Plásticos Alianza internacional contra la 'sopa de plásticos'
300 empresas e instituciones apuestan por disminuir el material innecesario, aumentar el biodegradable y mejorar el reciclaje de los envases.
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MADRID,
El problema de la superabundancia de materiales plásticos que terminan contaminando mares, tierras y los organismos que viven en ellos, incluido el ser humano, es ubicuo, complejo y cada vez más grave. No hace falta entrar en el detalle de las cifras para saber que la inmensa mayoría de los plásticos que se fabrican, en cantidades crecientes y con un coste muy bajo a partir del petróleo, no se recogen ni reciclan y que cada vez son más los objetos que se tiran tras un solo uso, como bolsas, vasos y botellas y tardan centenares de años en descomponerse porque apenas se utiliza el plástico biodegradable. Tampoco es necesario creerse del todo que se han encontrado microplásticos en heces humanas, como asegura un pequeño estudio que es puesto en duda por otros especialistas, para imaginar que no sería raro que se confirmara en un futuro cercano.
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Lo único positivo de este problema creciente es que en los últimos años ha aumentado la conciencia de que es una situación insostenible a nivel global. Tanto, que la ONU ha priorizado el tema en su agenda y también empiezan las empresas y organizaciones a subirse al carro de empezar a dar marcha atrás y encontrar en ese camino, por qué no, nuevas oportunidades de negocio. Un ejemplo es la nueva iniciativa que se presentó el pasado 29 de octubre en Bali durante el congreso Nuestro Océano y que se llama Acuerdo Global de la Nueva Economía del Plástico (The New Plastics Economy Global Commitment). Bajo el paraguas de la fundación Ellen MacArthur y el programa de Medio Ambiente de la ONU, 300 empresas (entre ellas grandes multinacionales) han firmado para que los envases de plástico (una parte muy grande del problema pero no todo el problema) se englobe en la economía circular, la que idealmente lo aprovecha todo.
L’Oreal, Coca-Cola, PepsiCo, Unilever y Amcor son algunos de los gigantes empresariales que han firmado este compromiso. En total, los firmantes representan el 20% de los envases de plástico, como productores o como usuarios, señala la fundación, pero también hay Gobiernos, ONG muy importantes como WWF, universidades y otras instituciones.
"La crisis de los plásticos solo se puede resolver con el esfuerzo combinado de todos los elementos principales del sistema"
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Su loable objetivo es eliminar la contaminación por envases de plástico desde la raíz, creando una nueva regulación. Los objetivos se revisarán cada 18 meses y se pretende que sean cada vez más ambiciosos en los próximos años. Entre los principales están eliminar envases plásticos innecesarios y problemáticos y pasar de envases de un solo uso a modelos de envases reutilizables, innovar para garantizar que el 100% de los envases y embalajes de plástico se puedan reutilizar, reciclar o compostar de forma fácil y segura para el año 2025 y aumentar significativamente la circulación de plásticos que han sido reutilizados o reciclados y convertidos en nuevos envases o productos.
“La crisis de los plásticos solo se puede resolver con el esfuerzo combinado de todos los elementos principales del sistema. La estrategia de WWF respecto a los plásticos es apoyar, amplificar y acelerar una serie conectada de iniciativas para el cambio”, dice Pavan Sukdhev, presidente de la ONG, que califica la iniciativa de la fundación MacArthur como un paso importante en la dirección correcta.
Iniciativas como esta empiezan a proliferar, pero nadie sabe todavía cómo manejar un problema global si no a es a través de regulaciones impuestas que, como se ha demostrado en la otra gran encrucijada medioambiental -el cambio climático-, son muy difíciles de aplicar. Un mundo globalizado que no admite, por su propia estructura de países, reglas globales que les puedan perjudicar individualmente a corto plazo y no sabe mirar a largo plazo parece la receta perfecta para el desastre, porque los avances son lentos y los problemas no esperan.
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El factor con más impacto sería la limitación en el uso innecesario de los plásticos, especialmente en los embalajes y en los objetos de un solo uso, pero eso no arreglaría el problema aunque lo disminuiría. Por eso, la investigación en nuevos materiales plásticos y en nuevos tipos de envases se presenta como una de las vías más importantes. No es factible prescindir de los plásticos pero sí se puede pensar en que sean degradables en la gran mayoría de usos, como lo son las bolsas que ya existen y se fabrican a partir de patatas. Utilizar solo plásticos que se pueden reciclar fácilmente no garantiza necesariamente que terminen en las plantas de tratamiento de residuos en vez de en los mares, incluso aunque existan incentivos económicos para reciclar.
Una ensalada muy compleja de factores económicos, materias primas, selección de diferentes plásticos para diferentes usos, asegurarse de que los nos degradables sean reciclados y muchos otros factores componen el desalentador panorama actual. El consumidor puede hacer algo, especialmente en el caso de bolsas, vasos y botellas de un solo uso, negándose a utilizarlos —en especial el poliestireno— cuando sea posible y preocupándose de no tirarlos en cualquier sitio. Sin embargo, el problema de los tejidos, como los forros polares, que desprenden microsplásticos al lavarlos, por poner un ejemplo que no tiene que ver con los envases, no va a desaparecer fácilmente, como tampoco el de los miles de redes abandonadas en los océanos que tanto daño hace a la vida marina. Mientras tanto, detalles como el del fabricante de automóviles Toyota, que ha anunciado que dejará de utilizar fundas de plástico para los asientos de los automóviles en sus talleres puede considerarse solo una gota en el océano, pero que cunda el ejemplo. Por algo hay que empezar y todo suma.