El seísmo que han sufrido los dos principales bancos suizos, Credit Suisse y, sobre todo, UBS, tocados de lleno por la crisis de las hipotecas "subprime" de EEUU, es una pequeña mancha en la imagen de la banca suiza, pero no ha creado pánico en el país.
Analistas, responsables de empresas y economistas coinciden en señalar que la economía helvética no está en riesgo por el desastre sufrido por UBS, y en menor medida, Credit Suisse, y que no se ha perdido la confianza a largo plazo.
Las cifras son "apocalípticas" para muchos observadores: UBS aprobó esta semana un nuevo aumento de capital de 15.000 millones de francos (9.300 millones de euros), apenas dos meses después de otra capitalización de 13.000 francos (8.400 millones de euros).
Todo en respuesta a varias depreciaciones sucesivas desde hace unos meses que han alcanzado los 37.000 millones de dólares (23.000 millones de euros), la mitad en el primer trimestre de 2008.
Y este banco, que en sus diez años de historia no había parado de crecer, sufrió por primera vez pérdidas el año pasado, del orden de los 2.700 millones de euros, y en el primer trimestre de 2008 volvió a perder 7.700 millones de euros.
Credit Suisse ha perdido 1.300 millones de euros este trimestre y ha realizado amortizaciones por valor de 3.200 millones de euros.
"Lo que está ocurriendo no son buenas noticias. Y a corto plazo creo que se va a ver afectada la imagen de los dos grandes bancos internacionales suizos", dijo a Efe Jean Pierre Danthine, profesor de la Alta Escuela de Comercio de Lausana y director del Instituto de Finanzas suizo.
"UBS va a pagar el precio de sus errores durante un tiempo, errores en la percepción del riesgo que corría por su exposición al sector de créditos inmobiliarios de alto riesgo, algo que ha sido reconocido en el informe interno" presentado por la entidad a sus accionistas y a la Comisión Federal de Bancos, agregó.
Pero el experto rechazó que se vea afectada la imagen de la banca suiza en general, la industria faro del país.
"Al contrario, el revés sufrido por las dos grandes entidades refuerza aún más la imagen de la banca privada suiza, la más tradicional, con los establecimientos más antiguos y centrados en la gestión de fortunas".
En estos bancos tradicionales, los directivos son totalmente responsables de la gestión, recordó Danthine.
En la misma línea se sitúa un análisis del Partido Socialista suizo, que aboga por aumentar las exigencias de fondos propios de los bancos del 20 por ciento al 100 por ciento, para frenar las actividades más arriesgadas y porque éstos dan una mayor garantía en caso de crisis.
Para Thierry Barbier-Mueller, consejero delegado de la Sociedad Privada de Gestión, en cambio, "es la propia imagen de la plaza financiera de Suiza la que se ha visto empañada".
"Es una situación triste, porque se ha estropeado una marca muy buena. UBS era el símbolo de la calidad y el saber hacer helvético", lamentó.
Ambos expertos coincidieron en culpar a UBS de ambición e ignorancia del riesgo.
"UBS ha intentado conseguir una posición principal, convertirse en un jugador clave en un mercado determinado de Estados Unidos, el de los activos inmobiliarios, en un momento que no era el apropiado", afirmó Danthine.
Pero no hay temor sobre el futuro de UBS, que en unos años restaurará su credibilidad, coinciden varios analistas.
"Siento que ha habido voluntad de sacar lecciones de la crisis", dijo Thomas Minder, accionista de UBS.
"Espero que los dirigentes de la entidad saquen conclusiones y se concentren en el terreno que más dominan, el de la gestión de fortunas", manifestó Barbier-Mueller.
En cuanto al profesor Danthine, que no se atreve a decir si habrá nuevas depreciaciones o se ha tocado fondo, "he decidido conservar mis acciones", afirmó. Y aseguró que UBS es demasiado grande para entrar en quiebra.
Otro accionista de la entidad, Jean Claude Biver, presidente de Hublot, dijo que "si el banco no nos saca algunos millones suplementarios en las próximas semanas, estoy tranquilo".
Otro temor que flota en aire es que la imagen de marca de la banca suiza pierda su identidad por la entrada masiva de capital extranjero.
La entrada del fondo soberano de Singapur GIC, que se convirtió en el primer accionista de UBS en la ampliación de capital de febrero, levantó en ese sentido polémica.
Para el profesor Danthine, "este no es el caso. El capital ya es muy internacional en empresas como Nestlé y no se ha perdido la identidad".
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