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La alta costura romana pide ayuda económica

Reuters

Todo el mundo en el sector italiano de la moda pide ayuda a gritos al Estado, pero algunos de los gritos provienen de la alta costura, más conocida por su extravagancia ornamental que por su petición de humildad.

Los diseñadores romanos, entre los que se encontraron Valentino y Roberto Cappucci en sus buenos tiempos, tienen dificultades porque incluso los ricos recortan gastos en los vestidos hechos a mano y a medida que pueden costar 10.000 euros.

Los costureros se enfrentan a una dura competencia en su demanda de ayuda, ya que crece la plantilla de jugadores en el sector de la moda italiano, en el que se mueven 66.000 millones de euros, que extienden sus palmas vacías a medida que avanza la recesión.

Italia ya ha prometido una ayuda de 1.700 millones de dólares (unos 1.333 millones de euros) a los fabricantes de coches y más de 15.000 millones a los bancos, y el sector de la moda espera ser el siguiente, ya que el año pasado sus ventas cayeron en un cuatro por ciento y éste se espera que caigan en un cinco.

Gattinoni, una de las casas de moda más antiguas de Roma, dice que sus ventas en alta costura cayeron en un 40 por ciento el año pasado en lo que fueron sus primeras pérdidas en sus 62 años de historia, y los organizadores de la Semana de la Moda de Roma, que acabó este mes, dicen que la crisis obligó a tres estilistas a abandonar sus planes de participar.

"Hasta hace unas dos semanas a duras penas podías mantener un taller, pero la crisis ha supuesto el toque final", explicó el director de Gattinoni Stefano Dominella a Reuters en su taller, donde los costureros medían abalorios y seda para los corsés.

Rechaza los argumentos que dicen que el lujoso mundo de la alta costura no es buena candidata para el apoyo del Estado.

A la alta costura en Roma puede que le falte el glamour de París y que cuente con pocas casas como la suya, pero las raíces de la moda italiana está en sus talleres, que son verdaderos "museos" que contienen archivos de bocetos y técnicas famosas a lo largo de los tiempos, explicó.

"Somos los más pequeños y los más fáciles de salvar", dijo, respaldándose en las ventas de 1-2 millones de euros al año que aporta la mayoría de los diseñadores.

"Si tuvieras que escoger entre salvar un museo y salvar un outlet de una cadena de moda, ¿cuál escogerías?", añadió.

Con la ayuda del miembro dinástico del mundo de la moda Santo Versace, que también es diputado en la coalición de gobierno, Dominella ha empezado a hacer presión al gobierno por una rebaja de impuestos del 30 por ciento.

INTERVENCIÓN IMPOSIBLE.

Ofendido porque se no se le había tenido en cuenta como beneficiario de una ayuda económica en favor de los sectores de electrodomésticos e inmobiliaria, la directora del grupo de presión de la moda Sistema Moda Italia explicó a en el Senado el 17 de febrero que el sector textil italiano podía "romperse en pedazos".

El gobierno italiano, ya en mala posición al contar con la tercera mayor deuda del mundo, no va a beneficiar al sector de la alta costura en pos de otros sectores que piden ayuda, dice Armando Branchini, director de InterCorporate, una empresa de consulta de moda.

"Si tener cultura, mano de obra y tradición es la razón para obtener ayuda, eso valdría para el 99 por ciento de los bienes de consumo italianos", explicó. "francamente, intervenir en alta costura en Italia sería imposible y no tendría sentido", añadió.

La alta costura sólo representa una fracción del sector textil y el Gobierno probablemente consideraría antes ayudar al sector textil y de moda más amplio, dijo.

Mientras esperan la respuesta del gobierno, los diseñadores romanos están ocupados en otras vías de levantar el negocio.

Dominella, por ejemplo, sugiere abrir los talleres a los turistas o incluir presentaciones de costura en los paquetes de lujo de las agencias de viajes.

Una estilista que ya se está adaptando a la nueva realidad en el mundo de la costura es la diseñadora siciliana Marella Ferrera que dice que la demanda ahora se basa en el precio.

"Todavía visto a las mismas familias, pero en lugar de pedirme ropa por 25.000 euros como hacían antes, ahora se gastan 7.000-10.000 euros", explicó.

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