El poeta colchonero
Miguel González quiere ser el bardo oficial del Atlético. "La historia nos debe una Liga de Campeones”, reclama desde el sofá de su casa, que ha convertido en un templo rojiblanco
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Miguel González (Madrid, 1967) lleva dos décadas llamando a la puerta del Calderón para que lo nombren poeta oficial del club, pero no hay manera. Erre que erre, sigue plantándose de cuando en vez en el estadio rojiblanco y pide a los aficionados que se solidaricen con su causa. Algunos abonados ceden y rubrican hojas encabezadas por el siguiente texto: “¡Atléticos! ¿Queréis que el Atleti tenga un poeta? Fírmame aquí y lo conseguiremos. ¡Aupa Atleti! ¡Por siempre Atleti!”.
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“Lo seré hasta que me muera porque yo nací así”, sentencia con mohín amargo. "Mi lema es léanme y escúchenme, e intenten comprenderme, pero por favor no me hagan caso". Prefiere no entrar al trapo, mas deja caer que la relación con sus padres fue turbulenta, pues de vivos nunca asimilaron que le pudiese salir un hijo así. “Su concepto era el poeta de La Colmena, que vivía a base de sablazos”.
Miguel llegó a leer sus Poemas colchoneros en La salsa del fútbol, un programa de Telemadrid presentado por Javier Reyero. El diario As también le publicó uno cuando los suyos ganaron la Liga en 2014 (él dice “en el catorce”). Su afición por el equipo viene del sur, ya que nació en la calle Toledo, donde los goles del Manzanares se escuchan antes por la ventana que por la tele. De madre onubense y padre segoviano, huérfano de un bombardeo anticipado por su tía abuela, que vio venir el avión: “Adónde irá a hacer mal este maldito”, advirtió, no se sabe si entre interrogaciones o exclamaciones. Infancia de fútbol en solares y bachiller de latín y griego, su familia se traslada a Huelva cuando las espinillas amenazan.