Víctor Lapuente, doctor en Ciencias Políticas por la Universidad de Oxford y profesor de The Quality of Government Institute de Gotemburgo (Suecia), lleva tiempo estudiando las debilidades de la Administración para hacer frente a los corruptos.
¿Existen administraciones cuyo modelo de organización las haga menos permeables a la corrupción?
Varias personas de este centro [The Quality of Government Institute] hemos acabado y hemos presentado resultados preliminares de un trabajo en el que hemos examinado las administraciones meritocráticas que producen menos corrupción. El problema es identificar una administración meritocrática. Hemos mirado 60 países y hemos encontrado qué es lo que los caracteriza, como el caso de Nueva Zelanda o de los países escandinavos. Allí lo que se produce es un reclutamiento meritocrático de los empleados públicos que no está sujeto a criterios políticos. Por el contrario, no hemos encontrado ningún efecto positivo en la idea de una Administración como la que vemos en países como España o Francia, en los que se ganan unas oposiciones y se tiene un trabajo de por vida.
¿Es eso lo determinante?
'Hay que forzar a personas con intereses distintos a decidir juntas'
Lo que resulta determinante es que el reclutamiento no se deba a criterios políticos, pero también la figura del city manager, una especie de chief executive officer (CEO) o gerente. Algo que en España hacen secretarios e interventores, aunque con menos poder. El poder político debe tener al lado un city manager con poder, no sólo que mire que los contratos cumplen la ley, sino que tenga iniciativa política para tomar decisiones y ejecutarlas. Que se tomen las decisiones entre ambos. Y también con el personal que se recluta. La idea es forzar el principio de separación de poderes, obligar a personas con intereses diferentes a tomar decisiones de manera conjunta.
¿El problema de España, entonces, es el excesivo peso de los políticos?
Es cierto, los políticos ocupan más esferas de la Administración que en otros países. En todas las comunidades autónomas y ayuntamientos grandes y pequeños, existe una gran presencia de la política, muy amplia. Y los cargos administrativos son vistos en una función más negativa que positiva. El secretario o el interventor son figuras más para controlar lo que hacen los políticos que como profesionales de la gestión. Hacen falta más cargos no políticos. El caso extremo es el city manager americano, nombrado por el pleno del ayuntamiento, profesionales que son fichados de una administración a otra, igual que se cazan talentos para hacerse cargo de la dirección ejecutiva de las empresas en el sector privado. Eso es algo que choca con la inmovilidad de los funcionarios.
'La corrupción afecta a la inversión y a la confianza social de un país'
¿Deberíamos, entonces, profesionalizar por completo la Administración?
No debe haber ninguna área exclusiva. La meritocracia perfecta no funciona bien porque desarrolla el mismo tipo de problemas: gente que responde a los mismos intereses. La idea es contraponer el corporativismo de los partidos con el de los funcionarios. Personas cuyas carreras dependen de intereses diferentes, con lo que es más difícil un soborno. La idea es implantar una separación de poderes y forzar a personas con intereses distintos a tomar decisiones conjuntamente.
Usted está convencido de que la corrupción no es un problema cultural.
Decir que no se puede hacer porque estamos en la picaresca española y que está en nuestros genes es una opinión muy conveniente para los conservadores. Tampoco los suecos o los daneses fueron siempre como son ahora. Ni Singapur o Hong Kong, que son casos bien documentados de reducción de la corrupción. Y pasó con Estados Unidos. Se hicieron cambios institucionales y las cosas han cambiado. La cultura es difícil de cambiar, pero las instituciones, no. Es ahí donde habría que actuar. Se decía también que los españoles no podían ser demócratas, que necesitaban jerarquías. Y se decía que el capitalismo era protestante. Lo que ocurre es justo lo contrario: se tiende a generar una cultura de desconfianza cuando la gente interactúa con funcionarios que son corruptos. Si el policía te pide la mordida, es cuando desconfías de todo el mundo. Eso tiene efectos que acaban afectando a la inversión y a la confianza social de un país.
¿Por qué no cree en las medidas represivas?
Porque es como luchar contra el cáncer con la cirugía. Puedes cortar, pero acabará saliendo. Tienes que buscar otros métodos que puedan hacer que las células no se reproduzcan. Hace falta mucha investigación y ver por qué hay instituciones que no son corruptas y otras que sí lo son. La experiencia de otros países dice qué cambios institucionales reducen la corrupción, como la introducción del city manager y de las Civil Service Commisions en Estados Unidos, que instauró un modelo en el que se controlan los unos a los otros. Eso puede ayudar en España, pero lo primero es estudiar la Administración y no hay muchos estudios.
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