El líder de La Izquierda alemana Oskar Lafontaine no se apea estos días de los titulares. Primero por la operación de cáncer a la que se sometió la semana pasada, que desató un debate sobre el futuro del partido que sus dirigentes han atajado al declarar tabú el tema de la sucesión. Ahora, este político de 66 años está en el epicentro de un escándalo de espionaje, concretamente en el papel de víctima.
Según informa la revista Focus en su última edición, Lafontaine fue espiado en varias ocasiones por cuatro agencias de detectives desde 2007. Los espías no se concentraron en asuntos políticos, sino en la vida privada del político, según el semanario.
Focus describe con detalle una supuesta intervención de los sabuesos el 10 de diciembre de 2007, cuando 'varios equipos de observación' siguieron la pista a Lafontaine durante toda la noche. Estuvieron observándole mientras cenaba con Gregor Gysi, la otra figura destacada del partido, en un restaurante del barrio berlinés de Prenzlauer Berg. Durante la cena, sonó el móvil de Lafontaine. Para vigilar a una segunda persona, los detectives avisaron en ese momento a otro equipo que acechaba en el aeropuerto.
Lafontaine fue espiado en varias ocasiones por cuatro agencias de detectives desde 2007
La segunda persona en cuestión es Sahra Wagenknecht, líder de la Plataforma Comunista, una de las muchas agrupaciones que conforman La Izquierda. Wagenknecht, de 40 años, es la bestia negra a la que recurren los enemigos políticos de La Izquierda cuando quieren desacreditar al partido. La propia Wagenknecht, ciertamente, se lo pone fácil con sus controvertidas opiniones sobre el Muro de Berlín o la figura de Stalin, así como su tendencia a relativizar los crímenes de la Stasi, la seguridad de la antigua RDA.
El relato de esa noche prenavideña continúa en la vivienda de Lafontaine en el barrio oriental de Köpenick, adonde el político llegó con su Audi gris metalizado. Lafontaine habría llegado a casa a las 11 de la noche, y Wagenknecht unos minutos más tarde en un taxi. Los detectives esperaron 'hasta que se apagó la última luz', según Focus, y ahí terminó de momento su misión.
Esta historia encaja con las insinuaciones que hizo la semana pasada otro semanario, Der Spiegel, en el sentido de que Lafontaine y Wagenknecht tendrían una relación amorosa. Esa revista interpretó que el lío explicaba la sorprendente retirada de Lafontaine de la política federal en Berlín para retirarse al Sarre, su patria chica. Pocos días después, Lafontaine sorprendió a periodistas y políticos al informar a la opinión pública de su enfermedad.
Por el momento, sólo la operación de cáncer y la metedura de pata de Der Spiegel son hechos verificados. Todo lo demás, desde la supuesta relación con Wagenknecht hasta la identidad de los interesados en desacreditarle, no son más que rumores.
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