Trata de mujeres "La trata de mujeres es muy sencilla porque es una mercancía muy fácil de importar"
Mabel Lozano desentraña en su nuevo libro El Proxeneta el funcionamiento de las redes de trata en nuestro país, en una larga entrevista a uno de los mayores delincuentes de las últimas décadas.
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Madrid, Actualizado:
"Me llamo Miguel, pero me apodan el Músico", comienza el relato. "Fui tratante de mujeres durante más de veinte años. Las compré y vendí como si fueran ganado, para explotarlas salvajemente en nuestros clubes sin compasión. Y pude hacerlo porque, durante muchos años, no supuso ningún problema para mi conciencia. Al contrario. Era mi mundo, mi forma de vida y me sentía poderoso gracias a ella".
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"Surtí, durante años, a doce de los mejores macroburdeles que existen en la actualidad en España. Los llené de esa materia prima que los puteros llaman carne fresca, día a día. Y jamás me paré a pensar si la mercancía que yo importaba eran personas como yo, con sentimientos como los míos, traumas como los míos o necesidades como las mías. Ellas eran otra cosa. Eran putas. Aunque la mayoría de las mujeres con las que abastecíamos los clubes ( ...) jamas hubieran ejercido la prostitución. Aun así, para nosotros no eran más que putas que aún no habían trabajado como tales. Ya aprenderían el oficio".
Con este crudo y descarnado relato Mabel Lozano, productora, guionista y directora de cine, explica el negocio de la prostitución en nuestro país en El Proxeneta, su último libro que se publica este lunes. Lo hace a través de un largo diálogo con el Músico, uno de los mayores criminales de muestro país, y dueño de doce de los macroburdeles más importante de España. El libro destripa con todo lujo de detalles cómo ha evolucionado la prostitución en España y en el mundo desde los años 90 y la forma en que el negocio de la trata somete, esclaviza y destruye a las mujeres cuya única función se vuelve lucrar a sus captores, incapaces de escapar de una tela de araña "cuidadosamente tejida".
"La trata de mujeres es muy sencilla", confiesa el Músico a Lozano. Aunque parezca mentira, "es una mercancía muy fácil de importar". Sólo requiere una sencilla y mínima infraestructura. El resto son todo ganancias.
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"Empezamos a darnos cuenta de la magnitud del beneficio económico que genera la trata el primer domingo que necesitamos la mesas del comedor del personal para poder colocar sobre ellas el dinero procedente de la explotación sexual de las mujeres, que, como tenían que saldar la deuda, nos lo quedábamos directamente", se explaya este personaje. Y explica que a la deuda que le han asignado a la mujer, normalmente muy jóvenes y vulnerables, hay que sumar las cantidades de las llamadas diarias (gasto fijo que deben pagar cada día por estar en el club) de cada una de ellas, las multas y un porcentaje de todos sus gastos en cualquier cosa: peluquería, salidas, productos de limpieza, llamadas telefónicas, preservativos, lubricantes....
"Los pequeños chochales se convirtieron en grandes salas de lujo, en grandes complejos donde hacinábamos a las mujeres, sin respetar ningún aforo ni permiso municipal. Los banqueros nos recibían a cualquier hora y nos ofrecían todo tipo de negocios y los abogados nos asesoraban..., y ni unos ni otros nos preguntaban por la procedencia del dinero. De la noche a la mañana todos nos veían más guapos, más altos, e incluso más cultos... A nadie le importaba de dónde viniéramos, cómo fuéramos o lo que hiciéramos: solo les importaba nuestro dinero".
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Según el relato de el Músico incluido por Lozano en el libro, tanto la prostitución como la trata para la explotación sexual se ejerce por distintas circunstancias que vuelven muy vulnerables a las mujeres "y que nosotros aprovechamos sin dudar". La feminiazación de la pobreza, la precariedad tan presenta en sus vidas, sus necesidades económicas o emocionales las convierten en presas muy fáciles de manipular. "Más aún cuando se cruzan en el camino con especialista en el arte del engaño como nosotros. Como yo", relata.
La tela de araña
"Nadie se levanta una mañana y decide ser puta: pero si reúne las condiciones, si es una mosca fácil de atrapar, nosotros tenemos la tela de araña perfecta tejida donde caben las promesas de una vida mejor para ellas y los suyos, los halagos que le gusta escuchar, algunas ayudas insignificantes que ellas agradecen como si los fueran".
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La trampa está servida. La deuda, que crece y crece nunca se llega a pagar. Siempre hay un gasto extra, un engaño más, un permiso de residencia, que aunque sale gratis se les dice que vale más de 1.200 euros. La telaraña cada vez se hace más grande. Sólo cuando se las considera inservibles y no dan más frutos económicos a sus captores, pueden conseguir la libertad. Eso sí, sin dinero. Se les comunica que han pagado la deuda y que si quieren ahorrar para su familia, deberán trabajar para conseguir más.
El libro relata la historia de varias mujeres. Casi todas provenientes de Colombia. Cuenta la desgracias de Lucía, que tras pasar varios años cautiva, explotada y consciente de que nunca sería capaz de pagar la deuda de le decían que había contraído, se cortó las venas una tarde antes de la hora del trabajo. No murió físicamente. Sobrevivió al intento de suicidio, pero tan perjudicada que la propia red decidió "condonarle la deuda". Terminó internada en un hospital psiquiátrico. No volvió a ver a su hijo ni a sus padres.
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Alba tenía tan sólo 19 años cuando llegó de Colombia. Al poco tiempo descubrieron que estaba embarazada. "El embarazo estaba tan avanzado, que la clínica, por más que se lo rogamos, se negó" a practicarle un aborto. Parió sola en el cuarto de baño de baño. Era una niña. Cuando la llevaron al hospital para que la limpiaran y la cosieran, comenzó el acoso. "Mejor que la des en adopción". "Tienes que ser lista". "No podrás hacer frente a tu deuda con la niña a tu cargo y al final perderán la casa de tus padres". "Entrega la niña y ponte a trabajar para pagar lo que me debes, porque sabes que al final vamos a cobrar aquí o en Colombia". "Si el día de mañana quieres recuperar a la niña, ya verás que la recuperarás fácil, sin problemas: eso se suele hacer con frecuencia", mintió. No era la primera vez que convencía a una joven con esos argumentos. Alba entregó a la niña a los servicios sociales.
A su regreso al club comenzó a beber sin descanso, a consumir drogas, primero con los clientes. Finalmente acabó indigente por las calles de Madrid. Eso sí, antes de soltarla ya había pagado religiosamente y con creces hasta el último euro de su deuda.
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Resulta muy difícil luchar contra un fenómeno criminal como la trata de seres humanos con fines de exploatción sexual en un país en el que conviven con impunidad los carteles de neón anunciando cientes de puticlubes a lo largo y ancho de nuestro territorio: donde todos los días nos encontramos propaganda de mujeres semidesnudas en los parabrisas de nuestros coches, donde periódicos de gran tirada publican anuncios de mujeres que ofrecen sexo a cambio de dinero... " concluye Lozano en su libro.
"¿Cómo se lo explicamos a nuestros hijos?, espeta Lozano y concluye con pregunta a modo de reflexión abierta: "¿De verdad una sociedad democrática y libre puede garantizar de forma certera la dignidad y el respeto a los derechos humanos de las mujeres tolerando las formas más comunes de proxenetismo?".