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La disidente cubana Hilda Molina llega a Buenos Aires

Hacía 15 años que el régimen castrista le negaba el permiso para salir de la isla

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La neurocirujana y disidente cubana Hilda Molina de cuyo cerebro el régimen castrista decía que era 'patrimonio del país' cumplió ayer el sueño de poder visitar a su familia en Argentina, un deseo que Cuba le había negado durante 15 años.

Tras tres lustros viendo cómo se le impedía salir de la isla, Molina llegó a Buenos Aires y conoció por fin a sus dos nietos, de 13 y 8 años, respectivamente.

'Yo nací hoy', dijo la neurocirujana a la prensa a las puertas de la casa de su hijo, Roberto Quiñones, minutos antes de dirigirse a un hospital de la capital argentina, donde está ingresada gravemente enferma su madre, de 90 años.

El empeoramiento del estado de salud de su madre, que obtuvo permiso para salir de Cuba en 2008, parece haber sido clave en el cambio de actitud del Gobierno cubano.

La doctora Molina ocupó altos cargos en el régimen cubano hasta 1994, cuando presentó su renuncia al frente del Centro de Restauración Neurológica, que ella misma había fundado, en protesta por la gestión sanitaria por parte de las autoridades cubanas. Abandonó también el Partido Comunista de Cuba.

Ese mismo año, su hijo Roberto, también neurocirujano, abandonó la isla para instalarse definitivamente en Buenos Aires.

A pesar de que este permiso para viajar a Argentina le ha costado 15 años, la doctora Molina aseguró ayer que quiere regresar a su patria una vez que expire el permiso de estancia en Argentina de tres meses, prorrogable hasta 11.

El caso Molina ha provocado serias tensiones entre Cuba y Argentina, cuyo Gobierno lleva años intercediendo por la neurocirujana. Unas gestiones en las que se ha implicado directamente la presidenta Cristina Fernández y que al final han dado fruto.

 

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