En Maranello, al guiri se le distingue por hacerse fotos junto a un 612 Scaglietti. 'Uno no es hijo de este pueblo hasta que pasa por delante de la Vía Musso y no se sorprende', asegura Fabio, un tipo con el pelo ensortijado que cada mañana atraviesa la salida norte de la factoría Ferrari, por donde los modelos recién terminados salen a encontrar sus primeros kilómetros.
Desde que comenzó a trabajar en la casa, Fabio, como el resto del personal que trabaja en las diferentes cadenas de montaje, participa de un juego que premia la competitividad entre los compañeros de trabajo con diferentes regalos. Si la idea supone una mejora sintomática en la rutina de trabajo, el empleado puede llegar a recibir hasta un viaje gratis a una carrera. Desde hace dos semanas, el concurso de ideas entre los empleados se ha ampliado hasta los monoplazas de Fórmula 1.
'Tenemos que cambiar nuestra mentalidad y aceptar que estamos en una situación diferente a la del pasado; por ello tenemos que encararla de una manera distinta, tanto en la pista como en Maranello', asegura Stefano Domenicali, responsable de la gestión deportiva de Ferrari. Desde 1981, su umbral de éxito no vivía un inicio de campeonato tan rácano. Entonces, Gilles Villeneuve y Didier Pironí no finalizaron ninguno de los tres primeros Grandes Premios. En China, la angustia se actualizó con el abandono de Massa (avería eléctrica) y el décimo puesto de Raikkonen. El sonrojo de Ferrari le iguala a Force India en el vacío absoluto de puntos en la clasificación de constructores.
'No creo que sea necesaria una revolución. Sería equivocado, porque no es que nos hayamos vuelto estúpidos de repente', señaló Domenicali, tras el fiasco de Malasia. Sin embargo, su discurso reflexivo sí escenificó moralejas. Castigó a Luca Baldisserri, el gestor de las decisiones en pista de los dos primeros grandes premios, a encerrarse en su despacho de Maranello, durante todo el fin de semana, para encontrar soluciones urgentes. Junto al director técnico Aldo Costa, Baldiserri ha concentrado a un grupo de notables para acelerar el desarrollo del F60.
'Nos falta velocidad', se quejaba ayer el finés, quien no esconde la falta de potencial para luchar por el título este año. Una proclama que en el restaurante Il Cavallino, frente a la entrada principal de Ferrari, en el número 4 de la Via Abetone Inferiore, sigue sonando a ofensa a pesar de domingos como el de ayer.
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