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100 días de mayoría absoluta del PP, 100 años de retroceso en valores

TOMÁS GÓMEZ

Desde hace años la celebración de la proclamación de la Segunda República cada 14 de abril se ha visto salpicada por más o menos actos, homenajes y escritos recordando la vigencia de los valores y principios de este periodo de nuestra historia resumidos en el deseo de alcanzar una sociedad de hombres y mujeres libres e iguales.

Más allá de encendidas reclamaciones, cada 14 de abril suponía una buena excusa para recordar lo mejor de esa época y para seguir pidiendo el avance en esos principios. Y digo el avance y no la instauración porque en su mayor parte esos valores fueron los mismos sobre los que los españoles pusimos en pie nuestra Constitución y nuestro modelo de convivencia durante la Transición. Todo es susceptible de mejora, es cierto, pero en el fondo sabíamos que íbamos por el buen camino, aunque es verdad que no siempre a la misma velocidad.

Este año, sin embargo, el desarrollo de la crisis internacional y la mayor concentración de poder de nuestra democracia por un único partido, el Partido Popular, hacen que en esta ocasión el discurso de años anteriores, en la conmemoración de la Segunda República, quede invalidado. Hoy no podemos hablar de seguir avanzando en los valores que sustentaron esa época, sino que se impone la denuncia de su intento de eliminación.

La vorágine de estos 100 días de gobierno puede arrastrarnos a una situación en la que el análisis de cada anuncio y de cada medida nos impida poner la distancia necesaria para poder valorar la acción de gobierno en su conjunto. Bajo el ruido de la crisis, lo que el Partido Popular está desarrollando en España es una completa revisión de nuestra Transición y por supuesto de los valores cívicos que han llevado a este país a sus mayores cotas de desarrollo y bienestar social de su historia.

Fue el propio Aznar el que aseguraba con pesar hace tiempo que nuestra Transición había quedado escorada a la izquierda. Esta frase, apenas mencionada en voz alta por la derecha española, es la que recoge la clave para interpretar las políticas llevadas a cabo por el Partido Popular desde su llegada al Gobierno. El objetivo del PP es reescribir la historia para eliminar esa supuesta desviación, retroceder 30 años y volver a los valores más retrógrados de la derecha. El PP de Rajoy quiere hacer realidad el viejo sueño de Fraga y Aznar.

Este es el eje que estructura las decisiones tomadas hasta ahora y basta con detenerse un segundo a ver el conjunto para darse cuenta de que se trata de un ataque simultáneo en todos los flancos lo que diluye la protesta y la oposición de unos ciudadanos, que además se encuentran en buena medida atemorizados por las consecuencias de la crisis en sus vidas diarias.

No hay ni un solo aspecto en el que el Partido Popular no haya puesto ya las bases para la implantación de los valores de la derecha más rancia en nuestro país eliminando los avances conseguidos, no ya durante décadas, sino durante más de un siglo.

En apenas tres meses de gobierno se ha devuelto al empresariado todo el poder frente al trabajador, se han precarizado las condiciones de trabajo, se cuestiona la legitimidad del derecho de huelga y se criminaliza el derecho de manifestación; se desmantela la sociedad civil ya se trate de sindicatos, ONG´s o asociaciones de madres y padres de alumnos, se intenta eliminar el derecho de la mujer a elegir sobre su maternidad mientras se acota el drama de la violencia de género como un problema familiar y no un problema social, y se ponen trabas a su incorporación al mercado laboral; se ataca la laicidad y el Estado asume como propios los intereses de la Iglesia; se apunta a la pluralidad de España como un problema y al Estado de las Autonomías como el próximo objetivo a batir; se desmantelan la educación y la sanidad pública y, por supuesto, se hace recaer todo el peso del Estado en las clases medias trabajadoras mientras se exime a las grandes fortunas y las grandes rentas del capital de sus obligaciones fiscales.

Y así podríamos seguir enumerando todas y cada una de las medidas adoptadas por el Gobierno y todas se podrían encuadrar sin problema en esa búsqueda de la vuelta de España a los valores de la derecha que los españoles creímos haber enterrado para siempre. Esta situación es la que se hace necesario denunciar en un día como hoy.

La defensa de la laicidad, la lucha por unas condiciones y unas remuneraciones de trabajo dignas, la igualdad real y efectiva entre hombres y mujeres, la apuesta por una educación pública gratuita y universal, ... En definitiva, el deseo de alcanzar una sociedad de hombres y mujeres libres e iguales que están en la base y en el espíritu de aquel 14 de abril, son los valores que el Gobierno actual del PP quiere sustituir y es esta realidad la que hace imposible el acuerdo y el pacto entre el Partido Popular y el PSOE en estos momentos.

Poco sentido tiene buscar acuerdos en el texto de una enmienda de una ley, si el objetivo de quien tienes enfrente no es otro que acabar con los valores, los principios y el modelo de Estado en el que crees y por el que la mayoría de españoles hemos trabajado y luchado durante años. Hoy el PP y el PSOE no son, o no deberían ser, partidos que defienden sus diferencias sobre un mismo modelo sino que son, o deberían ser, partidos con modelos totalmente diferentes.

¿A qué acuerdo podría llegar el Partido Socialista con el Partido Popular en materia de educación, por ejemplo, cuando nuestros modelos son, no ya diferentes, sino opuestos en este tema? Para el PP, como Margaret Thatcher, o como para el Tea Party americano, la educación beneficia al que la recibe y, por tanto, la debe pagar el que la recibe. Para los socialistas, como para los padres de nuestra Constitución, como para los fundadores de la Segunda República, la educación de los ciudadanos nos beneficia como Nación y por eso es la Nación la que debe facilitarla. Porque, ¿acaso no son patria las universidades? ¿No son patria los hospitales? ¿No son patria los derechos civiles y políticos?

Buscar el beneficio colectivo como Nación o buscar el beneficio individual, esa es la diferencia entre PSOE y PP, a pesar de ser ellos los que siempre aparezcan envueltos en la bandera nacional.

* Tomás Gómez es secretario general PSM-PSOE

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