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Actualizado:Futbolera, obrera y con ganas de pasar un buen rato. Así describe Diego Muñoz a la grada del Independiente de Vallecas, club de fútbol del cual es socio. Este equipo, que echó a rodar el balón en 2019, fruto de una conversación informal entre tres amigos, tiene como objetivo el de honrar a su barrio. "Al final Vallecas necesitaba un club popular", destaca Dani Cámara, vicepresidente del Independiente, quien acompaña a este aficionado durante el entrenamiento de la plantilla masculina.
Ataviados con el color burdeos y negro, el Independiente salta al campo todos los domingos para defender sus valores de lucha contra el racismo, el fascismo, el machismo o la xenofobia. Sobre su pecho lucen un caballo blanco, alusión al origen mitológico del barrio, flanqueado por un ancla y una estrella. El club busca tomar la idiosincrasia de Vallecas de lucha, resistencia y asociacionismo para llevarlo al plano deportivo. Javier Palacio Montes, presidente de la asociación, detalla a Público que varios de los fundadores y socios vienen del sindicalismo o de la militancia en partidos y organizaciones de clase y de izquierdas.
Uno de los aspectos que denuncia este club es la progresiva mercantilización del deporte. La mayoría de equipos históricos, al convertirse en asociaciones anónimas, se han alejado de sus aficiones y de sus comunidades de origen para tratarlos como meros clientes. Desde el Independiente creen que el fútbol es una "herramienta" para posicionarse contra cualquier tipo de violencia. "Gracias a su carácter popular se puede tener una cercanía con cualquier parte del club. Todos nos interpelamos y somos capaces de generar algo más allá del entretenimiento", detalla Diego.
Los 120 socios son los "verdaderos dueños" de la entidad al tener una participación "activa y real". Cada uno de ellos, representa un voto directo a la hora de tomar decisiones, adoptadas por mayoría simple. Además, estos distribuyen las tareas mediante comisiones de trabajo, encargándose de los ámbitos legales, comerciales o comunicativos. "La conversación siempre es fluida", explica Diego, así que las iniciativas que van surgiendo de manera informal, luego se terminan materializando en las asambleas, celebradas a principio y final de temporada.
Llama la atención la cercanía con la que se tratan Dani y Diego. "Algo muy bonito que tiene este club es lo que solemos llamar el tercer tiempo. Gana o pierda el equipo, jugadores, jugadoras y socios nos tomamos algo y charlamos del partido u otras cosas", asegura Dani, quien también es entrenador del femenino.
Valores, dentro y fuera del campo
Diego se describe como un amante de este deporte que ni está abonado a La Liga ni le gusta el fútbol comercial, razón por la que buscó una alternativa como esta. "Defendemos un deporte en el que se pueda competir sin ser unos descerebrados", explica este socio en relación a los lamentables episodios en los que algunos padres se pelean entre ellos durante los partidos de sus hijos. "Dentro de la grada hay unos códigos de conducta y siempre hay alguien encargado de supervisar que se cumplan", asegura Dani, el cual también pone en valor la labor de los árbitros que "están solos" y a menudo son violentados desde el graderío.
Diego: "Defendemos un deporte en el que se pueda competir sin ser unos descerebrados"
Diego, que luce en su pecho un pin con la insignia del equipo, recuerda con ilusión el inicio del Independiente. El primer día de pruebas, destinado a reclutar jugadores, se presentaron muchísimas personas. "Mucha gente vino a ver qué pasaba", lo que generó "la sensación de que el proyecto iba a funcionar". En su primer partido oficial, el plantel ganó tras una remontada al Vallecas C.F., uno de las formaciones históricas del barrio. "Fue un subidón", relata este socio.
Pronto, el Independiente consiguió juntar a unas cien personas en la grada, un número considerable para una formación de Tercera regional madrileña. El vicepresidente, sin embargo, lamenta que la crisis de la covid-19 les hizo mucho daño. "La siguiente temporada a la pandemia se jugó sin público y la gente se va enfriando", añade Dani, quien no pierde el optimismo de seguir atrayendo a más personas.
"Aquí no estamos para ganar dinero pero venimos a pasarlo bien porque es nuestra pasión", asegura Dani. Diego, por su parte, defiende la capacidad del fútbol popular para crear espacios y tejer redes vecinales. "A mí me interesa que se pueda crear una base social dentro del barrio", comenta este hincha, el cual desea que el Independiente se convierta en un referente para el fútbol base donde enseñar a los más pequeños que "la competitividad no tiene nada que ver con la enemistad".
Garantizar la igualdad y paridad
El Independiente disputa sus partidos en el campo de La Unión, ubicado en la Villa de Vallecas. Sin embargo, la plantilla tiene que desplazarse hasta El Pozo, donde se encuentra Polideportivo Wilfred Agbonavbare, bautizado en honor del querido portero nigeriano del Rayo Vallecano. A pesar del frío, se aprecia el buen rollo entre los jugadores. El entrenador da una charla al grupo previa, donde destaca la necesidad de seguir haciendo buenos partidos, pero sin perder la conexión en los momentos duros. "Estamos en una guerra contra la estabilidad", señala Isaac Mosquera López, segundo capitán del Independiente.
Entre ejercicio y ejercicio, Martín Echervez Losada se acerca para hablar con nosotros. El responsable de llevar el brazalete de capitán nació en Uruguay y vino a España en 2020 y asegura que nunca se ha sentido extraño y describe al grupo como "una gran familia". "Los valores que defiende el equipo los interioricé yo desde pequeño", recalca, "lo bueno del Independiente es que los escribe y los hace público, cosa que no pasa en otros clubes". Martín, además, aplaude a la directiva por su labor de integración social, lo que permite alejar a muchas personas de situaciones de marginalización.
Isaac: "Lo bueno de este club es que todos los que estamos aquí somos de una manera de pensar muy parecida"
De manera similar, Elimar González Díaz, segunda capitana del femenino, vino a España en 2017 desde Venezuela. Ella está contenta de poder compaginar su trabajo de oficina con acudir a los entrenamientos y los partidos. Elimar valora el grado de unión que hay con el resto de las compañeras: "Más allá de los entrenamientos, quedamos fuera para tomar algo. Esto hace que el lugar sea muy sano". Junto a ella, hay tres venezolanas más en el conjunto, razón por la que destaca el grado de integración del grupo. La futbolista, por otro lado, lamenta perderse los últimos partidos, ya que se rompió el radio el 5 de febrero. No obstante, agradece al cuerpo técnico por la implicación y preocupación que han mostrado.
Belén Martínez Varela, capitana del femenino, cuenta a este medio que la implicación del club fue lo que le hizo decantarse por ellos. "Siento que nos tratan por igual", afirma la futbolista al preguntarle por la paridad entre la sección femenina y masculina del Independiente. "Eso ha hecho que me quede", añade Belén, que insiste en el buen trato entre los dos grupos .
En esta misma línea, Isaac Mosquera López, que en el pasado ha jugado para otras plantillas, denuncia que otros clubes no ofrecen las mismas condiciones a sus jugadoras. "Sin estar en categorías muy diferentes, a lo mejor nosotros teníamos campo entero y ellas medio campo", deplora el jugador. Tiene 27 años y es profesor de Educación Física en un colegio de Aravaca, donde también imparte las extraescolares deportivas.
"Entre el trabajo y los desplazamientos me queda una vida social muy limitada, que se reduce a estar con mi pareja en casa y alguna vez quedar con los amigos", confiesa Isaac. Su historia puede recordar a la de Elimar, ya que ha tenido dos lesiones de ligamento cruzado anterior, una en cada rodilla. A pesar de las recomendaciones de su entorno de dejarlo, este jugador expresa su compromiso con el club porque entiende que es más un equipo de barrio.
Contra el fútbol negocio
"Odio eterno al fútbol moderno", es una de las consignas más repetidas en los grupos de izquierdas asociados a este deporte. Dani opina que "el dinero lo corrompe todo", razón por la que el balompié ha perdido su esencia: "Antes, las familias se juntaban para ver el fútbol. Hoy por hoy, no hay ningún club que haga eso".
Diego comparte esta impresión al lamentar la degradación de muchas competiciones: "Mismamente, sólo hay que ver cómo se ha perpetrado el Mundial de Qatar". Este aficionado condena las dinámicas que se han generado en torno a esta disciplina: "El fútbol, en vez de ser una herramienta para la unidad ,está ocasionando broncas y peleas". "Sinceramente, a mí no me interesa esa dinámica de confrontación", sentencia de manera orgullosa Diego.
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