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Treinta años del asesinato de Guillem Agulló: la historia del joven antifascista y la lucha de su familia por la justicia

Este martes es el aniversario de la muerte del joven, que fue apuñalado en Montanejos (Castellò) por Pedro Cuevas, un ultraderechista vinculado a organizaciones nazis.

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Imagen de archivo de Guillem Agulló, joven asesinado por la ultraderecha en Montanejos (Castellò). — Archivo

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El 11 de abril de 1993, el joven activista antifascista Guillem Agulló fue asesinado a manos de un grupo de neonazis en la localidad de Montanejos, en la provincia de Castelló. Tenía tan solo 18 años. Su muerte fue un trágico suceso que conmocionó a la sociedad valenciana y que lo convirtió en un símbolo de la lucha contra el fascismo y la intolerancia.

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Agulló nació en 1978 en la localidad valenciana de Burjasot. Desde muy joven, mostró un gran interés por la política y se unió a movimientos sociales y antifascistas. Su asesinato sumergió a su familia en una larga lucha por su memoria y, especialmente, por hacer justicia ante los intentos de desligar aquel asesinato de un crimen de odio con motiviaciones ideológicas.

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Agulló se trasladó a la localidad de Montanejos. Allí, un grupo de ultraderechistas esperaba al joven y se produjo una confrontación violenta. Una confrontación que la acusación particular y popular calificaron de "linchamiento" contra el activista. Agulló fue herido de gravedad tras recibir un navajazo y murió horas después.

Entonces, se abrió un proceso judicial que duraría años para esclarecer las circunstancias de su asesinato y determinar las responsabilidades. Sin embargo, el juicio estuvo marcado en probar la motivación ideológica de los agresores a pesar de los testigos y de las propias versiones de los letrados Virgilio Latorre y Josep María Laullón. El proceso por el que pasó la familia fue narrado en La mort de Guillem, una película dirigida por Carlos Marques-Marcet.

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El abogado de la familia recordó que, tras el asesinato, los individuos involucrados gritaron: "Arriba España"

Latorre recordó que tras el asesinato, los individuos involucrados alzaron el brazo y profirieron gritos de "arriba España", algo que muestra las razones ideológicas tras la muerte. Laullón, por su parte, el abogado de la acusación popular, insisitó en que el asesinato no fue obra de una pelea como defendía José Morató, el defensor de Pedro Cuevas, autor confeso de la cuchillada. Morató se empeñó en describir el suceso como un altercado en Montanejos. En el primer juicio, celebrado en 1995, Cuevas negó ser nazi y aquello sirvió a los jueces para rechazar el contenido político de aquella muerte y circunscribirla a una simple pelea juvenil.

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La familia del activista reprochó la actuación de la Justicia, argumentando que no se hizo todo lo posible por esclarecer los hechos y que las penas impuestas no fueron lo suficientemente duras para castigar un crimen de odio como el que acabó con la vida de su hijo. Cuevas fue condenado a 14 años de cárcel por homicidio mientras que se absolvió al resto de personas que lo acompañaban. De esos 14 años, tan solo cumplió cuatro. Pero no fue su último episodio con la Justicia. En 2005, el asesino de Guillem Agulló fue arrestado en una operación dedicada a desmantelar un entramado neonazi.

La familia, además, ha sido víctima de pintadas y un acoso sistemático por individuos y grupos de ultraderecha. Pero el acoso no ha frenado que, a lo largo de estos años, se hayan realizado numerosos homenajes a Guillem Agulló, como conciertos, manifestaciones y exposiciones. También se logró una declaración institucional en las Corts Valencianes para homenajear a Agulló. 

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