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Toros con respiración asistida: la asistencia se hunde pese al sostén de los nuevos gobiernos de la ultraderecha

El número de espectadores de los festejos taurinos cae por debajo del millón por vez primera en décadas y pierde a uno de cada cuatro telespectadores pese al aumento de las convocatorias, impulsadas por los nuevos gobiernos municipales.

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Los datos revelan una notable caída del público en los festejos taurinos pese al elevado número de convocatorias. — Crédito: PxHere (CCO)

zaragoza, Actualizado:

"Hablar de adscripción política de la tauromaquia es una estupidez, adscribir los toros a una tendencia política solo puede ser ignorancia o maldad", sostiene Fernando González Viñas, escritor y experto en la materia.

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Sin embargo, el intento de politización de los festejos taurinos es un hecho en España, con formaciones como la ultraderecha de Vox que han pasado, primero por libre y ahora bajo el paraguas que le ofrecen sus alianzas locales y autonómicas con el PP, a hacer bandera de una actividad a la que atribuyen unos singulares rasgos de tradición cultural.

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En cualquier caso, el barniz aparentemente cultural o tradicional de esos posicionamientos no acaba de enmascarar su finalidad instrumental real, que es la de confrontar con los planeamientos animalistas y pro bienestar animal del ecologismo y de los partidos situados más a la izquierda para generar otro ámbito de debate alborotado.

La bandera incluye episodios como la creación de una Dirección General de Infraestructuras Rurales, Patrimonio y Tauromaquia en la Junta de Extremadura, de la que se hará cargo Vox, la colocación del torero y abogado Vicente Barrera como conseller de Cultura y vicepresidente del País Valencià o el anuncio en Castilla y León de becas para financiar estudios, "unas de carácter científico y otras histórico", sobre esa misma materia.

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No obstante, las ayudas al mundo del toro no son patrimonio exclusivo de los ejecutivos de la derecha, como bien saben en Extremadura o en Aragón, donde llegó a plantearse la equiparación de los alumnos de las escuelas taurinas con los deportistas de alto rendimiento a efectos académicos.

Reabrir la plaza de Gijón y cubrir la de Guadalajara

En el plano municipal, la llegada al poder de Vox de la mano del PP incluye anuncios como la creación de un trofeo municipal al mejor torero de la feria en Valladolid, una inversión para cubrir la plaza en Guadalajara o la reapertura de la de Gijón, cerrada a principios del año pasado por el riesgo de derrumbe de algunas gradas.

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Sin embargo, la agitación de esa bandera y la recuperación a su socaire de unas cifras de convocatorias ligeramente superiores incluso a las previas a la pandemia conviven con un histórico desplome del interés por los toros, tanto en vivo como a través de los medios.

Según recogen las estadísticas del Ministerio de Cultura, el número de espectadores que asisten a los festejos se ha situado claramente por debajo del millón por primera vez en décadas, y pese a que uno de cada cuatro entra en las plazas con entradas gratuitas, mientras la audiencia por televisión e internet se redujo en un 25% el año pasado frente a la anterior a la pandemia.

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"En los espectáculos somos todos minoritarios, porque a ninguno de ellos asiste más del 50% de la población, pero a veces parece que nos piden un posicionamiento y que este sea radical", anota González Viñas, quien se muestra convencido de que "nadie va cambiar su voto porque alguien defienda o no la tauromaquia".

Estos son los principales datos sobre la evolución de los festejos taurinos que recogen esas estadísticas:

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El número de festejos regresa a los niveles prepandemia

Las cifras del Ministerio de Cultura sitúan el número de festejos taurinos celebrados el año pasado en las plazas de toros españolas en 1.546, una cifra que supera ligeramente a las de 2018 y 2019, los dos años previos a la pandemia y que no se aleja mucho de las de los dos anteriores, aunque sí supone un descenso del 11% frente a las 1.736 de 2015 al que no resulta ajeno el deterioro de un buen número de plazas, muchas de las cuales ya se dedican a otros usos.

Esa misma estadística apunta a un aumento del número de corridas y de novilladas, a menudo organizadas por ayuntamientos y diputaciones, mientras decaen con claridad otros formatos considerados de menor categoría por los aficionados como los festivales, las becerradas y el llamado toreo cómico.

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Los registros son similares en lo referente a los llamados "festejos taurinos populares", que incluyen modalidades como las vaquillas, los bous al carrer o los toros ensogados y embolados, en los que a menudo se dan episodios de maltrato animal y cuyo mantenimiento suele ser objeto de intensos debates en sus áreas de influencia.

Resultan llamativas las diferencias que se aprecian en la distribución territorial de los dos bloques de festejos taurinos, con prácticamente el 80% de los primeros concentrados en Castilla-La Mancha (365 el año pasado), Castilla y León (346), Madrid (263) y Andalucía (249), mientras más de la mitad de los segundos se localizan en el País Valencià (8.702).

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También se da una fuerte presencia de estos últimos en el Valle del Ebro con 1.662 en Navarra, 806 en Aragón y 315 en La Rioja que suman un 16,5% y a los que se suman parte de los 140 de Euskadi y los 54 de Catalunya.

Pero la cifra de asistentes cae en picado

Ese repunte del volumen de festejos que se celebran en las plazas de toros coincide, sin embargo, con un acusado descenso del número de asistentes a los mismos, que el año pasado cayó claramente por debajo del millón para situarse en 776.000.

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Esa cifra, la menor en décadas, se registra el mismo año en el que, una vez derogadas las limitaciones por la pandemia, los fiascos en la afluencia de público se sucedieron de feria en feria, con la de Bilbao como ejemplo paradigmático.

En solo cuatro años, y según las cifras que maneja Cultura, la asistencia a los festejos taurinos, sin incluir los populares, se ha desplomado a apenas la cuarta parte al caer desde los 3,13 millones de 2019, el ejercicio previo a los dos años de confinamientos y restricciones.

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Ese descenso en picado de la afluencia, que coincide con otra del 25% entre quienes siguen esas convocatorias por televisión o por internet, se ha producido a pesar de que uno de cada cuatro espectadores, el 25,9%, accediera a las plazas mediante invitaciones y entradas gratuitas.

La caída es mayor todavía si los datos de asistencia del año pasado se comparan con los de quince antes, cuando los festejos taurinos llegaban a atraer a casi el 10% de la población: ese porcentaje no llega al 2% ahora.

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Esa tasa se encuentra claramente por debajo del que registra el CIS entre quienes van a misa a diario, que alcanza un 5,9% de la población, y también de los que, según las estadísticas de Cultura, asisten a conciertos de música clásica (3,9%), van al teatro (8,2%) o visitan galerías de arte (6,9%).

El nivel cultural y el precio de la entrada

Los registros del ministerio atribuyen a los aficionados taurinos unos niveles de consumo cultural superiores a los del conjunto de la población en todas las vertientes, con brechas superiores a los diez puntos en algunas de ellas como las relacionadas con la pintura y la escultura o con el teatro.

La presencia de hombres entre el público de los festejos taurinos duplica a la de las mujeres, mientras que la distribución por edades sitúa a los adolescentes de 15 a 19 años como el grupo en el que la asistencia es más frecuente al llegar a un 2,5% de la población. Son, también, los que más invitaciones reciben, ya que el 39,2% de ellos entra gratis.

Ese último porcentaje solamente lo superan los mayores de 74 años, puesto que casi la mitad (48,5%) de los que fueron a las plazas entraron en ellas sin tener que pagar entrada.

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