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Catherine Deneuve no necesita que le den Palmas para cantar

EFE

En 1964, Catherine Deneuve saltó a la fama internacional con "Los paraguas de Cherburgo", musical que ganó la Palma de Oro pero en el que fue doblada por la cantante Danielle Licari. Hoy, sin optar al premio y clausurando el festival, se animó con su voz real en "Le Bien-aimés", de Christophe Honoré.

Deneuve ha sido clara desde el principio: "No definiría mi relación con el Festival de Cannes como una historia de amor, sino como una historia del cine", ha explicado sobre un certamen en el que cintas interpretadas por ella, como "Bailar en la oscuridad", han ganado la Palma de Oro, pero donde ella nunca ha ganado en competición.

Hoy acudió en calidad no de Palma sino de broche de oro, acompañada de su hija Chiara Mastroianni, que hace el mismo rol en la película de Honoré, pero en una variante "que no tiene nada que ver con la realidad", ha confesado.

"No se me ocurriría recrear nuestra relación real en la pantalla", ha dicho quien encarnara, en un guiño de humor, a la suegra de su propia hija en "Un cuento de Navidad", de Arnaud Desplechin, que también concursó en Cannes hace tres años.

Si bien llegó puntual junto a todo el equipo de "Les bien-aimés", desplegó algunas de sus dotes de diva: "Responded lo que os pregunten sobre vuestra vida privada. Solo tenéis que mentir", fue su consejo ante las preguntas que, por la temática del filme, se referían al amor.

Quien dijera aquello de "prefiero 'el glamour a l'amour'" encarna, precisamente, a una atípica heroína romántica, nacida de la idealización que el director tiene de la década de los sesenta como "la edad dorada del amor" y es capaz de combinar su trabajo como prostituta con su concepto del amor eterno, compatible a su vez con una canita al aire de vez en cuando.

"La fidelidad es muy relativa", ha explicado Deneuve. "Hay muchas parejas que cometen infidelidades que, en cambio, están siendo muy fieles a sí mismos", ha añadido.

"Les Bien-aimés" recupera la vena musical de Deneuve, pero no tiene que ver con la ingenuidad honesta la cinta de Jacques Demy de 1964. Ni siquiera con "Potiche", la revisión "camp" de François Ozon con la que ambos viajaron al Festival de Venecia.

En la cinta que cierra la selección oficial de Cannes, la música es premeditadamente simple y los números simplemente no existen. Son diálogos simplemente cantados.

Y aunque prefiere no cantar, el actor que le acompaña en ese amor para toda la vida es en realidad un director tan reconocido como el checo Milos Forman. "Cuando le ofrecí el papel, me dijo que era su última oportunidad para casarse con Catherine Deneuve, así que aceptaba inmediatamente", ha explicado el director, Christophe Honoré.

Forman se encarga de cubrir la parcela del amor romántico, pero deja espacio también para otro marido, el más práctico, quien acaba aceptando esa "promiscuidad sentimental" de su esposa y haciéndose cargo de la hija.

Y es que en "Les Bien-aimés" Deneuve, que se las sabe todas, es, pese a ser la veterana de la paleta de mujeres amantes, la única capaz de llevar con equilibrio la profundidad del amor tradicional con el disfrute de la apertura de libertades.

Protagonista de cintas moralmente muy avanzadas para su época, desde "Repulsión", de Polanski, a "Belle de Jour", de Buñuel, la actriz ha reconocido: "Cuando era joven era todo mucho más fácil porque no sabía nada de la vida. Todo parece más accesible, tanto la felicidad como el placer".

Sin embargo, con la edad no ha dejado de afiliarse desde su compleja madurez, mucho más rica interpretativamente hablando -ahí está su nominación al Óscar por "Indochina" en 1992-, a tramas arriesgadas e iconoclastas como la de "Pola X", de Leos Carax, o cineastas tan independientes como Manouel de Oliveira o Lars von Trier.

Mateo Sancho Cardiel

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