos comicios como una estrategia militar en vez de un proceso electoral.
"Todo va a seguir como hasta ahora. No hay la menor posibilidad de que un gobierno civil vaya a mandar al Ejército o tener el poder real", opina Soe, de 74 años y ex profesor de literatura birmana.
Las elecciones, último paso de lo que la Junta Militar llama la "Hoja de ruta hacia la democracia", se celebran sin la participación de la Liga Nacional por la Democracia, de la nobel de la paz Aung San Suu Kyi, quien cumple los últimos días de la pena de 18 meses de arresto, que en teoría expira seis días después de la votación.
Suu Kyi y su formación, disuelta por la normativa electoral, boicotean los comicios al considerar que con éstos los militares se perpetuarán en el poder que retienen desde 1962.
Miguel F Rovira
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