Urzsula Antoniak, directora de cine polaca formada en Holanda, bromea al reflexionar sobre los límites que la discriminación sexual pudo ponerle al inicio de su carrera. 'Cuando era joven, y rubia, sabía cómo abrirme camino haciéndome la tonta', cuenta. Pero no ha sido esa su receta para progresar en la industria, desde luego. Ni tampoco el victimismo. 'Creo que en este negocio necesitas cojones. ¿Está bien esa palabra en español? Y eso vale para los hombres y para las mujeres'.
Antoniak y otras ocho cineastas protagonizan, sin darle demasiada importancia, un pequeño gran hito en la industria del cine. El Festival Europeo de Sevilla, que empieza mañana, invierte la pauta dominante con una sección oficial con mayoría de mujeres en la dirección: 9 de 15.
Las cineastas evitan el victimismo y reivindican su autoridad en el set
El caso de Sevilla es una rareza al lado de los grandes festivales europeos, que amplifican la ya de por sí acentuada tendencia del gremio a relegar a las directoras a un segundo plano desenfocado.
De las 59 cintas de la sección oficial de Berlín en los últimos tres años, sólo cinco han sido dirigidas por mujeres. En Cannes han sido 8 de 65; en Venecia, 4 de 66. En España, tomando la referencia de San Sebastián y Málaga, el porcentaje es similar. Y si se pone el foco en las ganadoras de los premios mayores las cifras son aún más desalentadoras: una sola Palma de Oro a Jane Campion en 1993, un León de Oro para Mira Nair en 2001 y dos Conchas de Oro, para Diane Kurys en 1983 y Yesim Ustaoglu en 2008.
'No es por falta de calidad de las directoras. Es una cuestión de deseo, de poder, de lobbying', opina la austriaca Jessica Haussner, directora de Lourdes, también candidata en Sevilla y, antes, parte de la sección oficial de la Mostra de Venecia. Hausner lo atribuye a que 'los que toman las decisiones tienen esa imagen del director genial, a lo Orson Welles'. 'Y lo más triste es que ni saben que tienen esa imagen secreta', añade.
'Creo que en este negocio necesitas cojones', afirma Urzsula Antoniak
Desde el Festival de Sevilla niegan que la programación haya estado filtrada por criterios ajenos a la calidad artística, por mucho que el vistoso dato del '9 de 15' garantice titulares en la antesala del certamen. Javier Martín Domínguez, su director, afirma que la selección se ha basado sólo en la búsqueda de 'miradas distintas y talento'.
¿Pero existe una mirada distintiva de las mujeres? 'Hay cuestiones, como las familias desestructuradas, el acceso al amor de los impedidos, los abusos de menores, donde las miradas delicadas y profundas de las mujeres se hacen notar', afirma, esbozando en su respuesta algunos de los temas abordados por las cintas programadas. 'Si ves películas de Claire Denis o de Lucrecia Martel [dos de las directoras encumbradas en el ramillete de predilectas de los grandes festivales], entenderás de qué hablo cuando digo que películas como esas no pueden hacerlas los hombres', afirma Antoniak.
La reciente Orden ministerial, que articula las ayudas destinadas al cine e incluye criterios de discriminación positiva en caso de igualdad de requisitos, ha abierto en España un debate sobre la idoneidad de primar variables de género en el acceso a incentivos en las industrias culturales. A juicio de Martín Domínguez, el problema del papel secundario de la mujer 'se va a arreglar solo'. De hecho, el director del festival sevillano observa una pujanza del cine dirigido por mujeres 'en el norte de Europa'. 'A España todavía le queda un trecho, porque esto no parece normal, porque esto es noticia', añade.
En Cannes, Venecia o Berlín las mujeres quedan relegadas a un segundo plano
El franquismo acumuló décadas de atraso para el cine español, pero sería un error confundir Europa con la panacea de la igualdad de oportunidades. Un dato general ilustra cómo los abismos de género se abren en todo el continente: entre 1996 y 2003, sólo el 3% de las 50 películas más taquilleras fueron dirigidas por mujeres, según un estudio del European Institute for Comparative Cultural Research.
Volviendo a Urszula Antoniak, que presenta a concurso en el Festival de Sevilla la película Nothing personal, su opinión es que en todas partes cuecen habas: 'En Holanda cada vez más mujeres hacen películas originales y audaces. Pero esto no hace más fácil que otra mujer haga una película', dice.
No obstante, Antoniak recela de las medidas de discriminación positiva, que en Holanda no existen. 'Hacen que los rechazados tengan una sensación de injusticia y que los privilegiados se crean estigmatizados', resume. 'La selección de proyectos debe ser sólo por criterios de calidad'. Jessica Hausner opina de forma distinta: 'Tiene que haber tantos hombres como mujeres para ver que son tan buenas como ellos'.
¿Y en el rodaje? ¿Existe discriminación en el set? ¿Tiene problemas una directora para imponer autoridad frente a determinados perfiles? 'Amo el reto e incluso los prejuicios, para demostrar que son equivocados', explica Jessica Hausner. Antoniak es más contundente: 'Algunas personalidades neuróticas o machos quieren romper mi autoridad intentando hacerme sentir nerviosa o insegura. He aprendido a reconocer esas tácticas'.
'Amo el reto e incluso los prejuicios, para demostrar que son equivocados'
Al margen de los puntos de vista enfrentados sobre cómo afrontar el fenómeno, es difícil hallar opiniones que nieguen la existencia de una cierta discriminación. La propia Isabel Coixet, la directora española con mayor repercusión internacional, ha puesto reiteradamente voz a una denuncia compartida por la práctica totalidad del gremio cinematográfico.
Hay realidades incontestables que demuestran que el muro sigue ahí, independientemente de rayas en el agua como la de la sección oficial del Festival de Sevilla. Sólo el 7% de la dirección está en manos de mujeres, mientras los hombres copan el 85% de las funciones artísticas (85,3%). Esos datos no sólo han sido el caldo de cultivo de las políticas de discriminación positiva, sino también de organizaciones como la Asociación de Mujeres Cineastas (CIMA) y de Medios Audiovisuales y de iniciativas como el festival Mujeres en Dirección de Cuenca.
La actriz Blanca Belaustegui, su directora, parte de un hecho indiscutido: 'Un creador o creadora es un ser libre con su propia mirada'. No obstante, también cree que la existencia de un problema de género requiere 'soluciones políticas'. 'Sin embargo, la orden difícilmente va a ayudar a que haya más mujeres en el área directiva', opina.
A Belaustegui le produce 'tristeza' que, 'siempre que se habla de avanzar, haya quien se aferra al retroceso'. Y más cuando la existencia del Festival de Cuenca demuestra que aún son necesarios espacios específicos para mujeres. 'No es justo que nos perdamos la mitad de la mirada creativa. Es algo que no puede ocurrir', concluye.
INÉS PARÍS, cineasta y presidenta de la Asociación de Mujeres Cineastas
“Las películas no tienen sexo”, “lo que cuenta es el talento, no el género”. Son expresiones que hemos escuchado estos días, a raíz de la polémica que ha provocado el anuncio de medidas de acción positiva en la legislación cinematográfica. Me gustaría aportar datos al debate. En nuestro país, en los últimos diez años, sólo un 7% de las películas han sido dirigidas por una mujer. Las cifras de guionistas (15%) y productoras (17%) no son más alentadoras. La incorporación de nuevas realizadoras ha decrecido (del 17 % en los noventa a un 10% entre el 2000-2006), y esto pese a que en las facultades de Comunicación más de la mitad del alumnado son mujeres. ¿No cuenta el sexo en el cine? Estos datos dicen lo contrario. ¿O es que alguien piensa que en un 90% de ocasiones las películas elaboradas por varones tienen unos méritos y talento que sólo alcanza en raras ocasiones un proyecto escrito, dirigido o producido por una mujer?¿Por qué no se van a aplicar en el cine medidas destinadas a democratizar nuestra industria y diversificarla? Los que se oponen esgrimen un argumento sumamente falaz: “Aquí sólo cuenta el talento”. No creo que sea necesario dedicar más de tres palabras a rebatirlo: ¡Ojalá fuera así! (por cierto, para dirigir o escribir guiones no se “aprueba” ninguna oposición donde se mida “objetivamente” el talento).
Pero detrás de las protestas que se han alzado contra las medidas de acción positiva puede haber algo más preocupante: la intención expresa de excluir a la mujeres. ¿Por qué? El cine y la televisión son un poder ideológico y económico. Se crean imágenes y modelos de lo que es el mundo y de lo que queremos y podemos llegar a ser. ¿No es importante que las mujeres participemos en la elaboración de este imaginario colectivo? ¿Quién no quiere que participemos en igualdad de condiciones? ¿Los hombres en general? ¿Nuestros compañeros de profesión? No puedo ni quiero creerlo. Esta no es una batalla de “mujeres contra hombres”. La ausencia de creación y producción femenina en el audiovisual español es un problema social y político que a todos nos afecta. Nosotras no negamos que hacer cine hoy en día sea difícil para cualquiera: hombre o mujer. Sólo decimos que los datos demuestran que, para las mujeres, es aún peor. Que el sexo cuenta. Pepe Sacristán con gran ingenio, comparó hacer cine en España y ser torero en Islandia. Pues tal y como están las cosas, hacer cine en España siendo mujer es querer torear unicornios. Y sin embargo, ahí estamos.
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