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MADRID.- Un pequeño acto, un gesto apenas insignificante, y el viento se cuela entre el pelo de la mujer, lo alborota, y hace que el pañuelo se eleve y ondee como una bandera. Una cámara plasma el momento y la instantánea es subida a Facebook. Esta sencilla imagen, este hecho cotidiano, en un país como Irán encierra una acción subversiva que puede ser castigada con pena de cárcel. Desde la Revolución Islámica de 1975, la ley iraní obliga a las mujeres a partir de los siete años a usar el hijab, o velo, y solo en 2014 fueron multadas o arrestadas 3,6 millones de mujeres por vestir inapropiadamente acusadas de "crímenes en contra de la prudencia y moralidad pública".
Pero por la grietas del sistema se cuelan cada vez más esos pequeños actos de desobediencia y Facebook se ha revelado como una vía abierta que da cabida a todos ellos.
Una mujer, periodista, escritora y activista, es la que ha abierto paso a golpe de foto a todo un movimiento online por la lucha de los derechos de las mujeres iraníes. En 2014, Masih Alinejad, iraní afincada en Brooklyn, abrió una página en Facebook llamada My Stealthy Freedom (Mi libertad furtiva) en la que mostraba fotos suyas con hiyab y sin él y donde poco a poco otras mujeres se empezaron a animar a compartir las suyas propias liberándose de ese pañuelo impuesto.
Un pequeño acto, un gesto apenas insignificante, puede ser el detonante de la caída de un régimen.
"Siempre he usado Facebook como un medio, una manera de diseminar noticias y opiniones. Me di cuenta de que cada vez que subía una foto de mí misma sin sombrero o velo tenía un montón de comentarios y likes, entonces puse una foto mía estando en Irán sin el hiyab y pregunté a las mujeres si ellas también se quitaban el velo cuando nadie podía verlas, especialmente la policía. La respuesta fue abrumadora”, explica la autora a Público.
En un año, My Stealthy Freedom, ha alcanzado casi los 900.000 likes y se ha llenado de fotos de cada vez más mujeres que comparten esa pequeña dosis de libertad furtiva.
Periodismo peligroso
En Irán, Masih Alinejad es de sobra conocida por su periodismo incisivo y por su postura crítica con los poderes políticos y sociales. Siempre contraria al uso obligatorio del velo y a las leyes que cercenan los derechos de las mujeres, su activismo comenzó cuando todavía vivía en Babol al norte de Irán. “Desde mi adolescencia me preguntaba por qué mis hermanos mayores podían ir a nadar o andar en bici o tener más libertad que yo, ¿por qué?”, recuerda indignada. “Cuando llegué al instituto me uní a un grupo para publicar un samizdat -publicación clandestina- sobre libertad y democracia, en seguida fuimos arrestadas”.
En 2009, Alinejad finalmente se exilió Inglaterra y más tarde a EE. UU. donde creó My Stealthy Freedom desde la libertad de la distancia, pero las imágenes que se pueden ver en la página dañan la estricta moral conservadora de Irán. Cuando empezó a tener repercusión dentro del país persa, los mulás extremistas lanzaron una campaña violenta contra Alinejad llegando a amenazarla de muerte.
Los medios conservadores también trataron de desacreditar My Stealthy Freedom pero el aluvión de fotos no hizo más que aumentar. La mecha del movimiento social online estaba prendida. En las imágenes que pueblan el muro se pueden ver a mujeres desde todos los rincones del país con el pelo al viento, pero también a sus maridos, padres, hermanos, amigos reclamando a través de este espacio la vuelta de los derechos que se perdieron con la revolución islámica.
La reivindicación ya no se limita al uso de hiyab, otras protestas se extienden por la red social, como el hecho de que una mujer no pueda viajar fuera del país sin el consentimiento de su marido, o que dos personas de sexos opuestos no puedan besarse en público ni estrechar las manos bajo castigos de latigazos o cárcel. El espacio virtual también se utiliza para difundir información de los derechos que sí pueden disfrutar las iraníes pero de los que ni siquiera tienen conocimiento.
“No se trata de cuestionar el hijab como parte de una creencia, mi madre usa el velo porque cree en él, ese no es el debate. La lucha está en que debería ser una elección libre”
“Muchas mujeres simplemente no saben que pueden solicitar modificaciones en su contrato de matrimonio, incluso después de firmarlo”, explica Alinejad. “Por suerte hay un montón de hombres iraníes con mente abierta que apoyan los derechos de las mujeres, a pesar de las leyes conservadoras, de los castigos impuestos y de las amenazas”.
Las autoridades y los medios de comunicación de línea dura suelen etiquetar a las figuras de oposición como “agentes del imperialismo” de la CIA o como “lacayos de Israel”. My Stealthy Freedom no es una excepción. Hace unos días, las autoridades más extremistas del país afirmaban que la página de Facebook contaba con el apoyo de las agencias de inteligencia norteamericanas, y se difundía en un diario semanal iraní que Masih Alinejad “era un puta”. En respuesta, la periodista publicaba en su muro un enfrentamiento directo con el autor de esas palabras, un conocido extremista de Teherán, Hamid Rasaei. “Gran parte de la sociedad iraní se opone al velo obligatorio, ¿significa eso que la mitad de las mujeres de Irán son unas putas?”, le espetaba por teléfono.
El velo, una cuestión de estado
El protagonismo de Masih Alinejad y su lucha está atravesando fronteras. La Cumbre Internacional de los Derechos Humanos de Ginebra celebrada este año le otorgaba el premio a los derechos de las mujeres por su campaña en Facebook. Aunque la activista reitera que ella no es la representante de todas las mujeres de Irán sino que facilita una vía para que se produzca la protesta y de ahí el cambio. Con el asunto del velo es contundente: “No se trata de cuestionar el hijab como parte de una creencia, mi madre usa el velo porque cree en él, ese no es el debate. La lucha está en que debería ser una elección libre”.
En junio de 2013, Hasán Rouhaní, actual presidente de la República Islámica de Irán prometía más libertades políticas y sociales. Desde entonces, la Guardia Revolucionaria, encargada de velar por el código de vestimenta, entre otras conductas, es un poco menos visible en las calles, según la propia web de My Stealthy Freedom. Mientras tanto, la libertad puja por salir en el país persa. En la capital, los abrigos son cada vez más cortos y las botas altas han resurgido.
Los fines de semana las casas, los apartamentos y los sótanos de los edificios se convierten en nightclubs, en conciertos privados o en shows de moda. Las mujeres de clase media de Teherán ponen a prueba los límites de la ley al optar por pañuelos sueltos y usar maquillaje. En la red, esas mismas mujeres y muchas otras se atreven a soltarse el velo y fotografiarse con el pelo al viento. Porque un pequeño acto, un gesto apenas insignificante, puede ser el detonante de la caída de un régimen.
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