Por fin Yolanda Díaz y Pedro Sánchez firmaron su esperado acuerdo para la segunda temporada del gobierno de coalición. Un documento de 48 páginas, casi la mitad de ellas dedicada a los temas de migración, asilo y a las medidas para enfrentar el racismo en el territorio español. Es la primera vez que no tengo que voltear el legajo y sacudirlo de cabeza a ver si cae algo. Qué reparadoras estas páginas para las personas migrantes acostumbradas al silencio sobre sus vidas. Qué inédito tener el mismo peso que la agenda verde o el feminismo.
Deben estar muy impactados los y las del PSOE y Sumar para dar esta muestra de resuelta voluntad política y músculo democrático. No me extraña, después de la primavera y el verano de naufragios que tuvimos. Cómo seguir igual tras las imágenes insoportables de barcos llenos de migrantes cuyos cuerpos se perdieron por cientos en las honduras del Mediterráneo.
Aunque yo creo que igual lo que ocurre en la franja de Gaza les tiene sensibles y dispuestos. No hay manera de entender lo que pasa ahí sin pensar en lo que pasa aquí y lo que pasa hace cientos de años entre Europa y África. Cómo las fronteras son armas necropolíticas y cómo en España tenían los días contados las políticas de extranjería que rezuman colonialidad activa. ¡Si no íbamos a acabar con campos de refugiados en Andalucía! Ahora ya hasta dudo de si hay…
Entre las medidas que incorpora el documento me alegró especialmente ver la que atañe a la denuncia, sanción y reparación por lo ocurrido en Melilla el año pasado. Esta es la verdadera mano dura europea. La mención al fin del baile de sillas y a la necesidad de que el ministro Marlaska asuma su responsabilidad en esta masacre de vidas negras pone a España como líder europeo en la senda del verdadero progreso para seguir avanzando hacia una sociedad sin impunidad, más justa y respetuosa de algo tan simple como los derechos humanos. Lo primero que hice fue llamar a mi amiga Adilia, una de las abogadas de las víctimas de Melilla, para compartir la increíble noticia. ¡Y yo que pensaba que nuestras vidas no les parecían importantes!
“Cuatro años más de izquierda”, uno de los slogans que puede leerse en el documento, no podían ser tales sin que por fin vaya a aprobarse por decreto urgente la regularización de los 500 mil migrantes en situación de vulnerabilidad y que ya aportan con su trabajo al desarrollo de este país. Una alegría del tamaño del esfuerzo que supuso para ReguYa conseguir 700 mil firmas y que, temimos, cayera en el saco roto de la indolencia estatal. Es que me gustaría ahora mismo ver las caritas de Vox.
En la larga lista de medidas cabe mencionar la esperada derogación de la Ley de Extranjería y la de la Ley Mordaza. Han sido valientes, sí señor. Para cualquier individuo que quiera poder expresarse libremente es una buena noticia, pero para las organizaciones migrantes se parece mucho a tocar la meta tras una eternidad de luchas siempre ignoradas por cada elección, por cada campaña, por cada gobierno, por cada funcionaria, por cada ministerio que le pasa la pelota al otro ministerio y nos quedamos otra vez sin ley. Por cierto, ya sabía yo que no se podía quedar así lo de la Ley contra el Racismo que en la legislatura anterior se fue por la cuneta. No se logró ni con ministerio de igualdad, ni con representación afro. Ahora sí pues, habemus ley. ¡Cómo se nota la presencia más la presencia de personas racializadas en los partidos!
Si tuviera que destacar cada paso de gigante que se ha dado en este acuerdo respecto a las vidas migrantes no acabaría nunca, el espacio es cruel hasta en Internet y mi editor me va a tirar de la oreja. No quiero terminar sin aplaudir la decisión de cerrar definitivamente los CIES en todo el territorio. Y me gusta que ocurra en tiempos en que por nuestros mares europeos se paseaba hace poco un barco-cárcel de migrantes como una extraña muestra de humor inglés.
En mi opinión, este acuerdo y su especial interés en abordar el tema de la migración hace más creíble aquello del “diálogo social”, un concepto que se repite en todo el documento. Menos mal que no insistieron en alinearse con los pactos europeos porque son infames. Para mí, un gobierno socialista es el que no se deja intimidar por las fuerzas reaccionarias y antiderechos que demandan medidas contra la actual oleada de pateras y cayucos en las costas españolas, es el que les planta cara y asume orgulloso su papel histórico para sumar a una España socialista, diversa y plural, con más derechos y más libertades. ¡Olé España! ¡Olé Gobierno de coalición!
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