Mohamed Yunus comenzó prestando una pequeña cantidad de dinero a una campesina para que dejara de depender de los usureros. Fue el inicio de los microcréditos y del Banco Grameen, una labor por la que Yunus recibió el apelativo de 'banquero de los pobres' y ganó el Premio Nobel de la Paz en 2006. A principios de este año, un polémico documental le acusó de evasión de impuestos e incluso el Gobierno de Bangladesh le expulsó de la presidencia de su banco. Sin embargo, las investigaciones que se abrieron entonces han concluido sin pruebas contra Yunus. Esta semana ha estado en España en la Cumbre Mundial del Microcrédito, celebrada en Valladolid.
¿Qué impacto ha tenido la crisis mundial en las microfinanzas?
«No me importa que los microcréditos vengan de JPMorgan o Citi mientras presten dinero»
Ha hecho que se ponga más atención a las microfinanzas, porque se están viendo como una oportunidad para crear autoempleo. El colapso del sistema financiero también ha hecho que se mire hacia el microfinanciero porque no está teniendo problemas. Afortunadamente, esta experiencia ayudará a rediseñar el sistema.
¿Qué cambios hacen falta?
El diseño de las instituciones financieras debe cambiar para que sean más inclusivas. Ahora mismo, las microfinanzas funcionan de forma separada del sistema ordinario. Necesitamos leyes específicas, sólo así surgirán de verdad los bancos para los pobres. Hoy en día es una actividad de las ONG, pero no pueden tener una actividad bancaria real. Por otro lado, está la educación. Todas las personas jóvenes deberían tener la opción real de buscar un trabajo o de ser emprendedores. Desde el principio, se debería preparar a los jóvenes para las dos opciones.
«No sé si mis problemas en Bangladesh fueron pormis aspiraciones políticas, alguien debe explicarlo»
También habla de un cambio en el punto de vista de los negocios...
El concepto de negocio tiene que reorientarse: ahora sólo se concibe como una forma de hacer dinero, todo está excesivamente orientado a los beneficios. No debería ser así. Se pueden hacer negocios sociales para solucionar problemas. Los problemas que tenemos vienen de una interpretación del ser humano hecha desde un punto de vista económico: los seres humanos son vistos como máquinas de hacer dinero. Esa visión tiene que ser desterrada.
Los microcréditos se han extendido, pero ¿se ha conseguido mantener su esencia?
Los microcréditos han progresado mucho en los últimos años, pero no diría que ha habido un boom porque sigue habiendo millones de personas en el mundo que siguen sin acceso al sistema financiero, así que nuestro progreso es aún pequeño comparado con la demanda. Sí es cierto que se han producido confusiones, por ejemplo, que algunas de las instituciones que se autodenominan microfinancieras no lo son en realidad, sólo usan el nombre para ganar dinero. Estas entidades no deberían estar autorizadas para utilizar el nombre de los microcréditos. El objetivo debe ser social, no se trata de hacer dinero, sino de ayudar a la gente a salir de la pobreza.
¿Cree entonces que hace falta más regulación del sector?
Ahora mismo hay poca o ninguna regulación sobre las microfinanzas, y eso no es bueno, deberíamos tenerla. La transparencia es importante y para eso hace falta regulación. Pero la autoridad que la diseñe debe ser independiente, no debe depender, por ejemplo, de los bancos centrales porque su sector es otro. Deberían ser organismos separados y especializados en microfinanzas. Esa regulación debería seguir los principios de los microcréditos, y no ahogar al sector.
Suele decir que el crédito es un derecho del ser humano, ¿no cree que deberían garantizar primero otros, como la alimentación?
Hay muchos derechos humanos y yo propuse que el del crédito se incluyera como uno más. Si alguien me dice que los ordene por prioridad, yo pondría el derecho al crédito en primer lugar. Si garantizas este derecho, los demás vienen después porque tienes ingresos.
¿No deberían ser los estados los que los garantizaran? ¿No se les exime así de su responsabilidad?
Los gobiernos tienen un papel muy importante, pero eso no significa que los ciudadanos no lo tengan. Si puedes hacer que las personas tengan derecho a la alimentación, hazlo, no esperes a que el Gobierno lo haga. Es responsabilidad de todos, gobiernos y personas. Esto no minimiza la importancia de los gobiernos, pero hay que enfatizar el papel de los ciudadanos. El poder de la gente no debe ser subestimado, debe ser impulsado, y ese es el papel de los gobiernos, animar a la gente.
¿Cree que los microcréditos son la solución definitiva a la pobreza?
No, nunca he dicho eso. Acabar con la pobreza necesita de muchas cosas, pero esta es una fundamental.
Algunos críticos dicen que los microcréditos son una forma de bancarizar e individualizar la pobreza, ¿qué le parece?
Pensemos en el Grameen Bank. Empezó a trabajar con mujeres pobres, uniéndolas en grupos, haciendo centros para estos grupos, con reuniones colectivas una vez a la semana. No les damos el dinero y ya está, les ayudamos a mandar a sus hijos al colegio, ayudamos a que tengan baños en sus casas, a que la comunidad trabaje junta. Hoy tenemos 8,3 millones de beneficiarios, y ellos poseen el banco. No creo que pueda decirse que esto sea individualización.
¿No es contradictorio que bancos, como JPMorgan o Citi, que han contribuido a generar la crisis, den al mismo tiempo microcréditos?
Lo que no podemos es criticar al sistema financiero por no atender a las personas pobres y cuando lo hacen, criticarles por hacerlo. O les decimos que no presten dinero a los pobres, algo que no comparto, o intentamos que todos los bancos den crédito a todas las personas. Esto es el comienzo. Mi crítica es que es un comienzo tímido, pero si el crédito viene de JPMorgan o Citi no me importa mientras presten dinero. Puedo quejarme de que no lo hagan de la forma más correcta.
¿Ha aprendido el sector de lo ocurrido en el estado indio de Andrah Padresh, donde se produjo un sobreendeudamiento de la población que llevó incluso a suicidios?
Toda experiencia es un aprendizaje. No podemos dar lugar a que algo así suceda otra vez. Debemos analizarlo en profundidad para evitar que se repita.
Se dice que fueron sus aspiraciones políticas las que hicieron que el Gobierno de Bangladesh iniciara actuaciones contra usted, ¿cree que es así?
Mis aspiraciones políticas se produjeron en 2007 y en unas circunstancias muy concretas. Recibí muchos apoyos de gente que me decía que había un vacío de poder que había que llenar y que yo era la persona indicada. Ante esa presión, acabé aceptando. Pero ni siquiera llegué a unirme activamente a la política ni a crear un partido. No tengo intenciones de revivir eso. Si lo que me ocurrió tiene que ver con eso, no lo sé con seguridad, quizá algunas personas deberían explicar qué pasó.
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