La recogida de la basura puerta a puerta, un sistema efectivo y en auge, pero insuficiente
La retirada casa a casa de los residuos domésticos de forma selectiva según determinadas franjas de día y hora se ha demostrado en Catalunya como un método con resultados rápidos y efectivos. Pero los datos demuestran que no basta con reciclar, sino que hace falta un cambio de modelo de consumo y apostar por la economía circular.
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barcelona,
En la nevera de la casa de Claudia, el calendario semanal que anuncia el horario de las clases y extraescolares de su hija Lola ha dejado paso, con el final del curso, a otra parrilla. En el nuevo cuadrante hay dibujos de una manzana, un libro, un brik de leche y una caca, como la del Whatsapp.
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Los ha dibujado la pequeña Lola y marcan los días que pueden bajar la basura a la puerta de casa en función del contenido y según el nuevo horario, desde que se implantó la recogida puerta a puerta en el barrio barcelonés de Sant Andreu, donde viven Claudia y Lola. "Está muy implicada con esto del reciclaje", dice Claudia, sobre su hija. "Siempre me vigila de cerca cuando tiro cualquier cosa, para asegurarse de que lo hago bien". Aunque ya hace años que en este hogar se recicla, a menudo tienen dudas. Por ello, suelen consultar la web ‘Residu, on vas’ (Residuo, dónde vas) de la Generalitat, cuando no tienen claro dónde tirar algo.
Claudia reconoce que antes de que se implantara el puerta a puerta, las dudas se resolvían con "intuición" o bien optando por la bolsa de desecho, aquel cajón desastre donde se tiraba cualquier desperdicio. Ahora, se lo toman más en serio, ya que sabe que hay alguien que vigila que su selección esté bien hecha y que de esta asertividad dependerá lo que pagará de tasa de residuos. Aunque no han faltado las quejas de algunos vecinos inicialmente y las críticas al Ajuntament de Barcelona para que replanteara el proyecto, en los dos meses que hace que se ha implantado este sistema de recogida de residuos en el barrio, la mayoría de vecinos y vecinas ya se han familiarizado con el método.
Así lo muestran los datos, según las cuales se ha pasado de un 37% de efectividad en el reciclaje a un 76% y con casi un 80% de participación. "Es un modelo que ofrece muy buenos resultados en muy poco tiempo. Pero es verdad que, si bien es una opción que nos ayuda a reciclar mucho mejor, también supone un cambio de hábitos absoluto para aquellas personas que no separaban sus residuos", afirma Eloi Badia, responsable de la concejalía de Emergència Climàtica y Transició Ecològica de l'Ajuntament de Barcelona
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Con estas palabras, el concejal hace referencia a las protestas de una parte del vecindario del barrio después de la implantación del nuevo sistema. La mayoría de quejas venían motivadas por la cantidad de bolsas de basura que se quedaban en la calle, debido a que no se habían depositado de manera adecuada. "Este sistema necesita un periodo de adaptación para acostumbrarse a bajar la basura a la hora y de la manera que toca, pero una vez hecho este aprendizaje, hay muchas ventajas", asegura Montse Cruz, comisionada técnica de la Associació de Municipis Catalans per a la Recollida Porta a Porta.
Y es que, tal y como asegura Cruz, "si todo el mundo participa adecuadamente, los residuos están muy pocas horas en la calle. Además, se eliminan los contenedores y con ellos aquellos molestos puntos de los municipios que siempre huelen mal y tienen desbordamientos", dice. Tanto es así que, sólo en el barrio de Sant Andreu de Barcelona se han recuperado 850 metros cuadrados de espacio público, habiendo
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Este barrio es uno de los últimos ejemplos de implantación de recogida puerta a puerta, pero este modelo hace 21 años que se aplica en Catalunya, los mismos que tiene de vida la Associació de Municipis Catalans per a la Recollida Porta a Porta, que nació cuando este sistema se aplicó en los primeros municipios catalanes Tiana, Tona y Riudecanyes, que fueron pioneros.
Hoy, en Catalunya hay 233 ciudades que se han sumado y hay 100 más que trabajan para aplicarlo, según afirman desde la asociación. "El camino está claro y esperamos que no tarde en llegar a todo el territorio, ya que los resultados son inmediatos", asegura Cruz, quien pone el ejemplo de la comarca del Berguedà. Esta comarca aplicó la recogida puerta a puerta en sus 12 municipios más poblados en 2018 y pasó de la cola del reciclaje en Catalunya, con un 30% de separación, a estar a la cabeza, con cifras cercanas al 80%.
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Menos residuos y mejor separados
Los resultados de este sistema son inmediatos y no sólo evidencian que reciclar más es posible, sino que también nos dice que no lo hacíamos demasiado bien. Así lo explica Eloi Badia, quien dice que otra de las principales quejas de los vecinos era que la bolsa de los desechos sólo se recoge un día a la semana. Esto generó inquietud y no es para menos porque, según datos de la Agència de Residus de Catalunya (ARC) del 2019, el desecho suponía el 55,10% de la recogida total de residuos.
Esta cifra, aunque es la más baja de los últimos 10 años, supone que más de la mitad de las basuras catalanas no se reciclan. "Esto no quiere decir que no se pudieran reciclar estos residuos, sino que no lo estábamos haciendo bien", explica el concejal. Y es que, en sólo dos meses de aplicación del sistema puerta a puerta "la bolsa de desecho casi ha desaparecido, porque nos damos cuenta de que casi todo se puede reciclar".
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La efectividad del puerta a puerta parece ser, pues, una buena manera para poder alcanzar las cifras que exige Bruselas de cara al 2030, que marca el objetivo de reciclar el 65% de los residuos y de reducir al 10% aquellos que acaban en un vertedero (el desecho). Llegar a estos números supondría que las incineradoras podrían dejar de existir, lo que supondría una gran noticia para el medio ambiente ya que, según estimaciones de Greenpeace, 10 toneladas de residuos incinerados se convierten en tres toneladas de cenizas y escoria, que contienen altas concentraciones de dioxinas y furanos, elementos altamente nocivos para los ecosistemas y la salud.
"Es una gran noticia que aumenten los datos de separación, pero con el reciclaje no es suficiente. Tenemos un gran problema con nuestros residuos porque los producimos en exceso", asegura Julio Barea, responsable de la campaña de residuos de Greenpeace. "Está muy bien que reciclemos, pero eso no quiere decir que los residuos desaparezcan. Debemos ser conscientes de que la basura no se esfuma cuando la dejamos en la puerta de nuestra casa: el tratamiento de los residuos también tiene un impacto medioambiental, aunque sean reciclados", añade el activista. Por ello, la clave, según Barea, es "cambiar el modelo de consumo y favorecer la economía circular".
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Así pues, la compra de productos a granel, sin envasar, y fomentar la reutilización de envases serían buenas opciones, tal como apunta la Unión Europea, que también establece que en 2030 el 90% de los envases de las bebidas deben ser reutilizados. "Sería como volver al pasado, en aquella época en que ibas a comprar la leche o el vino con tu botella de vidrio o devolviendo una vacía y te daban una llena", recuerda Barea. Pero para que este regreso sea posible, advierte que hay que "exigir responsabilidades políticas a las empresas, para que cumplan con el ciclo de retorno". Esta apuesta por la reutilización de envases supondría un sobrecoste para las empresas, que hoy sólo tienen que preocuparse de hacer llegar las botellas llenas a los consumidores y se desentienden cuando estas quedan vacías. Pero "ya han disfrutado de privilegios durante demasiado tiempo y estos privilegios los pagaremos entre todos", dice el responsable de Greenpeace.
Las crisis, un paso atrás en la concienciación
Tanto desde el Ajuntament de Barcelona como desde Greenpeace y la Asociació de Municipis Catalans per a la Recollida Porta a Porta, consideran que es necesario un cambio de modelo de consumo para combatir el cambio climático y que, aunque el reciclaje es importante, este no ha de llevarse todo el peso de la responsabilidad. Y, de rebote, la ciudadanía no tiene que cargar con toda la responsabilidad. "Siempre se señala a las personas particulares y se mira si reciclan, si consumen demasiado plástico o van demasiado en coche. Es necesario un cambio de hábitos, claro, pero las empresas y la industria también deben poner de su parte", asegura Julio Barea. Y es que el sistema y el contexto, a menudo, no nos dejan muchas opciones.
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La economía afecta más a nuestra manera de consumir y reciclar de lo que podría parecer. Un año después de la campaña ‘Envàs on vas’ de la Generalitat (2012) que tuvo mucho impacto en Catalunya, la generación de residuos plásticos alcanzó el pico más bajo de los últimos 10 años en el ámbito catalán. Pero también fue el período (2010-2013) en el que se recicló menos, según datos de la ARC. Estas cifras no tienen tanto que ver con la conciencia ecológica como con la evolución del PIB. En 2012 fue el más duro de la crisis y en el que menos se consumió. De hecho, ese año se consumieron la mitad de bolsas de plástico que sólo cinco años atrás. Pero estos datos esperanzadores no duraron mucho: entre 2015 y 2016 se incrementó el uso de bolsas de plástico en un 18%, siendo que cada habitante de Catalunya llegó a adquirir, en promedio, 333 bolsas, casi una por día.
Y es que, las crisis económicas suponen un espejismo con respecto a los datos de consumo y reciclaje. Tanto es así que, cuando empezaron los brotes verdes de la crisis del 2008, también aumentó la generación de residuos. Si en 2013 las toneladas de residuos remitieron a cifras casi de principios de siglo, el 2018 ya se recuperaron en un 10%. Aquel año, el PIB aumentó en Catalunya un 3,3% y la generación de residuos por persona lo hizo en un 2,2%. Y es que las crisis cambian enormemente los modelos de consumo y la presente crisis derivada de la pandemia no parece que vaya a ser diferente. Aunque todavía no hay datos disponibles desde que llegó la Covid, Julio Barea tiene claro que "la pandemia se ha llevado de golpe la conciencia ecológica que mucha gente empezaba a adquirir".
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La generación de productos de un solo uso destinados a la protección (mascarillas, guantes, equipos EPI...) y el sobreenvase de los productos por precaución, han hecho que "dejemos de preocuparnos y de vigilar qué, cuánto y cómo consumimos". Y es que según datos de la consultora Nielsen, en 2020 el consumo medio aumentó en un 4,4% y la compra de productos envasados lo hizo en un 6,4%. "Las empresas siguen siendo las únicas que se enriquecen, pase lo que pase", advierten desde Greenpeace.