barcelona
Se han hecho libros con ellas. Las frases que los niños -casi siempre entre los 5 y 7 años- dicen a sus padres. Ocurrencias que durante décadas los papás repetirán como anécdota, recordándola con la mirada perdida, y la sonrisa de oreja a oreja.
Como la que le dijeron a un amigo al volver a casa. Su hijo apoyado en el ventanal observaba uno de esos diluvios de mayo. Y de repente la magia: “Papá, me da envidia la lluvia”. Luego están las otras. Igual de inesperadas, pero que nada tienen de poesía y todo de tragedia. Esa pregunta que el padre empleará su vida entera para olvidar. Y no tendrá éxito.
Como la que le dijo a Gregorio su hija de seis años: “¿Papá, nosotros somos pobres?”
En España hay 1.400.000 menores que viven en una situación de pobreza severa. Eso significa que hay por lo menos dos millones de padres y madres contadores de historias. Imaginativos como Guido Orefice, el padre que interpreta Roberto Beningni en 'La vida es bella', que con mil y un artificios intenta disfrazarle a su hijo que viven en un campo de concentración. O como la madre de Jack, en 'La Habitación', que secuestrados en un zulo le cuenta cómo el mundo puede entrar en unos pocos metros cuadrados y no hacer daño.
Son uno de cada tres menores que aunque no viven encerrados, tampoco salen mucho. Hijos que ven -o intuyen- el sufrimiento de sus padres con los recibos amontonados en la mesa y la nevera casi siempre vacía. El frío se ha instalado en sus casas, como la vergüenza, esa vergüenza que lo arrebata todo.
En España hay 2,2 millones de niños en riesgo de pobreza infantil. Aquellos que viven en hogares con ingresos por debajo del 40% de la renta mediana, unos 930 euros al mes para toda la familia (dos adultos y dos niños). No pueden comer carne, pollo o pescado tres veces a la semana, muchos no tienen calefacción o lavadora, y no pueden hacer frente a imprevistos: nada de reponer material escolar, cero excursiones con la clase, esas gafas nuevas para la miopía que aumenta que no llegan, o las caries pendientes porque ya no hay para el dentista.
Habla Belén: "Ahora el pequeño tiene los zapatos rotos y le tengo que comprar zapatos. Al grande le hace falta ropa también, pues se tiene que apañar con lo que tiene; le encanta ir a pintar, y hace cuadros muy chulos, pero no puede ir ahora a las clases, ya cuando ya pueda pagar le voy a apuntar, las clases cuestan 15 euros y no puedo".
Habla Toñi: "Mis hijas de chiquitillas se han tenido que acostumbrar a que yo les diga que no puedo comprarles cosas."
Habla Gregorio: "A mi niña le encanta dibujar o la gimnasia y me pregunta “¿papá por qué no voy?” y le tengo que decir “no puedo porque es que el horario no puedo”, sus amigas van, pero yo le tengo que decir que tengo problemas de horarios, no le puedo decir que no tengo.
Son algunos de los relatos que recoge Cruz Roja en su último boletín sobre Vulnerabilidad Social asociada al ámbito de la Vivienda y la Pobreza Energética . Se refiere al 1.700.000 personas en riesgo de exclusión que atiende esta organización, de las cuales el 93,3% de los menores del informe sufre pobreza infantil. La tasa para la población en general es del 28,3%.
Gregorio fue rápido para inventar una excusa para las clases de gimnasia, pero cuando le hizo esa pregunta fatídica se quedó sin palabras. Una respuesta atragantada. Dice que no le importa admitir que no tiene coche para llevarla a Granada porque al fin y al cabo, el coche no es algo básico. Pero se muere de vergüenza cuando tiene que pedirle a su hija que por favor apague la luz para ahorrar: “Te tienes que inventar algo para que a ella no le afecte. Tienes que decir “¿puedes apagar la luz corazón que viene...?” no se qué, te tienes que inventar algo ¿no? Y eso le afecta a ella, llega un punto que ya con seis años se da cuenta”.
Absentismo y fracaso escolar
Según Save the Children en España hay 700.000 hogares que no consiguen cubrir el coste mínimo para criar a un hijo en condiciones dignas: un valor que oscila entre los 479 euros y los 588 mensuales dependiendo de la edad de los menores. Los más pequeños gastan menos, y a más edad el presupuesto aumenta.
“La pobreza infantil tiene muchas caras, la de la infravivienda, la de la mala alimentación, la del fracaso escolar, y erradicarla implica actuar en todos estos frentes con políticas específicas. Cambiar esta situación está sin duda en manos de nuestros políticos”, le dice a Público, Ana Sastre, directora de Sensibilización y Política de la Infancia de Save the Children.
el abandono escolar que entre las familias pobres es 25% mayor que en las de nivel socioeconómico alto
Desde Cruz Roja señalan una de esas caras, la de la pobreza energética. Entre la población analizada en el estudio, el 48,9% de los hogares vivía algún menor. Las contadas veces que esas familias encienden la calefacción es para ellos, porque los padres saben que el frío hace que sus hijos no pueden concentrarse para estudiar, las notas bajan, y la frustración aumenta. Luego viene el abandono escolar que entre las familias pobres es 25% mayor que en las de nivel socioeconómico alto, advierte Save the Children.
Con el frío los niños también enferman más y volvemos a los números: el 29,5% de absentismo escolar entre los menores que viven en hogares en situación de pobreza está vinculado con enfermedades relacionadas con la pobreza energética, dice Cruz Roja. Lo resumen en una imagen: “No te imaginas la cantidad de padres que nos cuentan que compran a sus hijos esos pijamas gordos y les ponen a estudiar con gorro y bufanda. Son situaciones muy duras”, le dice a Público, Susana Gende Seely, técnica en el departamento de Estudios e Innovación de Cruz Roja.
Cuando la pobreza es crónica y se hereda
Como si de una enfermedad genética se tratara la pobreza en España se cronifica y se hereda. Los datos de la última Encuesta de Población Activa (EPA) indican que 140.000 familias sobreviven en nuestro país sin ningún tipo de ingresos. El 23% de esos hogares -uno de cada cuatro- tiene al menos a un menor a cargo: “España vive una situación de pobreza infantil estructural. Antes de la crisis ya teníamos tasas de pobreza infantil muy altas, pero continúan muy elevadas”, decía Pau-Marí Klose, del Alto Comisionado para la Lucha contra la Pobreza Infantil en una entrevista reciente en Telemadrid. Susana Gende Seely nos dice: “Es cierto que se ha reducido un poco el número de familias pobres. Pero las que lo siguen siendo están mucho peor que en plena crisis. La pobreza se ha cronificado y ya no reciben ningún tipo de ayuda”.
El último informe de Intermón Oxfam recuerda que en España la pobreza aumentó durante la crisis cuatro veces más de lo que se ha reducido con la recuperación. Si no se reducen los actuales niveles de inequidad, la OCDE estima que en España se necesitarán 120 años, cuatro generaciones, para que una familia del 10% más pobre alcance los ingresos medios.
La OCDE estima que en España se necesitarán 120 años, para que una familia del 10% más pobre alcance los ingresos medios
La pobreza se cronifica y también se hereda. Intermón Oxfam advierte que los niños que nacen en España en una familia de ingresos altos ganarán un 40% más que si se crece en un hogar con ingresos bajos. "La pobreza infantil en España significa desigualdad de oportunidades, esto se traduce en que niños y niñas con las mismas capacidades vivirán en su infancia realidades distintas que determinarán su futuro. Un niño o una niña en una familia pobre no tendrá las mismas oportunidades. La baja cualificación se traduce en bajas oportunidades laborales, lo que contribuye a que nuestro país cuente con una de las tasas de desempleo juvenil más altas de la Unión Europea, solo por detrás de Grecia. La falta de igualdad de oportunidades lastra nuestra economía y nuestra productividad y lo que puede parecer un problema que solo afecta a algunas familias se convierte en un problema de todos que necesita ser abordado con consenso y urgencia”, nos dice Ana Sastre de Save the Children.
Así lo explica Gregorio: "La educación que tú le estás dando a tu hijo es de pobreza, entonces te estás adaptando a la pobreza, y es lo normal, entonces ellos se van a criar dentro de lo que, digamos, pasando falta."
A las consecuencias sociales de abandono escolar, peor rendimiento, desigualdad de oportunidades hay que sumar las emocionales. Vivir “pasando falta” es una fuente de peleas familiares, a veces una bomba de relojería.
Habla Juan: "Ayer me tuve que ir a limpiar un corral por cinco euros, un corral de perro, de gatos, de todo, de gallinas... y llenarme las manos de porquería por cinco euros. Mi hijo me dice “papá, es que todos los niños se van a comer, se van al kebab...”, el kebab vale 3,5 euros y le tengo que decir “no puedo”, y me dice “es que papá, eres un mangante, es que yo cuando sea grande voy a hacer lo que hacen los demás”. Y yo le digo “nene, no digas tonterías”, “es que tú siempre estás igual, que no tienes”. Por lo menos me estudia."
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