"¡A la nana, nanita, nanita, ea...!" Innumerables son los niños que generación tras generación se han abandonado al sueño arropados por la calidez de esta y otras canciones de cuna, recopiladas ahora por la escritora Carme Riera.
"El gran libro de las nanas" es la "primera antología, tan completa y exhaustiva", que se ha hecho en lengua española, según Riera, satisfecha de que El Aleph Editores se haya interesado por esta "idea muy antigua" que le surgió en su maternidad.
"He cantado nanas a mis hijos, he cantado mucho. Creo que la maternidad es un estado especial y muy positivo", subraya la catedrática de Literatura en la Universidad Autónoma de Barcelona en una entrevista con Efe, previa a la presentación oficial hoy en Madrid del libro.
Subtitulado "Las más bellas canciones de cuna en lengua española, desde sus orígenes hasta nuestros días", la obra, que se divide en cuatro capítulos, compila nanas del cancionero popular, villancicos al Niño Jesús, poemas de autores del Siglo de Oro y, por último, de la Edad contemporánea, a quienes Riera engloba bajo el sugerente epígrafe de "De la cuna a la luna".
Riera sostiene que los orígenes de las nanas pueden ser casi tan remotos como los de la humanidad: "No es difícil imaginar, hace miles de millones de años, a cualquiera de nuestras antepasadas, en una cueva o en un palafito, en cuclillas o de pie, meciendo a su hijo, acompañado del ligero rumor de algunos sonidos, seguramente onomatopéyicos, tras descubrir que vaivén y rumor surten juntos un efecto mayor para convocar el sueño".
Las nanas o canciones de cuna son una forma poética ligada a la tradición oral y están cargadas de "una gran sensibilidad", pero sólo una parte ha llegado hasta nuestros días.
El motivo de esa pérdida es doble. La etapa infantil, de la que apenas se tiene información hasta el siglo XIX, estaba ligada al universo femenino, que tampoco tenía interés y carecía igualmente de historia, por tanto muchas de las canciones que las madres cantaban a sus hijos se han perdido al no haber quedado por escrito.
"Como eran cosas de mujeres y además relacionadas con la infancia, se consideraba que no tenían ningún interés. Durante muchos siglos los niños estaban apartados en el gineceo y eso hizo que muchas de esas nanas quedarán en el olvido", explica Riera.
Otras, que sí han llegado, gracias a los cancioneros o a las colecciones de villancicos, lo han hecho en clave divina, con el Niño Jesús como el bebé arrullado.
"Eso ocurre bastante con la literatura. Lo que no es tradición es plagio y lo que no es plagio es pedantería. Y las dos citas no son mías: La primera es de Juan de Mairena y la segunda de Eugeni D'Ors. Y estoy completamente de acuerdo, más en el caso de las nanas, que eran cosas de mujeres y cualquiera podía tomarlas de la tradición", añade esta especialista en la generación poética de los años 50.
Es lo que Riera estima que sucede con una parte de las nanas que conocemos, desde la más antigua que se conserva no anónima, firmada por Diego Gómez Manrique (1412-1490), pasando por muchas de Lope de Vega (1562-1635) hasta las de García Lorca (1898-1936).
Y si hay una palabra que se repite una y otra vez en las canciones de cuna es, sin duda, "duérmete", que funciona de conjuro y se acompaña a veces de amenazas, del tipo "que viene el Coco".
Esa nana, entre otras muchas, se la cantaron muchas veces en su niñez a Carme Riera, quien tiene varias en su repertorio de favoritas, incluida la nana de la adúltera, con "mucho mejunje" y varias versiones: "No subas, mi vida/ no vengas ahora/ que está en la casa el padre/ del niño que llora...", de José Agustín Goytisolo.
Otra que le gusta especialmente es la de "El lagarto" de García Lorca, que figura entre las nanas escritas en el siglo XX por autores cultos: Juan Ramón Jiménez, Miguel de Unamuno, Miguel Hernández, Gerardo Diego, Luis Rosales o Rafael Alberti.
Entre ese paradójico universo masculino, destaca con luz propia, por "su sentido del humor y su capacidad para sorprender", Gloria Fuertes, en opinión de Riera, a quien para una próxima edición le gustaría ampliar su repertorio de nanas a las de América Latina.
Pero ese es otro proyecto. Este se lo dedica a "las madres que hace millones de años acunan a sus hijos, a los padres que empiezan a acunarles desde hace poco" y de un modo especial a los niños y niñas, "para que sigan durmiéndose arropados por la poesía que destilan las nanas".
Por Catalina Guerrero
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