Mimi, víctima de trata y trabajadora doméstica en barrios ricos de Londres, se queda sin sueldo por la pandemia
La organización The Voice of Domestic Workers lucha porque las trabajadoras del hogar se empoderen y, gracias a la unidad, las condiciones de empleo vayan a mejor.
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MÁNCHESTER (reino unido), Actualizado:
Mimi tiene 44 años y es filipina. Hasta hace poco trabajaba como empleada doméstica. "Tengo cuatro trabajos a tiempo parcial", explica. "Por las mañanas cuido niños y limpio casas. Trabajo en casas muy bonitas en Richmond y Kensington", dice refiriéndose a dos de los barrios más exclusivos y elegantes de Londres.
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Mimi llegó a Reino Unido hace siete años. Antes trabajaba como empleada doméstica en Dubai, hasta que su empleador decidió mudarse a Reino Unido y se la llevó con él. Mimi llegó a Londres como víctima de una red de trata de personas: nada más llegar a Inglaterra su jefe le quitó el pasaporte y le prohibió salir de casa. "Me explotó y abusó de mí durante un año", explica. "Escapé en 2014 y estuve sin papeles durante cinco años".
Mimi pidió ayuda a The Voice of Domestic Workers (La Voz de las Trabajadoras Domésticas), una organización creada por y para trabajadoras domésticas migrantes cuyo objetivo es ayudar y empoderar a este colectivo. Durante los cinco años que estuvo sin papeles siguió trabajando para mandar dinero a su familia en Filipinas. A finales del año pasado, el Gobierno le concedió una visa como trabajadora doméstica en el extranjero.
Desde entonces ha trabajado como externa y a tiempo parcial para varias familias, hasta que llegó la pandemia. "Soy una de las muchas trabajadoras domésticas que ha perdido su trabajo por culpa del coronavirus", explica Mimi. "Mis jefes me pidieron que no volviese a trabajar a sus casas hasta que pasara la crisis. Es un trabajo por horas, así que como no voy a trabajar, no me pagan". A pesar de que las dos familias para las que trabaja viven en dos de los barrios más caros de Londres (el precio medio de una propiedad en Kensington son unos dos millones de libras) ninguna se ha ofrecido a pagarle el sueldo durante la pandemia.
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"Mi jefe me explotó y abusó de mí durante un año"
Según The Voice of Domestic Workers, la situación de Mimi es muy común entre las trabajadoras domésticas migrantes. Alrededor del 30% de las personas que llevan a cabo trabajos de limpieza en Gran Bretaña son migrantes, muchas de ellas empleadas con visas de trabajadoras domésticas en el extranjero. Las personas que tienen esta visa no pueden recurrir a fondos públicos si pierden su trabajo. The Voice of Domestic Workers explica que la situación es aún peor para muchas de las trabajadoras domésticas que están sin papeles. "La mayoría de los acuerdos entre empleador y empleada son contratos verbales, lo que las sitúa en una situación de gran vulnerabilidad", explica Marissa Begonia, una de las fundadoras de la organización. "Como consecuencia, muchas trabajadoras domésticas están teniendo muchas dificultades para pagar el alquiler o incluso comprar comida".
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Marissa explica que este colectivo ya era vulnerable antes de la pandemia. La mayoría de las trabajadoras domésticas migrantes vienen de países asiáticos y africanos como Filipinas, India, Sri Lanka o Indonesia. A la discriminación racial y de género se suma la poca protección legal que tiene este colectivo, por la que las trabajadoras domésticas migrantes se encuentran en un elevado riesgo de explotación: según una encuesta realizada en 2018 por The Voice of Domestic Workers: un 76% de trabajadoras domésticas migrantes había experimentado abuso en el trabajo, incluyendo abuso verbal (54%), físico (18%) y sexual (7%).
Alrededor del 30% de las personas que llevan a cabo trabajos de limpieza en Gran Bretaña son migrantes
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El riesgo de explotación se ha intensificado con la pandemia. En su página web la organización detalla algunas de las historias que les llegan a través de sus miembros. Por ejemplo la de Diana, una empleada doméstica interna: "Mi jefe me ha dicho que si salgo de casa en mi día libre que no vuelva. Pero ahora me hace trabajar en mis días libres o se niega a darme de comer". O la de LeeAnn, que trabaja como externa: "Trabajo cuidando dos niños, pero cuando empezó la crisis mi jefe me dijo que no volviera. Todavía no me han pagado la última semana que trabajé. Tengo miedo de perder mi casa por no poder pagar el alquiler".
Marissa explica que The Voice of Domestic Workers intenta educar y empoderar a sus miembros para que sepan cómo reaccionar ante estas situaciones de abuso y explotación. También han lanzado una campaña para recaudar fondos para aquellas trabajadoras domésticas que lo necesiten. Mimi es una de las personas que se ha beneficiado de esta iniciativa. "Tengo tres hijos, de 21, 20, y 14 años en Filipinas", explica. "Les mando dinero desde hace años, pero ahora que no tengo trabajo dependo de mis amigos y de la ayuda de esta organización para sobrevivir".
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Mimi lleva sin ver a sus hijos desde 2013. "Cuando me dieron mi visa en diciembre del año pasado pensé que por fin podría ir a verlos. Mi idea era ir en abril, que es cuando tienen vacaciones en el colegio. Obviamente no ha podido ser. Una vez más, no he tenido suerte". Aun así, afirma que no está enfadada con las familias que se han negado a pagarle un sueldo durante la pandemia. "Lo entiendo, ¿sabes? Nuestro acuerdo era un trabajo por horas. Así es como funciona".
"Más que enfado, siento tristeza. La pandemia lo ha parado todo. Mis planes de ahorrar, de ver a mi familia... Lo único que quiero es que esto acabe pronto y poder volver a trabajar".