Sevilla Una cara oculta de violencia policial en el marco de la Expo 92
Colectivos sociales y numerosos extranjeros y grupos indígenas vivieron dos manifestaciones de intensa gravedad por la violencia desatada por la policía en pleno centro de la capital andaluza con altos índices de pobreza en aquellos años.
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SEVILLA, Actualizado:
La imagen maquillada de la Expo 92 en Sevilla también guarda un doble fondo de violencia que pocos conocen en la propia ciudad andaluza y el panorama nacional. Dos manifestaciones que fueron duramente reprimidas por hablar en contra del colonialismo en América 500 años antes. En unos tiempos donde ya estaba bien instaurada la democracia o al menos así lo parecía, el propio delegado de gobierno socialista, Alfonso Garrido, prohibía manifestarse en contra de una Exposición Universal que trajo solo un lavado de cara para los más ricos de la ciudad y extranjeros que pudieron disfrutar de sus atracciones, hoy desvencijadas por el paso de los años y abandonada durante casi una década en la apartada Isla de la Cartuja.
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El balance policial represivo que se registró en las dos manifestaciones del día 19 y 20 de abril de 1992 en contra del macro evento son demoledores. Tres heridos graves de bala (uno en coma) y numerosos contusionados. 84 detenidos. 42 expulsados por aplicación de Ley de Extranjería (la mayoría eran de nacionalidad europea) y detenidos sin orden judicial. Todos ellos estuvieron hacinados durante más de seis días en una comisaría de policía en el centro de la ciudad donde recibieron tratos vejatorios y palizas. Once personas fueron llevadas a los calabozos por un delito de atentado a la autoridad y la resistencia bajo prisión preventiva. La versión oficial del gobierno y la prensa hablaba de “grupos de punkis con barras de hierro en una manifestación por la ciudad”. Nadie se paró a investigar los hechos.
500 personas manifestándose en contra de la Expo
Agustín Toranzo era un joven de apenas veinte años que vivió en primera persona los acontecimientos. “Aún los que vivimos aquellas manifestaciones en el centro de Sevilla con más de 500 personas gritando en contra de la Expo recordamos la dureza de la policía hiriendo a los manifestantes con disparos al aire y dando palizas a todo el que caía al suelo. Nada podía salir mal y estaban dispuestos a todo. Al ver la falta de control de aquella situación los policías intentaron disparar primero al aire y al formar una estampida empezaron los disparos por la espalda”. Ulises, un joven de tan solo 19 años no quiso volver a Sevilla nunca más por la gravedad de su estado. Toranzo cuenta a Público que Ulises “estuvo en coma varias semanas con una sonda para hacer sus necesidades como secuela largos años”. La otra joven que recibió el disparo, Belén salía de misa aquel día en dirección contraria al tumulto. “El tiro se lo llevó milímetros más arriba del corazón y pudo salvar su vida. Aún se ven los disparos en plena iglesia donde se vivió la manifestación”.
Agustín no iba solo en aquella marcha, de la que acabó siendo uno de los detenidos. Mariano Agudo, fotógrafo freelance pudo inmortalizar a toda prisa algunas de las imágenes que testimoniaron aquel horror. Agudo recuerda el importante “valor testimonial e histórico de aquella marcha”, que parecía propia de otra época. Más bien de la Transición o finales del franquismo. “Quisimos coger todo el material de aquellos días y editarlo junto a los personajes que habían vivido la manifestación del día 19 de abril y luego la del día 20. Fue así como nació el documental Prohibido Volar. Disparan al aire”. La cinta, creada por Intermedia Producciones, y dirigida por Mariano Agudo y Julio Sánchez ha estado largos años censurada y sin exponer al público. Agudo relata que “aún a día de hoy se considera tabú hablar de la Expo y de todo lo que allí ocurrió”.
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Los duros testimonios de Bea y Belén
Entre los demás testimonios que se encuentran en el inédito documental se encuentran otras historias como la Bea una joven vasca que recibió un balazo en la pierna y estuvo varios días ingresada hasta que salió del hospital. Cuando inició su recuperación, fue custodiada por la policía para ir a la comisaría. “Se metían constantemente conmigo por ser vasca y estuve vigilada por 20 policías en turnos de dos durante día y noche Me obligaron a estar esposada a la cama la primera noche y a ver la inauguración de la expo por la televisión. Me insultaban todo el rato. No hubo medidas para frenar todos los movimientos que había en contra de la Expo y creo que el balance pudo ser mucho más grave”.
Belén es la famosa chica de la foto que recibió de improviso un disparo en el pecho. “Un chico me apretaba la herida para que no me desangrara. Me llevaban de un sitio para otro mi madre y mi abuela porque no sabían bien que pasaba. Yo me creía que era una maratón. No entendía bien todo aquel jaleo. La policía al ver el grave error que cometieron me llevaron corriendo al hospital Virgen del Rocío”. Esta actuación desproporcionada continúo con detenciones arbitrarias de cualquier elemento cercano al colectivo social “Desenmascaremos al 92” o de corte “subversivo” siendo trasladados a la nueva comisaría creada en aquel año. Al centro de detención de Blas Infante llevaron a muchos de los sospechosos recibiendo un grave trato físico con torturas e insultos.
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Aquella Sevilla tapada para la ocasión
La Sevilla de los 90 no era símbolo de progreso. Sus carencias estructurales eran más que evidentes. “Era una de las regiones más deterioradas y pobres de Europa que quisieron cambiarla en cuestión de cinco años sin buscar los problemas reales de su población”. Beatriz Moreno cuenta a Público como afectada de aquella represión de la Expo como “se pintaban con pintura blanca todas las fachadas por orden del ayuntamiento aunque se cayera meses más tarde. Recuerdo los muros levantados frente a las nuevas carreteras para hacer desaparecer los asentamientos chabolistas, las grandes masas de obreros yendo a trabajar alrededor de la Exposición Universal y los accidentes laborales numerosos que no salían en los medios. Barrios como la Alameda no salían ni en las agendas de turismo por el alto número de yonkis que había”.
“Balas para los pobres. Expo para los ricos”
La segunda manifestación se vivió el mismo día de la inauguración de la Expo, el 20 de abril. Toranza recuerda que fue mucho menos numerosa pero no menos dura. “Al otro lado del recién creado Puente de la Barqueta los policías reprimían a la gente de las protestas con palizas y los asistentes a la Expo aplaudían a los policías que daban golpes”.
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Antonio tuvo que dejar de grabar por los golpes recibidos en el estómago
Colectivos indígenas desembarcaron en la ciudad para participar en las protestas y donde recordaron “el fuerte expolio vivido por el imperio colonialista español y la desaparición de muchos de sus pueblos”. Antonio estaba como periodista de la cadena andaluza Canal Sur sin saber bien de dónde venían aquellos gritos. “Las pancartas de los jóvenes tardaron poco en estar de pie porque cinco furgones de la policía llegaron incluso a arrastrar a la gente por los pies y manos para quitarlos del escenario de la Expo. Les daban patadas en los riñones”. Antonio tuvo que dejar de grabar por los golpes recibidos en el estómago.
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Juicio y absolución del jefe de policía Soriano Vidal
Paralelamente, una veintena de extranjeros fueron detenidos en un camping a la afueras de la ciudad. Tenían bien identificados a los activistas que estaban involucrados en las marchas. “Sin orden judicial los llevaron hasta Barcelona en furgones donde estaban hacinados en condiciones infrahumanas. Pasaron seis días detenidos”, afirma Beatriz Moreno. Ya había más de medio centenar de detenidos en las comisarías y cárceles de Sevilla. Agustín y Mariano participaron a los pocos días en la rueda de reconcomiendo de los policías que dispararon en la manifestación del día 19. La versión del informe final no concretaba la autoría de ninguno de ellos. El único reconocido como autor material fue el inspector de policía Juan Soriano Vidal.
En noviembre de 1996 se llevó a cabo el juicio contra el inspector jefe de policía Soriano y la prueba pericial de la guardia civil determinó que hubo solo disparos al aire. “Los testimonios de los agentes se contradecían con una misma versión de los manifestantes y vecinos. El acusado reconoció que había disparado para disolver la multitud pero no llegó a ser acusado por el juez”, apunta Agustín.
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En diciembre de 1997 Soriano salió finalmente absuelto. “Los policías dispararon contra los manifestantes sin haber pruebas suficientes para incriminar a Soriano como autor de estos disparos”, aclara la sentencia. El mito de la Expo continúo sin encontrar culpables a este grave episodio.