Periodistas, científicos y aficionados a la vulcanología tienen en El Hierro puesta, desde hace semanas, toda su atención. Y es que la la isla más occidental del archipiélago ‘afortunado', la del antiguo Meridiano Cero, la del mítico Garoé, la del retumbar de pito, chácaras y tambores de Sabinosa y El Pinar es el centro de la noticia porque en su Mar de Las Calmas, la madre naturaleza nos regala todo un espectáculo volcánico.

Y mientras los herreños viven con cierto desasosiego, para los amantes de este tipo de fenómenos y para cualquier viajeros es una oportunidad de redescubrir una de las joyas del Atlántico, la isla de los mil volcanes. La nueva campaña de promoción turística de la isla puesta en marcha por la Asociación de la Pequeña y Mediana Empresa (Apyme), que lleva por título El Hierro, al ritmo de la tierra, en alusión al fenómeno sísmico y volcánico que ha vivido la isla desde el pasado mes julio, es un aliciente. Hasta el 8 de enero numerosos establecimientos de restauración y hostelería -la mayoría en el valle de El Golfo, en Frontera-, agencias de viajes, empresas de transporte aéreo y navieras ofrecen descuentos en el coste de la estancia y transporte a esta isla canaria.

Con tan solo 278 km2 y una población de unos 11.000 habitantes, El Hierro -declarada por la Unesco Reserva Mundial de la Biosfera- permite disfrutar de un paisaje inusual: playas, conos volcánicos, tabaibal y cardonal, pinar, laurisilva, verdes prados llenos de flores en primavera... Imposible aburrirse. Este contraste paisajístico y climático permite realizar, gracias al efecto de los alisios, multitud de actividades, desde disfrutar del sol en la playa a senderismo por su amplia red de senderos, parapente sobre el espectacular valle de El Golfo o submarinismo, el deporte estrella en la isla. Por algo esta isla está considerada como uno de los mejores lugares del mundo para la práctica de actividades subacuáticas, donde se celebra cada año el certamen internacional de fotografía submarina Open Fotosub isla de El Hierro.

Y, por supuesto, disfrutar de unos baños en las piscinas naturales repartidas por su costa, como el impactante Charco Azul, en Los Llanillos, o la ría de El Tamaduste, en el municipio de Valverde. Las altas temperaturas de todo el año, la transparencia del océano Atlántico en la zona y los fondos volcánicos hacen sentir a cualquiera en el paraíso terrenal.

No se puede decir adiós a El Hierro sin llevarse en la retina el milenario bosque de sabinar; el legendario faro de Orchilla, paso de navegantes rumbo a América y último paño de lágrimas para los herreños en tiempos de emigración; la entrañable ermita blanca de La Dehesa, morada de la Virgen de los Reyes, patrona de la isla, y las vistas espectaculares desde el mirador de la Peña, de César Manrique. Y, claro, llevarse el buen sabor de una gastronomía y una cultura que hacen de la isla de la tranquilidad una isla inolvidable.