barcelona
El “Tsunami Democràtic” ha irrumpido con la voluntad de vertebrar la respuesta social a la sentencia del 1-O con “desobediencia civil” y “lucha no-violenta”. Más allá de la retórica, el 2017 la plataforma En Peu de Pau vio la necesidad de formar a la ciudadanía catalana sobre estos métodos de protesta, que ahora quieren ponerse en el centro de la movilización ciudadana. Dos años después, la ANC asegura que cuenta con grupos de personas dispuestas a hacer “acciones no-violentas” de manera escalonada para vertebrar una respuesta a la sentencia, además de las grandes manifestaciones que se convoquen.
Fue En Peu de Pau –un paraguas de varias organizaciones y movimientos sociales como FundiPau, la Federación Catalana de Escultismo y Guia o el CIEMEN, entre otros- la plataforma que tomó la iniciativa en formar en acción no-violenta, pero el papel de la ANC ha sido capital para llevar los talleres por todo el territorio. Decenas de asambleas locales de la entidad han invitado activistas con experiencia en lucha no-violenta, haciendo llegar sus conocimientos a personas de edades y trayectorias muy diversas.
“Necesitábamos tener una estrategia y una respuesta a esta nueva fase. Y no puede ser una simple respuesta a la sentencia, sino una reanudación de la iniciativa”, explica el vicepresidente de la Assemblea, Josep Cruanyes, quien hace un llamado a pasar del independentismo de manifestaciones al de acciones: “Esto no quiere decir que la 11-S no se tenga que hacer. Que se hagan acciones no quiere decir que una gran concentración no sea reivindicativa. Pero también queremos ir más allá”, explica.
A partir de los talleres de acción no-violenta, relata que la entidad decidió organizar una estructura que pudiera tomar la iniciativa de las movilizaciones con una estrategia compartida: "Se planteó la necesidad de impulsar la formación para que la gente tuviera criterios claros de lo que representa la no-violencia. Hace falta preparación. La idea es que esta formación teórica podamos implementarla creando grupos de acciones".
La ANC asegura que cuenta con grupos de personas dispuestas a hacer "acciones no-violentas" de manera escalonada
Después de manifestaciones multitudinarias y la organización de performances masivas como la vía catalana o la gigantesca V en Barcelona, Cruanyes mira hacia las marchas lentas de los campesinos afectados por el incendio de la Ribera d’Ebre o las huelgas sindicales, entre otros. Se muestra convencido que son tiempo de dirigir la creatividad hacia otra dirección: “El movimiento independentista es un movimiento no-violento. Tenemos que hacer acciones más contundentes. Y ser un movimiento no-violento no quiere decir que no se pueda hacer una acción contundente”.
200 talleres de desobediencia civil en dos años
La desobediencia civil y la lucha no-violenta también implican riesgos, como bien demuestran las diversas causas judiciales abiertas a partir de los hechos del 1 de octubre. Cruanyes afirma que hay que saber cómo gestionar las emociones, los miedos y aprender a tener una “disciplina” para seguir aquello que acuerda el grupo. Este tipo de aprendizajes son los que han ido difundiendo En Peu de Pau en los 200 talleres que han hecho durante estos dos años, como explica el histórico activista antimilitarista y miembro de la plataforma, Martí Olivella: “En un primer momento, se explican los conceptos más elementales, como por ejemplo las diferencias entre estar contra la violencia y la lucha no-violenta: la primera, es la oposición al uso de la violencia, y la segunda es una estrategia para transformar los conflictos”.
La palabra “estrategia” está en el centro de estas formaciones: “Sin saber dónde quieres ir, no sabrás cómo ir”, explica. Una vez los objetivos están claros, Olivella pone sobre la mesa cuatro tipos de acción no-violenta que varían de intensidad según el grado de dureza del oponente. En primer lugar, las acciones de diálogo, destinadas a abrir conversaciones entre las partes, además de las de sensibilización y denuncia para dar a conocer el problema. Si esto no es suficiente para provocar una respuesta, se puede utilizar la no cooperación, dicta el activista: “No cooperar es la tesis principal de la no-violencia. El poder se sustenta porque obedecemos y lo mantenemos con pasividad, por lo tanto la no cooperación es una forma de subvertir el adversario”, explica.
Según Olivella, el último de los escenarios es la desobediencia civil: “Desobedecer las leyes que son injustas y asumir las consecuencias”. “Se habla mucho de desobediencia civil, pero la desobediencia es el último recurso. El 1 de octubre fue el acto más grande de desobediencia civil, por ejemplo. El problema es que no estaba encajado dentro de una estrategia. Fue increíble, pero el día siguiente se tenía que saber qué hacer”, opina. ¿Y en qué punto se encuentra el movimiento independentista? “Estos escenarios no son necesariamente consecutivos. Por ejemplo, en Catalunya, la base del diálogo siempre ha estado abierta, el problema es que el otro no escucha. Y la vía de las protestas de denuncia y sensibilización hasta el 1-O ya hemos visto que son importantes pero insuficientes”, opina Olivella.
Martí Olivella: "El 1-O fue el mayor acto de desobediencia civil, pero no estaba encajado dentro de una estrategia"
Por ello cree que ha habido un creciente interés por las formaciones y los recursos que En Peu de Pau ofrece. La plataforma, además, ha creado una lista de diez decálogos de la lucha no-violenta donde explican de manera resumida cuestiones como por ejemplo cómo encarar la represión policial durante una acción, cómo discutir una estrategia, cómo preparar un ayuno e, incluso, cómo prepararse para entrar a prisión.
Aun así, Olivella recuerda que la lucha no-violenta es una fórmula que viene de lejos: “No nos hemos inventado nada. Yo fui objetor de conciencia del servicio militar y acabé en prisión en los 70. Y en la actualidad, la desobediencia civil la practican los jóvenes de Fridays For Future, la PAH, el Open Arms, la gente que ayuda los refugiados a cruzar fronteras...” Añade, además, las referencias al concepto sánscrito del ahimsa, o el Satyagraha, el término utilizado por Mahatma Gandhi que quiere decir “insistencia en la verdad” –una palabra compuesta en escritura devanagari a la cual le guiñan el ojo cuando utilizan el neologismo en catalán noviolència (sin guion)-.
Una ciudadanía “preparada” para asumir la represión
Josep Cruanyes pronostica un mantenimiento de la represión, aunque esta sea una versión más blanda acuñada por el PSOE del presidente en funciones, Pedro Sánchez: “La experiencia con los socialistas es que las cosas se hacen más amablemente. La represión pasa de ser dura a amable, pero sigue siendo represión”. Por este motivo, se muestra crítico con una posible abstención de ERC para facilitar la investidura de Pedro Sánchez: “Todas las posiciones pueden ser buenas en un determinado momento pero tienen que tener un objetivo. Estamos en una situación de excepcionalidad. Un cheque en blanco con una determinada función, para sacar un rédito se puede justificar. Pero no se puede plantear un cheque en blanco sin plantear un objetivo”.
El vicepresidente del ANC y abogado, quien también era el máximo responsable de la Comisión de la Dignidad que pidió la anulación de los juicios del franquismo en el Parlamento catalán, se remonta a la Segunda República para establecer paralelismos con las turbias relaciones entre Catalunya y España: “El 1935, el Estado hizo un decreto ley para suspender la autonomía catalana y denominar un gobernador de la Generalitat. En aquel momento, lo que era el Tribunal Constitucional dijo en enero del 36 que aquello era inconstitucional”, nada que ver con la aplicación del artículo 155 de 2017, recalca.
Sobre la sentencia del 1 de octubre, Cruanyes vaticina lo peor para los presos independentistas: “Todo esto se ha montado para hacer una sentencia dura. ¿Por qué se ha elegido el delito de rebelión, si no? No será para absolver”. De igual manera, se muestra escéptico con opciones futuras que pasen por una amnistía: “Es una herramienta que va ligada a un acuerdo político. En 1977 hubo un cambio de régimen, así como en 1931. El planteamiento de una amnistía es un planteamiento en etéreo”.
Ante un panorama de mantenimiento de la represión, Martí Olivella sostiene que la ciudadanía se mantendrá fiel a la no-violencia: “El 1-O no se preveía la represión que hubo, y la gente espontáneamente respondió como respondió, con las manos en alto. ¡Como persona que ha trabajado en la militancia de la no-violencia ya me puedo morir! No puedo dudar que la gente sabrá responder con la determinación de no renunciar a las libertades sin caer en la trampa”. Cruanyes, por su parte, se muestra convencido de la resiliencia del movimiento: “La ciudadanía catalana está preparada para asumir esta intensificación de la represión, porque la gente no está dispuesta a seguir en esta situación. Por eso, es importante que se mantenga una unidad estratégica, para que la gente no vea que los costes que asumen no sirven por nada”.
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