Protestas de Vox 'Manifas' sobre ruedas, la protesta contaminante y engañosa de la derecha
Un centenar de manifestantes se concentró con sus coches en el Paseo de la Castellana el pasado lunes. Este tipo de protesta, que se escuda en disminuir el riesgo de contagio, es una amenaza para la salud pública, además de acaparar el espacio público y generar una falsa sensación de movilidad social.
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madrid,
De manifestación, pero en coche. Refugiados en la idea de prevenir los contagios y convocados por Vox, un centenar de manifestantes salió a las calles de Madrid para protestar contra el Gobierno de coalición y su gestión de la pandemia este lunes. Todoterrenos, Suv, descapotables, vehículos de alta gama y algún tímido Ford Fiesta se concentraron en el Paseo de la Castellana ocupando el espacio público y dando paso a una forma de protesta contaminante y engañosa. Contaminante, por el CO2 que tienen por costumbre verter los tubos de escape; y engañosa, por la falsa sensación de movilización ciudadana que genera el ruido y el tamaño de poco más de cien automóviles.
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"No podemos empezar a normalizar que se generen manifestaciones en coche en el centro de las ciudades"
Este tipo de convocatorias motorizadas se han vuelto recurrentes durante la pandemia. Fue en el mes de mayo cuando la ultraderecha comenzó a movilizar a sus simpatizantes por toda España para reclamar el fin del estado de alarma. Sin embargo, este modelo de protesta supone un riesgo para la salud pública, tal y como explica Pedro Gullón, epidemiólogo y especialista en medicina preventiva y salud pública: "El motivo de la manifestación, contra las medidas de la covid-19, ya debería ser algo preocupante. Pero, ir en coche es aún peor, por las consecuencias que tiene la contaminación atmosférica y acústica en la salud de las personas. No podemos empezar a normalizar que se generen manifestaciones en coche en el centro de las ciudades".
Además de la evidente relación entre coches y contaminación, los últimos estudios científicos señalan que las emisiones de CO2 podrían favorecer la propagación del coronavirus, por lo que la idea de prevenir contagios no parece tener mucho sentido desde el punto de vista científico. Gullón recalca que la sensación de seguridad que pueden dar los coches no es motivo de apostar por ello e incide en que las protestas al aire libre son seguras si se respetan las medidas de seguridad. "No hay evidencias de que provoquen contagios y lo demuestran multitud de manifestaciones que han funcionado bien en estos meses", expone, para volver a recalcar que "el coche no aporta nada más que problemas de salud pública".
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A ello se suma el riesgo que supone colapsar las calles de una ciudad en una coyuntura de pandemia como la actual, ya que los trayectos esenciales pueden quedar bloqueados. Si bien es cierto que en las movilizaciones de este lunes no hubo ningún incidente, el pasado mes de mayo una de las protestas en coche de Santander generó un atascó en la Calle San Fernando que retrasó el trayecto de emergencias de una ambulancia.
Para Fernando Conde, sociólogo y experto en Salud Pública, "ahora mismo, cualquier manifestación es muy evitable desde el punto de vista sanitario". El hecho de que vayan en coche, argumenta el experto, no impide que haya lugares de encuentro, donde los manifestantes se bajen de los vehículos e intercambien palabras y entren en contacto, lo cual aumentaría el riesgo de contagio. Aunque se tienda a defender el uso de coche como herramienta de protesta para evitar la propagación del virus, la realidad de este tipo de marchas se fundamenta en un componente más ideológico que sanitario: "El coche permite ocupar el espacio público de una forma mucho más fuerte. Si vas a pie, es mucho más fácil que la Policía cargue que yendo en vehículo".
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"Donde cabrían más de mil ciudadanos caminando, tan sólo caben cien coches"
Nuria Blázquez, responsable de Transportes en Ecologistas en Acción, apunta en la misma dirección que el sociólogo e incide en la falsa sensación de movilización ciudadana que pueden dar cien coches paralizados en una calle. "Se tratan de imponer a la opinión pública, como si fueran mucha gente, cuando en realidad son unos pocos. Una manifestación convencional de cien personas no abre ningún telediario, pero en coche sí. Donde cabrían más de mil ciudadanos caminando, tan sólo caben cien coches", argumenta la activista, que explica también cómo el ruido de los cláxones y los motores incrementan esa sensación de poder social.
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Tras esta fórmula, hay un fuerte componente ideológico y de clase. "No hay más que ver la mayoría de las marcas que había el lunes en Madrid, casi todas de alta gama", valora Blázquez. No sólo eso, sino que el lugar donde se convocan los actos tienden a estar ubicados en barrios céntricos o residenciales. "No verás estás manifestaciones en Vallecas o en el Pozo del Tío Raimundo", agrega Conde, que pone énfasis en "la dimensión elitista y clasista" que alberga el uso del coche para protestar. "Mientras que en las marchas de las clases populares hay charanga, música, incluso ambiente de fiesta, éstas otras son agresivas y ruidosas. Mientras unas buscan proyectar una imagen de solidaridad y apoyo mutuo, las otras tratan de representar la idea de potencia y falso poderío a través del coche", detalla Conde.
"El automóvil ha sido el mayor símbolo de libertad, desde el punto de vista de los postulados conservadores con los que se identifica el modelo liberal
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No en vano, hay también una dimensión histórico-cultural que respalda este tipo de movilizaciones por parte de la derecha. Así lo plantea el sociólogo, que señala como origen de esta "tradición identitaria" a las protestas chilenas de 1972 que precedieron el golpe de estado a Allende por parte de Pinochet, las cuales fueron impulsadas por Américo León Vilarín Marín, miembro del grupo fascista Patria y Libertad, así como líder de la Confederación Nacional de Dueños de Camiones. Más allá de las implicaciones que tuvo este parón para el abastecimiento del país latinoamericano, se escenificaron protestas motorizadas con bloqueos de calles por parte de camioneros y transportistas, algo de lo que beben las manifestaciones convocadas por Vox durante los últimos meses.
Ya en el presente, la construcción de las sociedades contemporáneas han ido aparejadas a un paradigma de movilidad articulado en torno al coche, que ha sido proyectado "como un sinónimo de propiedad y libertad individual", explica Conde. "El automóvil, hasta hace poco, era el mayor símbolo de libertad, desde el punto de vista de los postulados conservadores con los que se identifica el modelo liberal. Es decir, el coche no representa la libertad real, sino la libertad liberal", añade el sociólogo. En ese sentido, la protesta sobre ruedas viene a confirmar cómo ese negacionismo de la pandemia –el reclamo del fin del estado de alarma y de las restricciones sanitarias– se enmascara en un impostado derecho a la libertad.