Violencia contra la asistencia sanitaria El vídeo de Cruz Roja que denuncia los ataques a hospitales en conflictos armados
La ONG ha recibido el Grand Prix de Cannes por un audiovisual sobrecogedor que conjuga empatía, cercanía, realismo y denuncia para tratar de implicar a todos los actores internacionales responsables de tomar cartas en el problema.
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madrid,
¿Alguna vez has acudido a un hospital en una situación de emergencia extrema y al llegar ese hospital ya no estaba allí? Una situación de estas características, impensable para quienes residen en países como España, es el día a día, la cotidianidad de quienes viven en zonas marcadas por el conflicto armado.
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Los ataques contra los centros y el personal sanitario son un tipo específico de violencias a las que se enfrenta la población civil de países como Irak, Yemen o Siria. Además de los daños directos provocados sobre sus cuerpos, una violencia indirecta, que se convierte en fatal, hace que estas personas no puedan contar con la asistencia hospitalaria necesaria para paliar los estragos de los ataques, en muchas ocasiones tratando de evitar la muerte.
Cruz Roja lleva años denunciando una realidad que, entre los años 2012 y 2014, según un estudio realizado en 11 países, supuso que más de 4.200 personas fueran víctimas directas de la violencia contra la asistencia de salud. Así, el Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR) mostraba que de los ataques producidos, hasta el 50% se habían cometido contra instalaciones de salud o cerca de ellas; afectando hasta a 700 vehículos médicos; dejando un total de 598 trabajadores y trabajadoras heridas o asesinadas. Ante estas cifras alarmantes, sin embargo, los números no dejan de aumentar cada año.
Ahora, la ONG ha sido galardonada con el Grand Prix en la categoría de Film Craft de Cannes –el equivalente a al Oscar de la publicidad– gracias a su vídeo Hope, un audiovisual a caballo entre el spot y el formato cortometraje que acongoja las entrañas del espectador o espectadora por su combinación de cercanía y crudeza a partes iguales.
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Desde Cruz Roja a Público que el problema es que "se habla mucho de cifras, la gente está cansada de informes con cifras, y a veces hay que poner cara a esos números". Eso sí, buscando hacerlo de la forma "más prudente posible". A propósito de esto, el audiovisual, que muestra a un padre desesperado tratando de hacer llegar a su hija en una situación límite al hospital, es una historia ficcionada en la que no aparecen imágenes reales, donde lo crudo no son la sangre ni las vísceras, sino la impotencia cuando, después de la agonía en un trayecto en coche que parece que nunca termina, el hospital al que llegan ha sido destrozado por un bombardeo aéreo.
"El anuncio ni siquiera es la realidad. Lo lamentable es que muestra menos que lo que están sufriendo estos países. Impacta, es emocional, busca la parte humana y busca denunciar el efecto directo que tienen estos ataques contra los hospitales", detallan. "Esta una forma de atacar doblemente a la población civil: les dejas sin el recurso sanitario, sin ayudas, provocando daños colaterales sin ningún tipo de atención", cuentan, e inciden en que se trata de algo "muy habitual".
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Pero el spot busca, sobre todo, servir de instrumento de "diplomacia humanitaria, para que a nivel internacional todos los actores implicados tomen medidas", aclaran desde Cruz Roja, "buscamos la concienciación de la población civil, pero también la movilización del resto de actores, ver qué tienen que decir".
Sin amarillismo
David Titos, director creativo de Sra. Rushmore, la agencia responsable de la realización del spot junto a Blur, cuenta a Público que trataron de dotar al audiovisual de "una situación de cotidianidad".
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"Muchas veces, en otras ONG, tiran de niños con moscas, intentando apretar demasiado la lágrima del espectador, y genera un efecto de rechazo", lamenta, "lo que buscamos es que el espectador se sintiera representado".
"Hemos de darle una personalidad distinta, no tan cruda, ni amarillista, sino centrándonos en que el mensaje sea claro, empático", narra Titos, "desde una posición que cuenta microhistorias particulares". Y remarca la intención de que generara impotencia, el preguntarse '¿qué haría yo?', no que se vieran sangre o vísceras... "Aunque esa, por desgracia, es la realidad", admite.