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Otro Almodóvar es posible

El director sorprende en Cannes con una nueva cara en La piel que habito'// En esta ocasión la asfixia de la moralidad hipócrita y el alcance de la venganza tiene forma de un austero thriller fantástico

 

SARA BRITO

Almodóvar todavía puede cambiar. Así lo demostró ayer el manchego al presentar en la competición de Cannes una versión mucho más austera y menos colorista de sí mismo. La piel que habito es la primera incursión del director en el universo del cine fantástico, pero adulterado, como es natural en él, con otros géneros. Esta vez se entrega a la estructura del thriller, el color del género negro, el drama de un amor enfermo y también a una pizca de comedia, lamentablemente involuntaria. 'Para mí, mezclar géneros es como respirar', admitió ayer Almodóvar. 'Pero esta vez me he impuesto austeridad en la dirección de actores, en el tono y en la puesta en escena y esto es una novedad para mí', confesó.

Aún así, en su última película, con la que compite por cuarta vez por la Palma de Oro, hay cosas que no cambian: la perversión humana y su inclinación a indagar en la identidad sexual, los toques grotescos en sus personajes, los argumentos imposibles e intrincados y su tendencia a la cita explícita. La película ofrece suficientes temas de peso como para interesar: las paradojas del deseo, las consecuencias de la venganza y la ambigüedad de la identidad sexual, entre ellos. Pero el director se pierde por caminos y tics que restan intensidad al conjunto.

La platea de la inmensa sala Lumiere del Palais des Festivals quedó dividida ayer entre los que hablaban de obra maestra y los que pensaban que Almodóvar ha sido incapaz de provocar emoción sin caer en los momentos cumbres en el humor involuntario. De hecho, buena parte del público se desternilló en los momentos más dramáticos.

'Lo que buscaba con este filme era emoción no humor', reconoció a Público el director. Antonio Banderas ahondó en lo mismo: 'Este no es el tipo de película en la que Pedro incluye guiños de humor. La risa viene por lo excepcional, porque plantea cosas que se salen del plato', justificó. El actor vuelve a trabajar con Almodóvar pasados más de 20 años desde que hicieran juntos Átame, película con la que La piel que habito comparte mucho más que el actor principal.

El cirujano loco

El director ha montado una película que juega con el tiempo y los flashbacks, y para cuyo guión Almodóvar se basó en el libro Tarántula, del francés Thierry Jonquet. Antonio Banderas es Roberto Ledgard, un cirujano dedicado a desarrollar un tipo de piel artificial indestructible y de alcance médico revolucionario.

Amoral, frío y cruel, el doctor mantiene a una paciente, Vera Cruz (Elena Anaya), encerrada en una habitación de su mansión, donde la somete a un tratamiento para implantarle una piel que podría haber salvado a su mujer fallecida. Marisa Paredes interpreta al ama de llaves fiel. Y Jan Cornet a un chico que seduce a la hija de Banderas. Y hasta aquí para no desvelar más de la cuenta. Los personajes son escasos, el universo desquiciado y malsano y la estructura un rizo del rizo, como le gusta al director. 'Un juego de espejos morales que no se suele dar en el cine contemporáneo', según Banderas.

La moralidad turbia del personaje del doctor chiflado es el motor de una venganza retorcida y desquiciada. Para justificar la amoralidad del cirujano, el director eligió otorgarle un origen brasileño. Así de simple y así de aleatorio. 'Quería que la familia de la película fuera muy salvaje, muy independiente moralmente hablando, que no hubiera tenido la misma educación que cualquier español. Que su cultura no estuviera basada en el castigo y en el pecado judeocristano como la cultura en la que he nacido y vivido', dijo.

Para Almodóvar, 'la película es una historia de supervivencia en una situación extrema y ese es el tema más antiguo del mundo'. Los referentes reconocidos del filme van desde Fritz Lang o El rostro sin ojos, de George Franju, a otros no reconocidos como el cine de terror de la Hammer.

Moderar a Banderas

El villano de ese cine clásico es Antonio Banderas, que interpreta a su personaje de manera contenida y sobria, para lo que Almodóvar le hizo sudar. 'Ensayamos dos meses antes de empezar el rodaje y me di cuenta entonces de que Almodóvar lo que quería era domesticarme', confesó Banderas, de cuyas tiranteces con el director ya se había hablado. 'Hubo momentos de ruptura, Pedro quería que fuera casi una presencia, que renunciara a todo exceso gestual y fue duro', confesó.

En efecto, Almodóvar habló de la sobriedad gestual que le impuso a todos sus actores, cosa atípica en su filmografía. 'Quise que Antonio contuviera su personalidad barroca', añadió el director. El resultado es una interpretación precisa del actor y una evolución interesante en su registro.

No hay sangre en la visión oscura de este cuento de terror. La violencia explícita, dice, estuvo siempre fuera de sus planes. El manchego prefiere que el horror brote de la amoralidad de la trama y del alcance de la venganza.

El resultado es poderoso, pero peca de toques ridículos y superficiales en ocasiones. La piel que habito no se cuela bajo la piel de sus personajes y el ejercicio de contención de Almodóvar se vuelve de un frío quirúrjico. Quizás haya ido en su contra el hecho de que esta es la primera vez que parte de un texto ajeno. La película, cuyo guión estuvo una década reescribiendo, es un salto valiente, que demuestra una vez más que Almodóvar no quiere acomodarse a sí mismo, pero también que es capaz de fascinar y de provocar al mismo tiempo estupor y desconcierto.

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