"Si una relación provoca tristeza, ansiedad o depresión es porque no te trata bien"
Las mujeres son uno de los grupos más vulnerables ante la violencia y las desigualdades. Muchas de ellas, superadas por la realidad, entran en depresión y cuadros de ansiedad que tardan en reconocer. Más allá de la medicación tradicional para superar la enfermedad, una fundación les ayuda en su recuperación a través de la educación de las emociones.
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@anaisbernal
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¿Con qué problemas llegan las mujeres a vuestro centro?
Tratamos mujeres con cuadros ansiosos depresivos. Mujeres que están sufriendo con todo tipo de violencia pero, que aunque sea del pasado, sus consecuencias las sufren aún en el presente. Nos llegan con un síntoma, pero eso no es lo que tratamos aquí. Eso es sólo la punta del iceberg, porque detrás del síntoma hay una historia, una causa, y esa es la que hay que tratar o la depresión no se puede curar. Y vienen con múltiples conflictos a sus espaldas como rupturas de pareja, problemas familiares, económicos, laborales… No es algo que afecte más o sea exclusivo de una clase social o de un nivel económico o educativo.
¿Por qué un centro sólo para mujeres?
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Esta idea nace en los años 90, cuando no había recursos asociativos donde la mujer pudiera acudir para hablar de sus problemas. Su fundadora vio este déficit. Pero hay que tener en cuenta el importante papel de la mujer en la sociedad, donde es el núcleo de la familia. Y aquí las mujeres llegan con la autoestima por los suelos, y hasta físicamente se las ve abatidas. Muchas llegan tan aturdidas que ni siquiera reconocen tener depresión, sino sólo un estado de sufrimiento o de tristeza, que no saben definir muy bien.
¿Les cuesta dar el primer paso?
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Lo que más cuesta es sostener. No dar el primer paso, sino sostener el querer salir de donde estás. Hoy por hoy la sociedad demanda respuestas automáticas, rápidas. La depresión y nuestro programa terapéutico educativo requieren de un tiempo prudencial de unos cuatro o seis meses, para que ellas noten mejoría, porque también incidimos en la prevención. Así evitamos que existan recaídas. Todas vienen por propia decisión y comprueban que en ese tiempo sus vidas son más estables y mejoran en independencia y fortaleza. Otras se van, pero regresan cuando consideran que están preparadas para cambiar en sus vidas.
¿Pesa aún el estigma que existe sobre la depresión o ansiedad?
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El estigma muchas veces se da de forma previa y eso es lo que evita que la mujer dé muchas veces el primer paso, antes de acceder a cualquier tratamiento. Ese estigma es previo. El primer paso es reconocerlo. Ellas reconocen que tienen un problema y eso, por sí solo, ya es ser valiente. Todas son mujeres que sufren mucho y ese sufrimiento las bloquea.
¿Cómo puede bloquear?
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A cada una le bloquea en diferentes aspectos de su vida. Por ejemplo en no querer hacer cosas o no tener ganas de vivir, en su vida laboral, familiar, de pareja… Ese estado de tristeza no te pone en la mejor situación posible para afrontar la vida ni las relaciones con los demás, que se ven mermadas, porque no eres capaz de encontrar, mantener o realizar un trabajo o una relación.
¿La medicación cura la enfermedad mental?
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El papel de la mujer en la sociedad muy importante, son el núcleo de la familia. Aquí las mujeres llegan con la autoestima por los suelos y hasta físicamente se las ve abatidas
Las pastillas te quitan el síntoma, pero no te quitan el problema. Intentamos ver la causa de los síntomas porque cada vez vienen más mujeres, más medicadas y, además, tomando más pastillas, más dosis. Por sí misma la medicación no cura. Puede ser necesaria en algún momento del tratamiento; pero sola y para siempre, no. No la negamos como algo de transición, que puede quitar la ansiedad o la tristeza puntualmente. Nosotras lo que trabajamos es que cuando la pastilla no esté, tu ansiedad o tu tristeza tampoco esté, porque seas capaz de gestionar las emociones de otra forma para que no tengas que recurrir a las pastillas todos los días. En el año 2012-2013 un 40% de mujeres venían medicadas a nuestro centro. En 2015 rondaba el 60%. Eso también se debe al tiempo que vivimos de crisis, donde se ha aumentado la medicación para tratar depresiones y ansiedad. A ellos le sumas las mujeres que se automedican, que alargan los tratamientos… y ahí está el problema. El problema es que cuando la medicación rebasa su tiempo, en su justo momento y medida, genera otro problema, y es que te enganchas a él.
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¿La crisis ha llevado a las mujeres más a la depresión?
Muchas mujeres se han visto sin trabajo en casa o sin ingresos y ahí empiezan más discusiones en pareja, buscar dinero… y algunas tienen una edad que les cuesta más conseguir empleo, más precariedad, mayor desigualdad, repercute en los hijos y familiares, se suman deudas o se generan nuevos problemas económicos. Hay muchas mujeres que llegaban ahogadas, porque han mantenido la situación hasta donde han podido, en su límite. Y la crisis aún dura con mujeres que, aparte de su historia, suman situaciones de embargo o de desahucios, hijos con problemas… Muchas veces no se sienten valoradas dentro del mercado de trabajo. Y otras, como han podido, han tenido que ser ellas las que mantengan a toda la familia. Algo bueno, después de aplicar las terapias nuestras, es que muchas buscan empleo, se sienten más útiles y retoman estudios pendientes. Eso es un indicador de que la mujer puede reforzar su autoestima y enfrentarse a una relación laboral o buscarla.
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Aunque hay centros que tratan con diversos protocolos los casos de violencia de género, aquí os centráis más en el daño psicológico.
Sobre todo trabajamos en la prevención. No tratamos tanto el momento presente, porque hay otros dispositivos, pero sí la violencia que ya han sufrido en el pasado. A partir de ahí prevenimos para que no vuelva a ocurrir, porque hay mujeres que repiten patrones cuando encuentran otra pareja, y la siguen tratando mal.
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¿Qué patrones?
Últimamente existe la idea de que si veo cuatro vídeos por Internet y leo cuatro cosas de autoayuda, te curas. Y no es así
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El sentimiento de culpa, pedir perdón de forma constante, dejar de valorarse… y todo eso se refleja en sufrimiento, ansiedad y depresión. Pero cuando ya llegan aquí, las mujeres han asumido que tienen un problema y lo quieren cambiar. Partimos de la base de que, junto al maltratador, en la sociedad existe una educación emocional equivocada porque se han normalizado patrones o sentimientos que no deben permitirse. Tú puedes modificar esa posición y poner límites al que tienes delante, decir: “no, esto no te lo dejo pasar”. De eso se trata, de exigir respeto al que tienes delante, y respetarte tú. A veces ven normal algo porque lo han visto en su entorno, y nosotras le ayudamos a hacerle entender que eso no es normal y qué es una relación donde fluya el respeto.
¿Todas estas mujeres tienen un denominador común?
Sí. Son mujeres que han perdido la autoestima, con tristeza, y algunas desarrollan enfermedades psicosomáticas, de cualquier tipo. Hay mujeres que han trabajado sobre sus fobias y lo creían superado, pero ahora comentan que tienen ansiedades y escalofríos, porque el origen es otro, la causa, que no se ha tratado. Otro caso típico es el insomnio, el no querer salir de su casa, descuidar su imagen personal. Muchas veces la mujer no sabe qué tiene, ni están diagnosticadas y que por referencia de otra persona que le ocurre algo parecido, ya se diagnostican ellas mismas. A veces vienen con tanta carga emocional, que normalizan su insomnio, y no lo relacionan, por ejemplo, con el maltrato. Porque en la violencia de género, sí lo detectan cuando hay violencia física, pero no tanto la violencia psicológica.
La psicológica es la que más cuesta reconocer.
Sí, es la más sutil y es la que más entra a fondo. Es la invisible, la que no se ve, y la que hace tener efectos en tu cuerpo. Las mujeres vienen con insomnio, tristeza, depresión. Ahora, con la crisis, vienen más rupturas de pareja porque muchas han aguantado por el tema económico. Otras veces, no lo refieren al principio, pero durante las sesiones descubrimos que han sido víctimas de abusos sexuales en la infancia, por ejemplo.
Y una vez superado el miedo, la ansiedad, la depresión… ¿hay peligro de recaer?
Estamos teniendo dependencias de muchas cosas. Por eso hay que educar las emociones, para prevenir las depresiones o esos cuadros de ansiedad. Una de ella es la dependencia a Internet
Sí, claro, porque a veces se repiten patrones. Hay casos de mujeres que salen de una relación tóxica y vuelven a recaer. Aquí se trabaja para que ella sea capaz de cambiar de posición, dejar de buscar esos patrones o valorarse, y ver como normal otra forma de relacionarse. No es responsabilizar a la mujer, ni mucho menos, sino que ella por sí misma se dé cuenta de que esa relación no le conviene. Pero eso lo tiene que descubrir ella. Muchas veces los hijos o alguien de su entorno las alerta y en lugar de distanciarse, a lo mejor se distancia ella de los hijos y no de la pareja, y hace un efecto rebote.
Detrás de la depresión o de este sufrimiento, ¿existe siempre un mismo punto débil en la mujer?
La dependencia emocional es el punto débil más fuerte que traen las mujeres, porque entienden que sin esa persona no pueden seguir, porque pueden tener muchos vínculos de unión: hijos, economía… O incluso sin tener nada, una mujer sin hijos e independiente, reconoce que no sabe por qué no pueden dejarlo, a pesar de que no la trate bien. Porque hay algo muy claro: si una relación provoca tristeza, ansiedad o depresión, es porque no te trata bien. La frase del “no puedo vivir sin él” se agudiza cada vez más.