Italia se preparaba el miércoles para enterrar a algunas de las 260 personas muertas en las ciudades medievales devastadas por un terremoto, mientras los equipos de rescate continuaban buscando supervivientes entre los escombros en medio de fuertes réplicas.
Se espera que el viernes se realice un funeral de Estado por las víctimas y se declare día de luto nacional, dijeron las autoridades, aunque el primer entierro se hará el miércoles.
El primer ministro, Silvio Berlusconi, dijo el miércoles en una conferencia de prensa que la cifra de fallecidos había subido a 260, de los cuales 16 eran niños, y que faltan nueve personas aún por identificar.
Durante la noche, los equipos de rescate recuperaron 15 cuerpos de entre los escombros que dejó el seísmo del lunes y las fuertes réplicas registradas hasta el momento. En Roma, el Papa Benedicto XVI rezó nuevamente por las víctimas y dijo que pronto visitará la zona.
Miles de supervivientes del peor terremoto en tres décadas pasaron la noche aterrorizados en tiendas de campaña mientras numerosas réplicas sacudían la montañosa región de los Abruzos, dificultando los esfuerzos de rescate y causando al menos un muerto más.
La más fuerte de las réplicas desde el lunes, con una magnitud de 5,6, dispersó a los equipos de emergencia y derrumbó edificios, partes de la basílica y la estación, mientras anochecía en la histórica ciudad medieval de L'Aquila, que sufrió lo peor del desastre.
"Estamos impactados porque hemos perdido a nuestros seres queridos, el pueblo se ha quedado reducido a escombros con más de 40 muertos, muchos de ellos jóvenes. Se ha perdido una generación entera", dijo Antonella Massi en Onna, una localidad que tenía 300 habitantes y en la que apenas ha quedado un edificio sin sufrir daños.
Unas 20 tiendas de campaña y 16 cocinas se levantaron para resguardar y alimentar a unas 14.000 personas después de que Berlusconi declarara el estado de emergencia nacional y enviara soldados a la zona.
DAÑOS MILLONARIOS
El daño estimado por las aseguradoras sería de entre 2.000 y 3.000 millones de euros, en medio de la peor recesión en Italia desde la Segunda Guerra Mundial.
Berlusconi rechazó la ayuda humanitaria desde el extranjero, pero dijo que había conversado con algunos líderes que ofrecieron pagar por la restauración de alguna iglesia o lugar histórico que haya resultado dañado.
El primer ministro ha viajado todos los días a la zona del desastre y ha prometido ayuda con rapidez a los supervivientes, algo que según los encuestadores podría impulsar su ya alta popularidad.
Pero el político, cuyas declaraciones con frecuencia causan polémica, el miércoles pareció un poco insensible cuando declaró a un canal de televisión alemán que las miles de personas que se refugiaban en las tiendas "deberían ver la situación como un fin de semana de acampada".
Las autoridades dijeron que el terremoto tendrá un enorme impacto en la región, cuya economía se basa en el turismo, la agricultura y las empresas familiares.
Berlusconi prometió construir un nuevo pueblo cerca de L'Aquila y el ministro de Agricultura, Luca Zaia, pidió a los italianos que ayuden a la región "principalmente comprando productos de Abruzo".
Los supervivientes se enfrentan a un lúgubre fin de semana de Pascua, y con la mayoría de las iglesias dañadas, se preparan para celebrar el evento religioso en capillas improvisadas en las tiendas de campaña.
El Gobierno y propietarios de hoteles ofrecieron refugio para quienes se han quedado sin hogar en edificios de la costa adriática.
Los equipos de rescate celebraron el martes por la noche el rescate de una mujer de 20 años que fue hallada viva 42 horas después de que el terremoto dejara en ruinas un edificio de cuatro pisos.
Al menos 250 cuerpos continuaban en una morgue improvisada en un colegio en las afueras de L'Aquila.
El primer funeral por una de las víctimas está programado para el miércoles en la ciudad de Loreto Aprutino y será oficiado por el arzobispo de Pescara. Cerca de 1.000 personas siguen heridas, 100 de ellos graves, y menos de 50 aún no han sido encontrados.
Muchas de las víctimas eran estudiantes de la universidad de L'Aquila. Un bombero del puerto de Pescara que llegó a ayudar en los esfuerzos de rescate rompió en llanto tras desenterrar el cuerpo de su hijastra, que estudiaba en la zona.
Los equipos de fútbol italianos dijeron que enviarán la recaudación del fin de semana a las víctimas. Universidades, periódicos y canales de televisión recogían donaciones, mientras que hoteles ofrecían miles de habitaciones baratas para los supervivientes y miembros de los equipos de rescate.
La policía aumentó las patrullas en las calles debido a informaciones sobre saqueos en casas y comercios.
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