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Los 30 años de Rafael Álvarez en escena conforma "Una noche con El Brujo"

EFE

Como "un homenaje al público" entiende Rafael Álvarez su espectáculo "Una noche con el Brujo", quien celebra así sus 30 años en escena con este monólogo que creó hace ocho años, y al que ha ido incorporando sus anécdotas vitales con textos de clásicos españoles.

El próximo día 4 el Teatro Infanta Isabel cierra las celebraciones de su centenario como lo abrió, el año pasado, también con el actor andaluz, quien aprovechó para volver a criticar el "descuido" de la Administración hacia el teatro "no público" porque "no da buena imagen en el escaparate político".

Rafael Álvarez, a punto de cumplir 58 años, concibió "esta especie de memorias habladas" hace ocho años. Se trataba de una lectura de textos de San Juan de la Cruz, Quevedo, Cervantes o Santa Teresa de Jesús que él iba intercalando con anécdotas personajes, creando así un clima especial de relación con la gente de la sala.

Entendió entonces que debía potenciar esta parte, el diálogo con el público. "El espectáculo es una reflexión sobre los 30 años que llevo en escena. Quería celebrarlo con quien me ayudó a sobrevivir, el público. A él va dirigido este homenaje", apunta Rafael.

"Yo me entrego al público utilizando como instrumento la palabra", apunta el actor, quien recuerda que su monólogo responde a una fórmula británica, "alguien se inventó lo de 'Una noche con...' y a ella en su día se suscribieron grandes de la escena como Gassman o Darío Fo.

Nacido en Lucena en 1950, la vida de Rafael Álvarez está ligada al teatro independiente desde sus tiempos de universitario en Madrid, donde participó en grupos de vanguardia como Tábano o el Teatro Experimental Independiente (TEI).

Si no tenía compañía, actuaba solo y si no había un gran local, utilizaba cualquier lugar donde poder subirse a actuar. Por eso no sorprende cuando afirma que, en 1985, cuando interpretaba un papel secundario en "La taberna fantástica", de Alfonso Sastre, el mundo lo descubriera y a él le "dio la vuelta la vida".

"Pasé del olvido a ser el 'querido' por todos. Me llamaban de todos los sitios, cine, teatro y televisión", apunta Rafael, quien mezcla la "suerte" con el hecho de que le descubrieran muchos cineastas del momento o actores de la talla de Paco Rabal.

"Todos me aclamaban- añade-, todos me querían. Fue el esplendor", explica El Brujo, quien desde ese momento se vio requerido por todos los grandes. "Fue una oportunidad que aproveché a fondo", señala el actor, quien, a raíz de esta experiencia, fundó su propia productora teatral.

Tres décadas en el teatro le sugiere un comentario, "todo sigue igual", dice Rafael, quien se considera deudor del público: "Él me ha salvado del hambre -dice-, me ha dejado sobrevivir".

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