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Intento de suicidio, una pastilla y a casa

A pesar de ser un problema de salud pública de primer orden, muchas personas con ideación suicida y sus familiares no encuentran la ayuda que necesitan en el sistema de salud mental. 

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Foto de archivo. Una persona sujeta una pancarta en una manifestación para exigir un Plan Nacional de Prevención del Suicidio, a 10 de septiembre, en Madrid. — Jesús Hellín / Europa Press

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Si estás pasando por una mala situación personal, padeces alguna enfermedad mental o tienes pensamientos suicidas, puedes recibir ayuda de tu médico de cabecera, acudir a Urgencias o apoyarte en una persona de confianza y contarle lo que te sucede.

​También tienes a tu disposición la línea de atención a la conducta suicida en el 024, el Teléfono de la Esperanza (717 003 717 / 91 459 00 55) o el Teléfono contra el Suicidio (91 138 53 85).

"Sobrevivir". Eso es lo que responde a Público Román Reyes, madrileño de 37 años, cuando le preguntamos qué hace en la actualidad. Este año se cumplen cinco años del suicidio de su madre, una de las once personas al día –un total de 4.227 en 2022– que se suicidan en España, según datos del Instituto Nacional de Estadística.

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Sucedió después de incontables viajes a urgencias a lo largo de los años, en que no conseguía que ingresaran a su madre a pesar de que se encontraba en una situación límite. "Ella llegaba diciendo "me quiero quitar la vida" y lo que hacían era darle unas pastillas nuevas. "Que se tome esto, ya verás cómo mejora"... Y otra vez vuelta a empezar", recuerda.

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"La salud mental en nuestro país solo pone tiritas, nada más. Mi madre se tiró veinte años y pico con depresión. Perdió el trabajo y los problemas se le fueron haciendo bola porque no tenía atención psicológica. Los médicos no la tomaban en serio. Solo le daban pastillas", recalca Reyes. "Si vas al hospital pidiendo ayuda y solo te cambian la medicación y te mandan para casa, es como si el sistema casi te impulsara a suicidarte".

Fugaz paso por Urgencias

En muchas ocasiones, sí hay ingresos psiquiátricos, pero por lo general son de corta duración o, al menos, más corta de lo que las personas en riesgo necesitarían. "Al mes te echan", dice Reyes.

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Cuando a su madre le dieron el alta después de su último ingreso, "yo les dije a los médicos que ella no estaba bien. A los dos meses se suicidó. Dime si eso no es una negligencia del sistema sanitario, con el historial que ella tenía", denuncia este superviviente de suicidio.

Cuando logró reponerse de la conmoción, Reyes transformó su duelo en una cruzada para denunciar la situación con la que se encuentran las personas como su madre y creó para ello la plataforma Stop Suicidios, en 2019. Así conoció a Helga Blázquez, que perdió a su hija en 2022, con 20 años.

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"Mi hija acude un viernes a urgencias, la ve un psiquiatra, al rato la mandan a casa. A las 24 horas, su situación empeora, se vuelve extrema. Nos vemos obligados a llamar al 112, se la llevan en ambulancia. Les pido a los psiquiatras que por favor no den el alta, ya que estaba muy mal y tenía un historial bastante extenso por intentos previos. A las dos horas, la ponen en la calle. 24 horas después, mi hija se suicida", cuenta Helga Blázquez.

Faltan profesionales especializados

Fallecen por suicidio el triple de personas que por accidentes de tráfico

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Y es que, a pesar de ser un problema de salud pública de primer orden y a pesar de que fallecen por esta causa el triple de personas que por accidentes de tráfico, 13,6 veces más que por homicidios y 90 veces más que por violencia de género, en España, nunca ha existido una estrategia de base de salud mental a nivel nacional. No existen, tampoco, protocolos de respuesta rápida para agilizar la derivación a especialistas.

"Hay mensajes muy grandilocuentes, pero a la hora de pedir cita para salud mental es un desastre. Incluso pagando es difícil encontrar a un profesional que se dedique a esto, que quiera asumir esta responsabilidad, que sea capaz de aguantar la respiración cuando un niño de 14 años te dice que esa tarde se va a matar", nos dice el psicólogo Daniel López, coordinador de la asociación Papageno para la Prevención del Suicidio.

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"Son problemas muy complejos. Y no todos los psicólogos y psiquiatras están formados y preparados para afrontarlos", apunta López.

El daño colateral de esta carencia es demasiado grande, como demuestra el caso de Nico. Con 19 años, estaba recibiendo psicoterapia en un centro privado para superar la muerte de su madre por cáncer, sucedida dos años antes. "La psicóloga, que estaba especializada en adolescentes, no detectó que estaba en riesgo de suicidarse", confía a Público su padre, Juan José Escudero. El psiquiatra, que lo trataba de TDAH, tampoco.

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Carencia desgarradora

"Fui con la idea de que los psicólogos sabían de estas cosas, que sabían detectar los riesgos. Pero me enteré después que no. La mayoría no están formados para abordar el riesgo de suicidio", clama Escudero, que fundó la asociación para la prevención del suicido Sendas después de perder a su hijo.

Nico cumplía muchas de las señales de peligro conocidas. Por ejemplo, explicó a su psicóloga que no quería contarle sus problemas a su padre para no preocuparle. "Pensaba que era una carga para mí. Si a esta psicóloga le hubieran enseñado en la facultad que esta era una señal de alarma, habría sabido que era importantísimo que lo empujara a hablar con su padre", recuerda Escudero.

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Algo parecido le sucedió a la hija de Carlos Soto, con 17 años. Cuando comunicó a sus padres que se encontraba mal, que no podía concentrarse para estudiar y que no dormía bien, la llevaron al médico de cabecera, que le recetó antidepresivos y ansiolíticos "sin ni siquiera escucharla". La doctora le dijo: "Cuando te agobies mucho, te tomas un lorazepam", recuerda su padre.

También la llevaron a un psicólogo, al que estuvo yendo tres meses. Dos días después de la última consulta, se suicidó.

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El suicidio no se estudia con profundidad en la carrera de Psicología

"El abordaje del suicidio no se estudia en la carrera. Se toca de pasada a veces, en todo caso. Solo se forman lo que quieren hacerlo por cuenta y pagándolo aparte de la universidad", corrobora este superviviente, que ha participado en cursos de formación para profesionales de la salud mental como divulgador dentro de la Asociación P81 Social.

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"Las nuevas generaciones de psicólogos cada vez son más sensibles al tema", observa. Sin embargo, todavía, a muchos les da miedo y no quieren tratar a personas con ideación suicida porque les supera. Aunque todos deberían tener herramientas porque en cualquier paciente en cualquier momento puede surgen la ideación suicida".

"Lo que necesita alguien en esa situación es atención psicológica inmediata y especializada, al menos, una vez a la semana y no para dentro de tres meses", recalca Soto. "Los supervivientes nos quedamos abandonados, igual que lo estaban las personas a las que perdimos", denuncia Helga. Su marido lleva 11 meses de baja en el trabajo, pero la Sanidad pública solo le ha puesto una cita con el psicólogo cada tres meses.

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Tengamos en cuenta que España cuenta con once psiquiatras por cada 100.000 habitantes –la mitad que en Francia– y tres veces menos psicólogos que la media europea. Somos, además, el país que más benzodiazepinas consume del mundo.

Se precisan soluciones urgentes

"Para prevenir el suicidio, primero hay que tomar conciencia de que tenemos un problema", señala a Público el psicólogo Andoni Anseán, presidente de la Sociedad Española de Suicidología . Algo que, en su opinión, "España no ha hecho todavía". El segundo paso, claro, sería "preocuparnos por hacer algo".

Algunos de los puntos urgentes son, según este experto, la formación de profesionales –no solo sanitarios, sino bomberos, policías, maestros y profesores…–, campañas de divulgación a la sociedad, crear protocolos de actuación en hospitales, centros educativos, servicios sociales… y dotar a la atención médica de más especialistas en salud mental.

Al mismo tiempo, el mayor obstáculo para atajar este problema es su pesado estigma, que alcanza no solo a la sociedad, sino también a los medios de comunicación, incluso, a los sanitarios. "Cuando vas a consulta en tu médico de cabecera, al hacerte el historial, te interroga por si tus padres sufrieron cáncer, si tienes dolores, cómo duermes... pero no te suele preguntar si tienes pensamientos suicidas", observa Anseán.

La razón, en su opinión, está en que "tendemos a desvincularnos de un problema que no sabemos cómo afrontar, a mirar hacia otro lado".

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