Migrantes ahogados en Melilla El séptimo migrante ahogado que aparece en Melilla en mes y medio era un joven extutelado, expulsado al cumplir 18 años
El cadáver hallado el miércoles en la playa de la ciudad autónoma ha sido identificado como M. S., que llegó desde Marruecos siendo menor, pasó más de nueve meses tutelado y acogido en el centro de menores de La Purísima, desde donde fue expulsado el pasado junio, como cientos menores que cumplen 18 años en la ciudad. Llevaba meses intentando llegar a la Península como polizón en un ferri.
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madrid, Actualizado:
Cumplió 18 años el pasado 3 de junio, pero su regalo fue la expulsión del centro de acogida y del sistema de protección del menor de Melilla. Se quedó en la calle, sin tener tramitada su tarjeta de residencia más de nueve meses después de estar tutelado por la ciudad. El último medio año lo pasó durmiendo en la Plaza de Toros, reconvertida en gran albergue para migrantes desde el inicio de la pandemia. Llevaba tiempo intentando salir de Melilla, buscando el momento perfecto para hacer risky, el método para colarse como polizón en alguno de los ferris que salen del puerto con destino Málaga o Almería. Su cadáver fue encontrado la tarde del pasado miércoles, flotando en una playa cercana a club marítimo de la ciudad.
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Se llamaba M. S., llegó de Marruecos siendo aún un niño para buscarse la vida en España y es el séptimo migrante ahogado que las olas han devuelto a la costa melillense en menos de dos meses. Un goteo de muerte que no cesa en una ciudad jaula donde los migrantes permanecen atrapados, más si cabe desde que se decretó el cierre fronterizo al inicio de la pandemia y donde cada día, nuevos niños se convierten en adultos y quedan desamparados, sin ningún centro específico que les atienda, oriente y acoja. El drama de los menores extranjeros no acompañados hace tiempo que ha convertido en el de los extutelados en situación de calle, denuncian varias organizaciones que les dan apoyo.
La identificación del cadáver está en manos en de la Unidad Orgánica de la Policía Judicial de la Guardia Civil, y está decretado el secreto de sumario por el juzgado, a la espera de la autopsia. Ni el Instituto Armado ni la Delegación del Gobierno en Melilla han confirmado por el momento una noticia que lleva corriendo como la pólvora desde el jueves. Sobre todo, entre los amigos y compañeros de viaje y desamparo de M., que ayer inundaban sus redes sociales con su foto y palabras de duelo. Cualquiera de ellos puede correr la misma suerte tarde o temprano. Hacerse mayor en la frontera sur es una actividad de riesgo.
La identidad la han confirmado a Público José Palazón, presidente de la asociación ProDerechos de la Infancia (Prodein) y varias activistas de Solidary Wheels, un colectivo que reparte comida entre los adolescentes magrebíes que viven en la calle de la ciudad. Fuentes de la Consejería de Distritos, Juventud, Participación Ciudadana, Familia y Menor de Melilla también informado a este diario de que el cuerpo encontrado es el de un menor extutelado por la ciudad.
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Nueve meses y cuatro días acogido
M. ingresó en el centro de acogida de menores La Purísima el 5 de septiembre de 2019. Nueve meses y cuatro días después tuvo que salir del centro por cumplir la mayoría de edad, precisa la Consejería. Durante su estancia, nunca se tramitó su permiso de residencia, a pesar de que el Reglamento de Extranjería así lo obliga a las Comunidades Autónomas transcurridos al menos nueve meses de tutela. Es una dejación de funciones habitual, tal y como ha señalado el Defensor del Pueblo en reiteradas ocasiones. Una dejación que, a veces, cuesta una vida demasiado joven. "Si el chico hubiera tenido su tarjeta de residencia, podría haber cogido un ferri sin necesidad de colarse. Estaría vivo hoy", apuntan desde Solidary Wheels, que vieron pasar a M. varias veces por su reparto de bocadillos en la playa melillense.
El joven fallecido era originario de Monte Arouit, una ciudad de la provincia marroquí de Nador, a escasos 30 kilómetros al sur de Melilla. Los que lo conocieron explican que no era un joven conflictivo, al contrario. El único documento que le dieron las autoridades fue, apunta Palazón, una carta de buena conducta durante su estancia en el centro de menores. Los chavales con los que coincidía en la calle, cada noche que esperaba la salida de un ferri, dicen que era tranquilo, "que no tenía problemas con nadie, que nunca se había peleado", explican las activistas de Solidary Wheels. "Los trabajadores de la plaza de toros cuentan que tenía un buen comportamiento", añaden estas fuentes, que fueron testigo del levantamiento de su cadáver.
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"No está claro que pasó. Su cuerpo se encontró sin documentación y sin su teléfono", aseguran. Un detalle que no hace pensar que muriera tratando alcanzar un barco. "Suelen intentarlo con sus pertenecías, con su teléfono móvil envuelto en bolsas de plástico para que no se moje. No está claro qué ha pasado", sostienen. Los percances entre estos jóvenes está siendo más que habituales en la ciudad. Hace algo más de un mes, un menor se partió la columna vertebral haciendo risky; una semana después, otro chico se fracturó una pierna y hace solo dos días, otro cayó del muro desde el que se lanzan hacia los barcos, a seis metros de altura. "De milagro solo se hizo un esguince y varias contusiones en la columna", dicen.
Palazón recuerda que hacía varios días que nadie tenía noticias del joven. "No estaba mucho en la calle, salía a las horas puntuales en las que zarpa el barco para intentar subirse", comenta. "Es el pan de cada día en esta ciudad de locos" en la que calcula que hay unos 200 chavales en la calle, la mayoría expulsados de los centros sin alternativa cuando cumplen 18 años. "Cada día los vemos salir de la Purísima, caminando con una bolsa de basura negra en la llevan la poca ropa que les dan. Sin saber a dónde ir y sin los papeles arreglados en un ciudad con una alta incidencia del coronavirus, cuando hay un toque de queda nocturno", explica.
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Según los datos de Solidary Wheels, que reparte unas 60 cenas diarias entre los chicos, desde diciembre, los expulsados de los centros de menores han dejado de poder entrar en plaza de toros, "nadie ha explicado por qué, y no hay ningún recursos específico en Melilla para los extutelados", critican. Desde diciembre hasta el pasado lunes, este colectivo ha identificado a 107 chavales extutelados en situación de calle. "Sin contar a los que ya llegaron siendo mayores o que han acabado en la calle por otros motivos", puntualizan.
No es un fenómeno novedoso, recuerda el presidente de Prodein, aunque la pandemia ha recrudecido la desesperación, tanto para entrar en Melilla, como para salir, sobre todo a nado, en ambas direcciones, precisa. "Si en Melilla están mal las cosas en cuanto a desempleo y pobreza, en Marruecos es todo mucho peor", sostiene.
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El cuerpo de M. sigue en el Instituto Anatómico Forense de la ciudad, a la espera de que se aclaren definitivamente la identidad y la causa de la muerte. La Delegación del Gobierno es la encargada de intentar localizar a los familiares, aunque según varias fuentes, la madre del finado ya ha sido avisada por los vecinos que han visto las noticias en redes. El cierre de fronteras con Marruecos impedirá que el joven sea enterrado en su ciudad natal, se temen los activistas, que intentan, a través de la mezquita de Melilla que el cuerpo sea inhumado en el cementerio musulmán. "Que al menos su madre pueda venir a llorarle en una tumba con su nombre". Eso también es un privilegio para muchos en una ciudad cada día más acostumbrada a la muerte.