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José Manuel Naredo: "Hay un divorcio sonado entre ecología y economía"

El investigador, que estrena el libro 'La crítica agotada',  insta en esta entrevista con 'Público' a cambiar el paradigma dominante por uno más saludable. Naredo combate el mito de que es la producción la que crea la riqueza y la noción de propiedad.

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José Manuel Naredo, en Sevilla. — Raúl Bocanegra

SEVILLA,

A José Manuel Naredo, autor, entre otros, del señero libro La Economía en Evolución, una referencia para multitud de economistas y para el movimiento ecologista, le cayó en gracia el Gobierno de coalición de PSOE y Podemos porque no estaba auspiciado por Felipe González, según afirma pícaramente. "Me hizo gracia. Él tenia que seguir manejando los hilos. En ese sentido, me pareció bien. Salió al margen del aparato. Luego, vuelven las aguas a su cauce. Y hay que meter las cuotas", afirma.

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Naredo lleva muchos años en la clarividente tarea de describir la ceguera del pensamiento económico dominante, que se basa principalmente en, a su juicio, que es la producción la que crea la riqueza, "una metáfora absoluta", plasmada "en el PIB", que se cuadra "a martillazos": "El pelotazo urbanístico es un tema de nuestra cultura de difícil traducción. Ha generado plusvalías impresionantes, mientras se discute unas décimas más del PIB y eso no entra en línea de cuenta; ¿qué es esto entonces?", dice.

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Nacido en 1942, conserva intacta la capacidad de análisis que ha mostrado en una obra profunda. Esta semana estuvo en Sevilla para presentar su nuevo trabajo, La crítica agotada (Edtorial Siglo XXI), un libro que nació de "una frustración". Sentado como un estudiante más en un banco del rectorado de la universidad de Sevilla, conversó con Público.

"A principios de los 70 –afirma para explicar esa frustración– parecía plausible un cambio de paradigma y un camino hacia una sociedad más saludable y ecológica. Todo eso se fue desinflando y en muchos aspectos estamos peor que hace 50 años. En este libro trato de analizar las causas de todo eso y rememoro el mito de Sísifo, el agotamiento de seguir empujando esa piedra hacia arriba".

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Naredo estudia en el volumen lo que llama "no conceptos que crean ideologías y arman la crítica política". Esto serían conceptos que están en línea con la ideología dominante, como producción, desarrollo sostenible, lucha contra el cambio climático, que, finalmente, impiden que nada cambie. Un ejemplo de no concepto, sostiene Naredo, es "la invención del medio ambiente y las cumbres de la tierra y otros gestos ceremoniales".

"Centrar todo en el medio ambiente –explica– supone echar balones fuera de los verdaderos problemas. Existen ministerios y agencias de medio ambiente y luego siguen funcionando los de economía y de industria. Y ese ministerio carece de competencias para nada. Es un mero afán de marear la perdiz para contentar a la población. Nos dicen: estamos trabajando en ello. Ya vemos a dónde ha conducido todo esto".

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"Si de verdad –abunda Naredo– se quisiera hacer algo, tendría que afectar a todos los departamentos. Y si es un municipio no puede ser que se monte una concejalía de medio ambiente y que luego hagan el plan general como si nada. O es algo coherente o se genera una guerra de competencias".

"Ves –prosigue Naredo– que no hay afán de verdad a fondo de cambiar las cosas. Los no conceptos agotan el discurso político. Entre las causas [de lo que sucede] veía que el desmoronamiento del socialismo real y de los atajos revolucionarios generó una desorientación. Se siguen manejando señuelos e idolatrías. Ha ganado terreno el capitalismo real, que resulta en una serie de comportamientos de liquidación del estado del bienestar y privatizaciones que antes hubieran sido impensables. Y ahora en retirada se habla de defender lo público. Pero, ¿qué publico? Si está parasitado por lo privado".

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Para Naredo, estamos hoy en una "encrucijada" que concreta de esta manera: "Por una parte están las premisas mayores del paradigma ilustrado que siguen funcionando: antropocentrismo, tecnolatría, fe en la ciencia, lo que lleva al triunfo de enfoques parcelarios y a unas ciencias sociales serviles. Frente a esto, hay un paradigma ecointegrador emergente [al que] le preocupa la regresión y los problemas que son de escala planetaria y que postula la integración del conocimiento, que evite divorcios tan sonados como el que hay entre ecología y economía".

Así, asegura Naredo, ese nuevo paradigma combate esa noción de "qué mala suerte que hay más personas y no es todo para mí", dice con ironía. "Pero si todo te lo da, desde el mismo lenguaje, el contexto social", apostilla.

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En el libro, añade el investigador, entra "en ver los requisitos para que el paradigma ecointegrador pueda funcionar. [Una de las claves es] trascender los no conceptos: resulta que los propios responsables de las instituciones que aportan el status quo siguen de rositas. Hacen falta propuestas inclusivas y atractivas, que no sea pelea de unos contra otros igual que en el fútbol. Hay mucho teatro y mucha pelea en los partidos".

La propiedad

Otra de las ideas que discute Naredo es la de la propiedad, a su juicio, "una teoría obsoleta que presupone, como decía Locke, que el agua es de todos, pero si voy y la cojo en un cántaro me pertenece".

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"¿Hoy en día –añade– qué tiene que ver la propiedad con el trabajo? Habrá que ver toda esa teoría de la propiedad que con el reduccionismo monetario se mete todo en el mismo saco, habrá que ver de qué estamos hablando. Y revisar todo eso. Igual que en los 70 se quitó el respaldo en oro del dólar. El dólar era la moneda de reserva internacional porque estaba respaldado en oro. Hubo cantidad de propuestas de nuevo sistema monetario, pero todo eso se fue desinflando. Y ahora se está rompiendo el mundo unipolar y el poder del dólar. Pero de esto ni siquiera se habla, cuando es un tema básico".

"Es –prosigue– la propia noción de propiedad: no puedes meter todo en el mismo saco. Se cogen las cosas por el mero coste de extracción, no por el de reposición desde el mismo mineral que se agota. Nadie se preocupa de esos costes ni de reponer nada. Se promueve el extractivismo. Luego, el precio sube más que proporcionalmente que el coste físico y quienes se llevan la parte del león son las partes finales de comercialización y venta. Y eso pasa con la agricultura también. Habrá que revisar los criterios de valoración también".

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Lo que plantea Naredo en La crítica agotada es: "Hablemos un poco de las cosas y centremos las críticas en el núcleo duro. de la ideología y de las instituciones imperantes, que son las que mantienen el status quo".

Doñana y el agua

Sobre Doñana, emblema y mito, y los usos del agua, Naredo afirma que es "un ejemplo claro de la deriva actual hacia un deterioro cada vez mayor". "Yo creía cuando se sacó la ley de Doñana que la cosa podía [mejorar], pero para nada. He estado ahí hace muchísimo y ahora más recientemente y el deterioro ha sido tremendo. Incluso la propia estación biológica que era un hervidero de investigadores... Hay casas en ruinas. Luego está el tema del gas, la sobreexplotación de los acuíferos y los regadíos ilegales, lo que no es de recibo".

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"El gran problema –analiza– es que el clima es el que hay. Esto quiere decir que el agua, la precipitación, no da para que esté todo puesto de regadío. Tendrás que admitirlo y no [fomentar] una sobreexplotación de todo para morir matando, que es un poco lo que ocurre. Cada cual hace un pozo y se va degradando el acuífero. Lo primero es poner orden casa, es elemental. Hay que ver dotaciones y cuáles son las prioridades".

"Y hacer eso con transparencia –remacha– porque se mantiene como una demagogia que hay que hacer más obras hidráulicas, más embalses. Si no hay agua. Bueno, se podrá hacer uno pero no va cambiar ese panorama. Y en lo de Doñana se ha abstenido el PSOE, hay políticos que quieren contentar a todo el mundo. No vaya a ser que alguien y en esas seguimos. Y así es difícil".

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