EUTANASIA
Eutanasia "Aquí está toda la violencia de género contra mi mujer": el vídeo inédito que explica cómo cuidaba Ángel a su pareja
El caso de Ángel Hernández, acusado de un delito de cooperación al suicidio, está en manos de un Juzgado de Violencia sobre la Mujer por orden de la Audiencia Provincial de Madrid. El marido de María José Carrasco, enferma de esclerosis múltiple, muestra en una grabación a la que ha accedido 'Público' el buen trato que recibió durante treinta años.
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madrid, Actualizado:
Ángel Hernández fue detenido en abril de 2019 por ayudar a su mujer, María José Carrasco, a acabar con su vida. Ella padecía desde hacía treinta años esclerosis múltiple y, como evidencian los vídeos grabados por su marido antes de su fallecimiento, ya no soportaba el dolor. María José repite en ellos que desea morir. Ángel se autoinculpa ante la cámara. Si el Congreso no aprueba la ley de eutanasia, no le queda otro remedio que asistirla en su suicidio: "Yo te voy a prestar mis manos", le dice antes de que ingiera el pentobarbital sódico. "Tranquila, tranquila, que ya te dormirás enseguida".
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Acusado de un delito de cooperación al suicidio de su compañera, la titular del Juzgado de Instrucción número 25 de Madrid, Ángeles Velasco, se inhibió en favor del Juzgado de Violencia sobre la Mujer número 5. Sin embargo, la jueza Begoña López pidió a la Fiscalía que se pronunciase sobre la competencia de asumir el caso, algo que el Ministerio Público rechazó, pues entendía que fueron unos "hechos cometidos por petición expresa" de la enferma y que no se trataba de violencia de género.
Como la Audiencia Provincial ordenó que la instrucción continúe en el Juzgado de Violencia Sobre la Mujer, Hernández grabó un vídeo, al que ha tenido acceso Público, que refleja el buen trato que recibió su mujer durante treinta años en un piso adaptado especialmente para ella. Se titula irónicamente Mi violencia de género y comienza así: "Dado que me han llevado a los tribunales de violencia de género, quería repasar lo que he hecho yo por María José [para ver si] tiene que ver con la violencia machista, que es castigable".
A sus setenta años, Ángel describe los objetos y aparatos que compró a lo largo del tiempo para que su compañera tuviese la mejor vida posible. En una estantería, los libros que le leía en voz alta: "Era incapaz de cogerlos con las manos e incluso de leerlos, porque apenas veía". En otra, la colección de películas, su alternativa al cine, pues no podía salir de casa. "Necesitaba entretenimiento para poder seguir viviendo y estar conectada un poco con el exterior", comenta su marido, antes de mostrar el televisor "de gran pantalla, porque estaba prácticamente ciega", y unos auriculares "para que pudiera oír mejor".
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La cámara enfoca "un sillón especial que le daba masajes para que no tuviese dolores en las piernas, y aun así seguía teniéndolos". Luego se adentra por un pasillo adaptado por el propio Ángel. Mientras las piernas no le fallaron, María José se desplazaba por la vivienda agarrándose a un pasamanos. "En muchas ocasiones se caía al suelo, hasta que dejó de poder utilizarlo".
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El objetivo muestra el cuarto de baño donde la aseaba. "Supongo que esto es violencia de género. Me imagino que las magistradas y los magistrados que han decidido que yo pase a los juzgados de violencia de género es por esto, porque yo se lo preparaba para que pudiera vivir mejor", se pregunta Ángel retóricamente.
En la habitación de María José, diseñada por su marido tras unir dos cuartos para que estuviera "más cómoda", hay una cama: "Con un colchón especial, para que no le salieran escaras; con sus barandillas, para que no se cayera; y con la grúa, para que a mí me costara mucho menos trabajo poder desplazarla". También hay varias sillas de ruedas, incluida una sin estrenar: "Se compró con el deseo de que la pudiera utilizar si le daban la residencia para que yo me pudiera operar. No pudo ser así y ahí está. Nunca la utilizó".
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La Fiscalía le da la razón a Ángel
Cuando la titular del Juzgado de Violencia sobre la Mujer número 5 pidió a la Fiscalía que se pronunciase sobre la competencia del caso, el Ministerio Público dejó claro que no tenía sentido que lo llevase ella, pues la muerte no encajaba en ese tipo de delitos. "Desde el primer momento existía la constancia de que María José Carrasco, aquejada de una grave, dolorosa e incurable enfermedad que le hacía totalmente dependiente, manifestó repetidamente su deseo de morir de una forma libre, pública y consciente", justificaba la Fiscalía.
Sin embargo, la jueza de instrucción lo elevó a la Audiencia Provincial de Madrid, que finalmente decidió que el caso correspondía al Juzgado de Violencia sobre la Mujer, al considerar que no había pruebas suficientes para "determinar fehacientemente si se trata de un acto de violencia contra una mujer en el ámbito de la pareja".
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Ángel Hernández estima que los treinta vídeos y otros datos contenidos en su móvil, que facilitó a la Policía nada más presentarse en su domicilio, prueban que su pareja quería poner fin a su vida debido a su sufrimiento y que él solamente la ayudó en su propósito, tal y como se había comprometido si su estado de salud empeoraba.
"Determinados magistrados no tienen ningún interés en conocer la verdad", denuncia el acusado, quien cree que la Justicia no ha tenido en cuenta las grabaciones. "Yo les entregué mi teléfono para que extrajeran toda la información. Sin embargo, estuvo tres meses retenido en el juzgado y no volcaron los datos. Según mi abogada, no llegó a ser objeto de investigación y, al devolvérmelo, han roto la cadena de custodia. Como yo ahora podría manipularlo, ya no vale como prueba".
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Tras la decisión de la Audiencia Provincial, contra la que no cabe recurso, la Fiscalía replicó que Hernández estaba legitimado para recurrir ante el Tribunal Supremo la competencia del caso. El juicio finalmente se celebrará este año, en una fecha aún por concretar. "En el vídeo muestro la violencia de género que he empleado", comentaba Ángel irónicamente.
La "nefasta gestión en dependencia" de Madrid
Cuando la voz en off de Hernández relata que compró una silla de ruedas para que su mujer pudiera usarla en la residencia mientras él era operado, añade que nunca llegó a estrenarla, pero omite el porqué. Lo había explicado previamente en un escrito titulado A propósito de María José y Ángel, donde denuncia el supuesto "desamparo que hemos padecido por parte de la Comunidad de Madrid por su nefasta gestión en dependencia".
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El acusado asegura que la Administración autonómica le denegó a su mujer una plaza permanente en un centro de esclerosis múltiple e incluso una temporal para que pudiese ser operado de una hernia umbilical, lo que según él provocó que la intervención fuese cancelada tres veces. "El comportamiento de esta institución ha supuesto el abandono absoluto de María José, vulnerando su derecho a ser asistida", escribía.
Ángel sigue grabando otras sillas y adaptadores, al tiempo que describe su utilidad. Cuando termina el recorrido por su casa y el relato detallado de los cuidados, expone su conclusión:
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"Aquí está toda mi violencia de género".
"Ésta era la dedicación que yo tenía por ella".
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"Y ahora que vengan y lo comprueben".
[Entrevista a Ángel : "Si la hubiera dejado sufrir, habría sido un torturador"]