Pilar Manjón, la madre del 11-M
La presidenta de la Asociación 11-M Afectados del Terrorismo trabaja contra viento y marea por la memoria y los derechos de las víctimas de los atentados. “¿Por qué algunos políticos nos tratan como verdugos? Usted no tiene un sillón, pero yo no tengo un hijo”
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Había una vida antes de ésta. Una infancia de poblado ferroviario en Palazuelo-Empalme, cruce de trenes entre Madrid, Salamanca y Cáceres, lo que hoy es la estación de Monfragüe. Luego comenzó a quedarse entre semana con sus abuelos en Plasencia. Era la hermana del medio, “la Destronada”, sonríe. Todos los hombres de la familia trabajaban en Renfe, “y mira luego lo que me tenía reservado el tren”.
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Hay una vida después de ésa. Cuando Pilar hace memoria, no se acuerda de nada o es capaz de reproducir cada segundo. Por ejemplo, aquella mañana pudo prepararle la comida y despedirse de Daniel porque en vez de salir a las siete, para ir a trabajar a Torrejón de Ardoz, lo hizo media hora más tarde. “Tenía un precongreso del sindicato en Alcalá de Henares, por eso me pilló en casa”. El poder simbólico de un tupper. La fuerza evocadora de un beso, de un cómetelo todo, eh. “El día anterior se había quedado dormido”. A veces, cuando se te muere un hijo, pasas años dándole vueltas a la cabeza, retrasando o adelantando media hora el reloj.