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El fin del mundo no está cerca

Asteroides. Los expertos piden que se tome en cuenta la amenaza, aunque sea poco probable que se materialice

DANIEL MEDIAVILLA

Un día de hace 65 millones de años, los dinosaurios se despertaron una vez más como reyes de la Tierra. Llevaban más de cien millones de años en la cima y nada les hacía intuir su caída. Pero estaba a la vuelta de la esquina. Una enorme roca perdida se cruzó con la Tierra. Tras el impacto, hubo incendios, grandes olas y una nube de polvo que cubrió el cielo e impidió la fotosíntesis. Después, hambrunas y muerte. Cuando por fin cayó, el denso manto de escombros marcó un cambio de capítulo en la historia terrestre, según las hipótesis más extendidas. Por debajo, el reino de los dinosaurios fosilizado. A partir de ahí, ni rastro de ellos.

La nueva especie dominante, pocos miles de años después de subir al trono, no quiere que le pase lo mismo. Esta semana, en la Conferencia de Defensa Planetaria de Granada, muchos de los expertos sapiens en estos proyectiles se reunieron para mejorar la defensa del mundo ante una de sus caprichosas visitas.

Para empezar a evitar el probablemente lejano fin del mundo, quienes trabajan en la vigilancia de los Objetos Cercanos a la Tierra (NEO) piden que los tomen en serio. 'Estos temas se han contaminado con la ciencia ficción, con películas como Armageddon, y cuando pides financiación para proyectos, te toman menos en serio', dice Andrés Gálvez, responsable del Programa de Estudios Generales de la Agencia Europea del Espacio (ESA).

Uno de los programas más viables para hacer frente a un asteroide en ruta de colisión con la Tierra es el de la empresa española Deimos Space: la misión Don Quijote. Su satélite suicida, que se lanzaría contra el bólido para desviarlo ligeramente y evitar el choque, fue propuesto en 2001. Pese a que la ESA está interesada en el proyecto, este no ha pasado de la fase de diseño.

Pero no es fácil reprochar a las autoridades que hayan descuidado la amenaza de los asteroides, ya que nunca se ha registrado una muerte por meteorito. Sin embargo, es probable que los dinosaurios que supuestamente perecieron al final del Cretácico por este motivo tampoco recordasen baja alguna, aún en el caso de que hubiesen podido hacerlo.

'El riesgo es pequeño; pero si sucede, las consecuencias serían enormes', asegura RustySchweickart, astronauta de la misión Apollo IX y presidente de la Fundación B612. Esta organización trabaja para que EEUU y la ONU se tomen en serio la posibilidad de crear un sistema de vigilancia y defensa y, sobre todo, un mecanismo para coordinar una respuesta internacional. 'Si un asteroide se acerca y un país intenta por su cuenta desviar su trayectoria, se pueden producir conflictos geopolíticos. El intento de desvío puede evitar que impacte sobre EEUU, haciéndolo caer por ejemplo sobre Corea del Norte, y es posible que eso no les hiciese gracia a los coreanos', apunta Schweickart.

Alan Harris, del Instituto de Ciencias Espaciales (EEUU), cree que los censos de meteoritos que se están realizando tranquilizan. 'Los asteroides del tamaño del impacto K-T [al que se atribuye el fin de los dinosaurios] se pueden excluir, los de un diámetro de dos kilómetros o más están censados en un 95% y los de más de un kilómetro en un 84%', explica. 'En la próxima generación, podríamos eliminar el riesgo de impacto de todos los meteoritos que pueden causar cambios globales y mejorar la vigilancia de los más pequeños', añade Harris, que cree que, 'a partir de ahí, mejorando la vigilancia para los de menor tamaño, se podría prever un impacto menor y tomar medidas de evacuación'.

Pese a defender la necesidad de permanecer vigilantes, el propio Schweickart reconoce que una muerte por asteroide es poco probable. 'La probabilidad dice que un fenómeno como el de Tunguska [una explosión provocada en 1908 posiblemente por un asteroide], que se podría producir cada pocos siglos, mataría gente una vez cada mil millones de años', concluye.

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