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Tren gratis para un país sin trenes: las sombras populistas de bonificar el 100% de los billetes de Cercanías

El Gobierno bonificará el 100% los billetes y abonos de trenes de Cercanías de media distancia. Los expertos en transporte y movilidad cuestionan que la gratuidad del servicio tenga efectos positivos y avisan de riesgos de saturación del servicio.

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Una mujer saca unos billetes de Renfe en la estación madrileña de Príncipe Pío. — Gabriel Bouys / AFP

Madrid, Actualizado:

Trenes gratis para combatir los altos precios de los combustibles. Es una de las medidas estrella anunciadas por Pedro Sánchez en el debate del estado de la nación. El presidente avanzó, dentro de un paquete destinado a aliviar los efectos de la inflación en la ciudadanía, que el Gobierno bonificará el 100% de los billetes de Cercanías y los viajes de media distancia, es decir, los regionales. De esta forma, en menos de quince días se ha pasado de plantear un descuento del 50% a la gratuidad de los servicios.

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La medida bebe mucho de la tarifa plana de 9 euros para el transporte público impulsada por el Gobierno alemán a principios de junio, sin embargo la gratuidad, aparentemente más revolucionario que el plan teutón, presenta algunos inconvenientes. "Desde el punto de vista económico no va en la mala dirección si lo comparamos con las subvenciones que se estaban dando a los carburantes. No creo que sea una medida regresiva si se tiene en cuenta que el transporte público es, en líneas generales, el más utilizado por las rentas bajas. Las reticencias que tenemos con esta medida vienen porque se trata de vender como algo que mejorará la eficiencia energética y reducirá el consumo de carburante. Esto no va a ocurrir", argumenta Adrián Fernández, ingeniero de obras públicas y experto en movilidad de Greenpeace. 

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El precio es, según los expertos, el último factor que determina la forma en la que los usuarios se desplazan. La disponibilidad de los servicios, el tiempo y la comodidad son los elementos que más condicionan la modalidad elegida. Esto se ha podido constatar en los índices de tráfico de los últimos meses en ciudades como Madrid, donde a pesar del elevado precio de los carburantes la ocupación de las carreteras se ha mantenido estable y sin apenas descensos.

Álvaro Fernández-Heredia, ingeniero de Transportes y actualmente responsable del transporte público en la ciudad de Valladolid, ve con buenos ojos la medida por "el mensaje" que se transmite a la población a la hora de poner la movilidad en tren como alternativa al coche, en un momento de carestía de precios. Sin embargo, el experto considera que la bonificación del 100% del precio del billete no es el camino y señala la tarifa plana de Alemania como reforma más atractiva y efectiva. "La gratuidad no va añadir ahorro a los ciudadanos, porque no van a ser muchos viajes los que se cambien del coche al tren", sostiene. "Lo que si vamos a ver es una demanda inducida que puede generar saturación. Es decir, la gente que se mueve andando se va a subir a los trenes para aprovechar la tarifa gratis. En cambio, si se pusiera solo una rebaja de precio ese cambio innecesario no se daría. Luego, en zonas de ciudad como Madrid o Barcelona, puede haber un trasvase modal del metro o autobús, que no disfrutan de la bonificación, hacia las líneas de Cercanías. Todo ello nos puede dejar un servicio con problemas de saturación", describe. 

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"El transporte gratuito no tiene por qué significar mejor transporte público"

"El transporte gratuito no tiene por qué significar mejor transporte público, de hecho es algo que lo hace más insostenible. En Madrid lo hemos visto ya con las líneas gratuitas, que las han terminado usando los turistas y después el coste de este servicio se ha traducido en recortes en las líneas que usan a diario los trabajadores", añade Heredia. 

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El posible incremento de la demanda –que no sería a costa del coche– deja dudas sobre la capacidad del Estado de elevar las frecuencias y mejorar los servicios. Es decir, el Gobierno inyectará directamente a Renfe el coste de los abonos de transporte, pero "¿quién asumirá el coste de implementar un incremento de servicio?", se pregunta el experto de Greenpeace, que considera que con el impulso de la gratuidad del transporte el Ejecutivo está comprando el marco discursivo de la derecha, que ya ha impulsado medidas así a nivel regional en Madrid a expensas de un empeoramiento de los servicios.

Trenes gratis, pero ¿dónde hay trenes? 

El otro punto negro de la reforma tiene que ver con las propias deficiencias que España arrastra en su sistema ferroviaria. Los datos de Cercanías hablan de que en torno al 80% de los viajes se concentran en líneas de Madrid o Barcelona, en servicios metropolitanos. A ello hay que sumar las bajas interconexiones que hay en algunas zonas del país, como el norte o el famoso caso de Extremadura. Además, existen territorios en España, las Islas Canarias o las Islas Baleares, donde Renfe ni siquiera presta servicio. 

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"Es una medida pensada para quien ya dispone un servicio de transporte público eficaz"

"Es una medida pensada para quien ya dispone un servicio de transporte público eficaz, pero parece que se han olvidado de cómo se van a beneficiar de esto quienes no disponen un buen nivel de servicio", argumenta Fernández. "Lo que puede ocurrir es que se cree una brecha, no en términos de renta, sino entre el mundo rural y el mundo urbano, que se limita prácticamente a Madrid y Barcelona si se tiene como referencia el tren", añade.

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De hecho, el anuncio de Sánchez contrasta con las políticas que el Ministerio de Transportes ha impulsado en los últimos meses, basadas en el estímulo de la alta velocidad en detrimento del ferrocarril regional. El ejemplo más claro es la reforma de la línea 48 de Cercanías, la denominada Madrid-Cuenca-València, con la que se eliminarán 28 paradas de la línea y se dejará sin servicio a una veintena de municipios.

"Lo que nos chirría es que una medida así se anuncia sin el aval de un informe técnico. No se está hablando de mejorar los servicios más allá de la gratuidad ni de afrontar los problemas estructurales", sostiene Fernández. "¿Nadie se ha planteado las consecuencias que puede haber si realmente hay cambios en la demanda? ¿Cómo se va a costear un incremento de los servicios?", se pregunta.

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