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Actualizado:Buscar piso de alquiler en Barcelona ya no es lo que era. En los portales inmobiliarios sigue habiendo lo de siempre –viviendas con muebles o sin ellos, destartaladas o con buena pinta, y con frecuencia a precios impagables para mucha gente–, pero una nueva categoría ha inundado el mercado: los pisos turísticos que buscan inquilinos a medio y largo plazo para no irse a pique ante la falta de turistas que ha motivado la pandemia del coronavirus. Por sus fotos los reconoceréis, porque muchos propietarios se han limitado a mantener las mismas imágenes cuidadas al detalle que utilizaban cuando trataban de seducir a los turistas.
En un portal inmobiliario como Idealista ahora proliferan los anuncios donde aparecen muebles bonitos y mesas con el desayuno preparado o una botella de vino para tomar, y terrazas soleadas y con vistas que se presentan incluso como un lugar idóneo para mantener las distancias durante los encuentros familiares o con amigos. Tampoco faltan los que presumen de tener televisor con canales internacionales o de estar cerca de alguna atracción turística, y los que muestran dos juegos de toallas dobladas con esmero sobre la cama de matrimonio, incluso coronados con un bombón Ferrero Rocher, como si se tratara de la guinda de un pastel. Todo ello tiene su precio, y no es raro toparse con lo que a todas luces son pisos que hasta hace pocos meses hospedaban a turistas y que ahora se ofrecen por más de 1.000 o 2.000 euros mensuales, o incluso a precios superiores.
La Associació d’Apartaments Turístics de Barcelona (Apartur) detalla que más de 5.900 viviendas de uso turístico (HUT en sus siglas en catalán), que representan el 62% del total, han dejado de prestar servicios turísticos de corta estancia desde el inicio de la pandemia. Según el presidente de Apartur, Enrique Alcántara, han optado "por alojar otro tipo de gente, como estudiantes que se estarán 11 meses, o un perfil más residencial para que se queden cinco años". Concreta que los primeros en hacerlo han sido "los pisos menos céntricos", como los de Nou Barris o Sarrià. Son los que ya no eran tan rentables como los del centro, quién sabe cuándo volverán a serlo, y a ello se añade que el 60% de los beneficios del alquiler residencial están bonificados cuando hay que rendir cuentas con Hacienda.
El director general de la inmobiliaria ShBarcelona, Franck Anaïs, dice que este movimiento se debe a "los resultados de explotación negativos", porque, pese a "la ausencia total de ingresos", se han mantenido gastos fijos como el IBI, la comunidad, suministros y a veces la hipoteca; y al hecho de que "los pisos vacíos son un polo de atracción para okupas y ladronzuelos". Anaïs detalla que "tanto las empresas del sector como los propietarios han tenido que adaptarse a un nuevo escenario, renunciando a unos ingresos históricos, y replantearse, con mayor o menor éxito, nuevas estrategias comerciales a medio plazo". Hay que tener presente que "la mayoría de los actores del sector opinan que 2021 será un año de transición y que una nueva normalidad no volverá hasta 2022", recuerda.
La pandemia ha puesto contra las cuerdas el modelo turístico de Barcelona, pero Alcántara sostiene que "no había exceso de oferta" de pisos turísticos, y sobre todo después de la ofensiva municipal contra los ilegales. Tras un verano con una ocupación del 20% como mucho, en Apartur ahora muestran su inquietud por el futuro de los 5.000 empleos directos. "Necesitamos ayuda para sostenerlos alargando los ERTE [por ahora siguen hasta el 31 de enero] y para pagar sus cotizaciones sociales", reclama.
Aún hay propietarios que prefieren mantener sus pisos para los turistas, incluso aunque hayan registrado un descenso del negocio del 95%, como en un bloque del barrio de Navas, según detalla Miguel López, uno de sus responsables. Por ahora han decidido "aguantar", aunque no hay ni para gastos. "Esperamos a ver si el año que viene se soluciona; si no, habrá que pasarse a otros medios", admite. Algún conocido sí que le ha dicho que, "o se pasaba al alquiler normal, o no podía aguantar", pero, pese a todos los intentos de este semanario, no ha sido posible contactar con propietarios que hayan dado el paso. Hay casos en Idealista que aparentan ser particulares, pero tras un móvil aparece alguien que trabaja en una empresa con intereses en el sector turístico y que tampoco ofrece su versión, lo que da cuenta de cómo se estructura este ámbito de negocio.
Por su parte, Oscar López mantiene para turistas sus ocho pisos en Sagrada Família y Les Corts. "No nos planteamos pasarlos al alquiler residencial, porque sabemos lo que son los impagos y la enorme tardanza con los desahucios", asevera, con lo que prefiere "ser paciente y esperar a que la situación cambie". En su opinión, "vale más perder durante cinco meses que tener el riesgo de perder durante cinco años", que es lo que dura como mínimo un contrato de alquiler estándar.
Alquiler para unos meses
Sin embargo, en muchos anuncios se especifica que los alquileres son para entre 32 días y 11 meses, o duraciones intermedias –como hasta primavera, puede que esperando una recuperación turística–. En la inmobiliaria ShBarcelona calculan que sobre el 60% de los propietarios han decidido alquilar su piso por temporada, y sobre el 40% para larga estancia. El alquiler de temporada también está regulado en la Ley de arrendamientos urbanos. Alcántara recalca que es "perfectamente legal" y que les puede venir bien, por ejemplo, a los estudiantes que están durante el curso en la ciudad, pero admite que "es verdad que hay que asegurarse de que se están destinando a residencia temporal". Es este punto el que ha puesto en alerta a las entidades que tratan de preservar el derecho a la vivienda y al Ayuntamiento.
Jaime Palomera: "No estamos diciendo que pierdan la propiedad; estamos diciendo que se destinen al alquiler a precios razonables y asequibles"
El portavoz del Sindicat de Llogaters, Jaime Palomera, dice que el alquiler de temporada se hace para una estancia por trabajo, mientras se tienen obras en casa... y que la duración se puede pactar y es libre. "Lo que lo diferencia del alquiler ordinario es que no es para vivienda habitual. En ciudades como Barcelona, no hay una movilidad que justifique el alquiler de temporada y, sabiendo esto, evidentemente se está cometiendo una ilegalidad masiva", defiende. Ante ello, pide a la Generalitat y al Ayuntamiento sancionar estas prácticas y retirar la licencia a los pisos turísticos que no se destinen al turismo. "Tenemos una ventana de oportunidad para recuperar estas viviendas. No estamos diciendo que pierdan la propiedad; estamos diciendo que se destinen al alquiler para los vecinos a precios razonables y asequibles", recalca.
Desde la Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH) presionan para que los pisos turísticos sirvan para realojar a las familias que viven en pensiones a la espera de una vivienda social, detalla la portavoz de la PAH en Barcelona, Lucía Delgado, que cifra en 1.500 las personas en esta situación. También reclama que estos apartamentos vuelvan al parque residencial. "Para los turistas tenemos hoteles, pensiones y albergues, y los pisos deben ser para vivir", reivindica, y advierte: "Estamos viendo que se avecina una situación que puede ser tan extrema como la burbuja inmobiliaria y debemos buscar alternativas".
Según la concejal de Vivienda, Lucía Martín, los contratos de alquiler de temporada "no son ilegales porque están contemplados en la ley", pero considera que "se está haciendo un uso fraudulento de ellos". Un inquilino al que le hagan un contrato de temporada pese a ser para vivienda habitual ahora solo puede recurrir al juzgado. "No tenemos ninguna herramienta administrativa que permita al Ayuntamiento hacer inspecciones", afirma, con lo que ha reclamado a la Generalitat que el Consistorio pueda iniciar un plan de inspecciones que permita comprobar qué se está haciendo con los contratos de temporada y "reparar la mala práctica o sancionar" en caso que haya uso fraudulento. Martín asegura que el Govern trabaja en un decreto para hacerlo posible, pero el Departament de Territori i Sostenibilitat no lo confirma.
En cuanto a la posibilidad de que los HUT pierdan la licencia si no tienen un uso turístico, Martín, Territori y Turisme de la Generalitat coinciden en que, como estos pisos deben tener cédula de habitabilidad, también pueden utilizarse como vivienda de alquiler. "Otra cosa sería que hubiese una normativa que permitiese retirar la licencia para no ejercer la actividad, cosa que ahora mismo no pasa", admite la concejal. Agrega que el Ayuntamiento ofrece pagar entre 700 y 1.200 euros mensuales durante 1-3 años a los propietarios que pongan los pisos turísticos a disposición de las familias que están en pensiones, las cuales abonarían un pequeño alquiler al Consistorio. "Varias decenas de propietarios ya nos han contactado", asegura, pero no especifica cuando se hará efectivo.
Por otro lado, el Consistorio ha suspendido un año el otorgamiento de licencias para alquilar habitaciones a turistas tras un decreto de la Generalitat que lo permite porque considera que "no evita la especulación". En el último pleno, el gobierno de Ada Colau se ha comprometido a regular pisos y habitaciones turísticas para priorizar el uso residencial de los inmuebles.
¿Bajarán los precios del alquiler?
A estas alturas de la pandemia es difícil hacer pronósticos. Según Franck Anaïs (ShBarcelona), "hay unas 19.000 viviendas para alquilar en Barcelona y la demanda ha bajado un 30-40%", de forma que "este desequilibrio ha provocado una bajada de precios". Idealista indica que en agosto el metro cuadrado estaba en 16 euros, un 9% menos respecto al pico alcanzado en mayo (17,6 euros). En Territori estiman que una mayor oferta "puede ayudar a contener o reducir el precio". Cabe ver el impacto de la ley de regularización de los alquileres que justo ha echado a andar. Pese a que ve "mucha resistencia" a bajar precios, la concejal Lucía Martín opina que se moderarán con la ley y la posible recuperación de pisos turísticos para uso social.
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