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La política arboricida de Almeida despierta un movimiento ciudadano ecologista

Las talas de árboles han generado una oleada de protestas en varios barrios de la capital. La capital ha perdido el 19% de sus árboles más sanos desde que el alcalde fue elegido en 2019.

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Ciudadanos se manifiestan en contra de talas de árboles en varios puntos de la ciudad de Madrid. — Alberto Ortega / Europa Press

Madrid, Actualizado:

La ciudad de Madrid no para de perder árboles. No desaparecen y tampoco enferman, los talan. La planificación urbana del José Luis Martínez-Almeida no considera una prioridad la preservación de las zonas verdes y buena prueba de ello es que, desde que el alcalde asumió el poder en 2019, la capital ha perdido 78.000 ejemplares, el 19% de los catalogados como maduros o sanos. Todo ello sin contar con los troncos que cayeron en la Casa de Campo tras el paso de la borrasca Filomena.

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En los últimos meses, las talas masivas en la capital, algunas de ellas impulsadas desde proyectos urbanísticos de la Comunidad de Madrid, han dado alas a la protesta ciudadana. Los colectivos vecinales han salido en tromba a defender sus barrios y han reclamado mantener intactas las zonas verdes de la capital, el principal refugio de sombra pública ante las cada vez más abruptas y recurrentes olas de calor

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"Somos los vecinos los que nos estamos organizando", explica Laura una residente de la Calle Áncora, en Atocha, donde el Ayuntamiento ha autorizado cortar más de 60 árboles para que la Comunidad de Madrid pueda cavar una rampa de descarga que permita a los camiones sacar tierra de los túneles en construcción por la ampliación de la Línea 11. "A nosotros nadie nos ha informado de nada, nos enteramos por la prensa", indica. En poco más de una semana, se corrió la voz y los ciudadanos convocaron el sábado pasado una manifestación a la que acudieron, según los convocantes, cerca de 2.000 personas.

La manifestación no es el único foco de protesta. Los comerciantes cuelgan carteles contra la tala y los balcones se decoran con mensajes en defensa del arbolado. El problema, cuentan, es que van a arrasar con todos los árboles –sólo quedarán en pie tres– por no ubicar la excavación en la calzada. "Prefieren cortar árboles antes que cortar el tráfico", denunciaban a Público los vecinos. 

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No es la primera tala desencadenada como consecuencia del proyecto de ampliación de la La Línea 11 del Metro. En Arganzuela y en Comillas, los vecinos convocaron una concentración multitudinaria en el mes de febrero después de que el Ayuntamiento autorizase al Gobierno de Díaz Ayuso la tala de más de mil árboles. En este caso, la Comunidad de Madrid cambió la ubicación de una estación para no cortar el tráfico en Madrid Río y modificó la zona de paso de las tuneladoras.

La noticia movilizó a las asociaciones vecinales que, en los últimos meses, han convocado varias protestas multitudinarias. "Hemos trabajado juntos, cada asociación vecinal con sus particularidades, pero juntos, porque somos conocedores de nuestro entorno. Al final, la lucha es común", dice Elena Sigüenza, de la Asociación Vecinal de Comillas que ha unido su fuerza a la organización vecinal Pasillo Verde Imperial de Arganzuela. "Ahora mismo hay una agresión constante hacia las dos entidades vecinales. Cartel en contra de la tala que ponemos, cartel que nos quitan...", denuncia. "Las protestas han servido, al menos, para ganar tiempo y retrasar todo"

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Susana de la Higuera, portavoz vecinal de Arganzuela, habla también de la lucha común que une a los diferentes barrios afectados por la tala. De hecho, su organización fue la que alertó a los vecinos de la calle Áncora. "Nos empezamos a movilizar, nos juntamos con otras asociaciones de otras zonas, también con grupos y entidades ecologistas. Pero también es importante señalar que hemos tenido la suerte de contar con expertos que están sensibilizados con temas ambientales, ingenieros y ambientólogos, que nos han ayudado a entender lo que quieren hacer y, sobre todo, a plantear alternativas viables que eviten las talas", argumenta. 

Los colectivos, además de organizar protestas, también han acudido a los tribunales. En Arganzuela, se ha presentado un recurso contencioso administrativo contra el Ayuntamiento de Madrid al considerar que la tala no se debería haber autorizado ya que la declaración de impacto ambiental no contemplaba arrasar con los árboles del proyecto de metro. Además, se espera que varios representantes vecinales viajen a Bruselas en los próximos meses para exponer su problemática a los eurodiputados.

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Protesta contra las obras en el Parque Calero, en Ciudad Lineal, en marzo de 2023. — Europa Press

De las talas a la zahorra en los parques

A las talas masivas se suman otras actuaciones puntuales como las de "el parque de la cornisa o las de la Plaza de la Emperatriz", enumera Fernando Gómez, portavoz de la Mesa del Árbol de Carabanchel, una organización que trata de canalizar y unir las luchas sociales de la capital en defensa de la vegetación urbana. 

Gómez insiste en la importancia de lo ocurrido en el Parque de la Cornisa, donde se "talaron algunos árboles sin licencia" y en la Plaza de la Emperatriz, en Carabanchel, cuyos vecinos han visto como dos días después de la victoria electoral de Almeida se eliminaban siete ejemplares por "posibles daños en las raíces", según el Ayuntamiento de Madrid. A todo ello, cuenta, se suman otras actuaciones "sin sentido" como la cobertura con zahorra, un material parecido al asfalto, de algunos parques de la ciudad como el de Aluche o el Parque Calero. 

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En todos estos casos, los vecinos han tratado de presionar con manifestaciones locales a los que se han sumado organizaciones clásicas como Ecologistas en Acción, SEO/BirdLife o Greenpeace. "Si vamos todos de la mano, se nos oye más. Los barrios de Madrid no son zonas independientes, pueden hablar entre ellos y lo que está ocurriendo no es algo que sea puntual en un sitio puntual, es algo que afecta a toda la ciudad. Ahora tocan otros 4 años de estar más unidos que nunca", dice Gómez. De esta forma, los colectivos tratan de coordinar las protestas, de tal forma que las protestas contra las podas en diferentes barrios no coincidan y "se pisen", y la gente de unos barrios trata de apoyar a la de otras zonas de la capital. 

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