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Renfe Los usuarios de Cercanías Madrid reclaman mejores servicios en la "tercermundista" línea del sur

Incidencias, parones, falta de espacio o frecuencia y retrasos son los problemas que aguantan a diario los viajeros que utilizan la línea que une Aranjuez y El Escorial. Este lunes los usuarios de la C3 volvían a sufrir estas circunstancias. 

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Abarrotado un tren de Cercanías en la estación de Pinto a las 9 de la mañana. / I.F

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Este lunes, los trenes de la línea C3 de Cercanías Madrid ha sufrido demoras y colapsos a su paso por Pinto. Una incidencia en la estación de Príncipe Pío, no incluida en el recorrido de la línea del sur que une Aranjuez y El Escorial, ha provocado que el tren se retrase y la afluencia de usuarios crezca y se amontonen en los vagones. 

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El jueves de la pasada semana, una incidencia en un tren de mercancías en la estación de Valdemoro, provocó que esta vía se colapsara en su recorrido hasta Pinto. El vehículo no podía continuar su normal funcionamiento y los viajeros con dirección Aranjuez debían bajarse en la estación valdemoreña, y esperar el siguiente tren.

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Para su conmoción, los habituales de la C3 se encontraron de nuevo el viernes con un incidente similar. Otro tren de mercancías se paraba, esta vez, entre las estaciones de Ciempozuelos y Aranjuez y obligaba a los cercanías a redireccionar sus servicios lo que provocó cambios en el horario e importantes retrasos en los trenes.  

Renfe ha explicado a Público lo que sucedió aquel día: una locomotora empezó a arder por el bogie de atrás, pegado a la carga. Esto provocó la inmovilización del vehículo y la retención de la vía en la que se encontraba. Por ello, los trenes que discurren normalmente por ese sentido debían ser mandados por el contrario lo que provoca paros y demoras en ambos sentidos.

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Las quejas de los usuarios se desencadenaban entonces en las redes sociales. A la espera de alguna comunicación por parte de la compañía de trenes, los viajeros afectados mostraron su descontento en redes sociales como Twitter. Los usuarios están profundamente desencantados con el servicio de Renfe: “es tercermundista”, cuenta Israel, publicista de 27 años residente en Pinto, que sufrió los parones de la pasada semana y mostró su enfado en la red social del pajarito.

La palabra clave es avería. Esa la respuesta que el servicio de cercanías ofrece a sus usuarios. Ante los retrasos, se lanza un tuit o suena la megafonía de la estación y narra lo que todos ya se esperan: “Por una avería imprevista, los trenes circulan con demora”. A partir de ahí, incertidumbre. “Estuvimos esperando casi una hora hasta que se restableció el servicio”, cuenta el joven pinteño.  

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Las vías destinadas al uso de la línea morada de Cercanías son las más transitadas por vagones de mercancías y trenes de media distancia que comunican Madrid con provincias de toda Andalucía y Ciudad Real. Estos tienen preferencia de viaje y por lo cual los cercanías deben ceder el paso ante ellos. Pero este no es el último problema que presenta la C3.  

“No todo es culpa del overbooking de la vía, es que no entienden que somos muchos usuarios y que el tren siempre está lleno, a cualquier hora”, se queja Israel. Si esta cuestión se suma al hecho de que sólo pasan dos trenes cada hora, o al uso de un tren corto en las horas más congestionadas obligando a sus pasajeros a ir apretados por falta de espacio, según cuenta Israel, el resultado es la insatisfacción y el abandono que sienten los vecinos de Madrid sur al recibir un servicio bastante más nefasto que el resto de líneas de la comunidad.

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La gravedad del problema no se queda en la superficie de una inesperada e inusual incidencia en uno de los trenes. La indignación de los usuarios de la línea sur de cercanías se alimenta diariamente debido a que los retrasos son constantes, la frecuencia de trenes, mínima, y la capacidad del tren, inferior a la necesaria.

“Los trenes pasan cuando quieren”, dijo María para Público. La universitaria de 20 años coge el tren en Valdemoro cada mañana asegura que no hay día que el tren pase a su hora: “A veces antes, a veces después, pero nunca a la misma hora”. “Al menos un día a la semana llego tarde a clase por culpa del tren, es desesperante”, afirma.

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"Somos muchos usuarios y el tren siempre está lleno, a cualquier hora"

“Hay tanta gente que cuando llega el tren a Valdemoro, ya no hay asientos vacíos”, cuenta la estudiante. Valdemoro es la tercera estación desde el inicio del recorrido que une la zona sur con la capital. Esta línea suma doce paradas hasta Chamartín y las plazas se llenan en las dos primeras, es decir, que sólo los usuarios que viajan en Renfe desde Aranjuez y Ciempozuelos ocupan el espacio ofrecido por la empresa de transportes y aún así el vagón debe recoger a más viajeros en el resto de paradas.  

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“Es indignante que el abono mensual desde Pinto me cueste 72 euros y tenga que ir apretado”, reclama Israel. Llenar un depósito de 50 litros de gasolina super95 en España cuesta 60 euros, pero desde Aranjuez y para los mayores de 25 años, el transporte público cuesta más que cargar el depósito de un vehículo propio: 89 euros.

Vagones de Renfe para el transporte de mercancías.

A algunos, como es el caso de María, no les queda otro remedio que seguir utilizando esta red de transporte porque no disponen de carnet de conducir y el medio más cercano para llegar a la universidad es el tren. Pero otros muchos, no pueden acceder a sus puestos de trabajo en coche o incluso la semana pasada se obligados a coger el coche para colaborar con las restricciones anticontaminación que activó el Ayuntamiento de Madrid.

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Por su parte, los Ayuntamientos de los municipios más afectados (Aranjuez, Cuiempozuelos, Valdemoro y Pinto, junto al de Getafe) se reunieron a principios de año para intentar promover reformas que cooperen para acabar con los problemas que tanto disgustan a los vecinos, pero aún la situación sigue igual a pesar de las quejas presentadas por los usuarios del tren.

Desde la zona sur de Madrid denuncian el abandono que sufren por parte de la Comunidad y Renfe, quienes limitan la oferta del transporte público ferroviario para numerosos clientes que reclaman más y mejores servicios, el fin de la mínima frecuencia y el de los trenes cortos a municipios cada vez más poblados.

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