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Un andaluz revive la Ruta de la Seda viajando en bicicleta de Granada a Pekín

EFE

Diez meses, mucha moral y un poco de suerte para obtener algunos visados ha necesitado el sevillano Juan Martín López Sánchez para recorrer en bicicleta los 25.000 kilómetros que separan Granada, donde reside, de Pekín, una Ruta de la Seda que siempre soñó con surcar.

El cicloturista, de 38 años, casado y con una hija, quedó impresionado desde pequeño con los paisajes de esa milenaria ruta gracias a un reportaje chino-japonés que se emitió en TVE en los años 80, y siempre tuvo el gusanillo de viajar por ella.

Planeó su viaje durante meses, pidió una excedencia de su puesto de trabajo en la Biblioteca pública de Granada y partió de la ciudad andaluza con destino a Pekín.

"Me marché casi por la puerta trasera", con algo de remordimiento, según cuenta el sevillano en una charla con Efe, por dejar unos meses a sus seres queridos.

"El objetivo no era llegar a China, sino el camino. Es un viaje en el que ves toda la historia de la humanidad", explica López, quien durante el periplo ha intentado ver todos los monumentos históricos que hay diseminados por la ruta y sus alrededores.

Su meta no era lograr récords de velocidad, sino empaparse de cultura, y por eso se tomó con tranquilidad el recorrido, que se puede hacer en cuatro o cinco meses pero que a él le ha costado el doble.

"Me he salido varias veces de la ruta, de hecho llegué hasta Egipto", destaca López, que de su viaje recuerda con gran cariño la hospitalidad de los iraníes y de otros pueblos musulmanes.

La parte europea discurrió por Francia, Italia, Eslovenia, Croacia, Montenegro, Serbia, Bulgaria y Turquía, y después le pilló un duro invierno en el Kurdistán, por lo que decidió desviarse de la ruta hacia el sur, visitando Siria, Jordania, Israel y el Sinaí egipcio.

De ese desvío, el ciclista recuerda con gracejo andaluz sus problemas con los niños jordanos, que al parecer tienen como "hobby" lanzar piedras a todos los "viajeros locos en bicicleta" que pasan.

Tras ese desvío, la ruta transcurrió por Turquía nuevamente, Irán, los países de Asia Central (que López apoda "estanes": Turkmenistán, Uzbekistán, Tayikistán y Kirguizistán), para entrar finalmente en China por su región noroccidental, Xinjiang.

Mientras enumera las naciones por las que pasó, se acuerda, por ejemplo, de su paso por Samarkanda, la mítica ciudad caravanera. "Si no la visitas, no puedes decir que has estado en la Ruta de la Seda", dice.

También rememora la suerte que tuvo para obtener el visado de Turkmenistán, un país muy cerrado al mundo, aunque, eso sí, era sólo de cinco días, por lo que tuvo que cruzar a toda velocidad tierras turcomanas.

O lo "salvaje" de las carreteras de Tayikistán, un país con carreteras "que desde la caída de la URSS no tienen mantenimiento, aunque ahora están empezando a construir nuevas los chinos, que están medio colonizando".

Su suerte continuó en Kirguizistán, ya que llegó poco antes de que el país sufriera los enfrentamientos étnicos que acabaron cerrando sus fronteras.

Otros incidentes étnicos, los que el Xinjiang sufrió hace un año, cortaron Internet durante casi doce meses en esa región china, a la que entró López tras sus peripecias por Asia Central, por lo que el sevillano estuvo "incomunicado" durante un mes.

Xinjiang, recuerda, fue la etapa más dura del viaje, "pues al entrar en China crees que ya has llegado, pero aún te quedan 6.000 kilómetros", y alguna tormenta de arena le obligó a dormir en agujeros bajo la autopista o en barracones de obreros chinos.

El bibliotecario viajero recuerda, como los paisajes más espectaculares del trayecto, los de la meseta del Pamir, en Asia Central, "donde no hay nada pero que lo tiene todo, es la pureza".

El viajero no recuerda demasiados malos momentos en su viaje, si acaso el exhaustivo registro que sufrió de su equipaje en la frontera entre Tayikistán y Afganistán, cuando un "niñato con Kalashnikov" le obligó a abrir todo su equipaje.

"Quizá lo más duro haya sido la cuestión emocional, al tener mujer e hija a veces se me pasaba por la cabeza volver, pero otra parte de mí decía: 'tío, después de lo que has armado, ¿realmente vas a abandonar?'", comenta.

A quienes quieran repetir su odisea, el sevillano recomienda "que lo hagan lo más jóvenes posible", y que "inviertan sobre todo en un buen sillín, pues vas a estar sentado en él mucho tiempo", o en unas ruedas de calidad, pues se pinchan mucho.

López, que hoy regresa a España -"en avión, sólo faltaría"-, también dice a los interesados en viajar como él que le contacten a través del correo electrónico [email protected].

Antonio Broto

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