Cuando las inversiones públicas caen en manos de la ciudadanía
Los presupuestos participativos permiten a la gente proponer y gestionar los recursos públicos. Portugal es el segundo país europeo con mayor proporción de las inversiones municipales en manos de sus habitantes. Votan sobre todo hombres de entre 30 y 45 años desencantados con la política tradicional
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LISBOA.- Usted decide. ¿Prefiere un parque a dos manzanas de su casa o mejor nuevas fuentes de agua para el barrio? ¿Y qué tal una playa de arena artificial?, o ¿le gustaría más la puesta en marcha de un nuevo canal de televisión? ¿Se decanta por plantar árboles conmemorativos o por una cancha de baloncesto? ¿Aprueba la organización de un festival de música joven? ¿Y sustituirlo por un recital de poesía? Usted decide.
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Lisboa se convirtió en
2008 en la primera capital europea en dejar inversiones municipales en manos de sus habitantes
Portugal es el segundo país del viejo continente, apenas superado por Polonia, con mayor proporción de las inversiones municipales en manos de sus habitantes. Lisboa se convirtió en 2008 en la primera capital en implementar esta medida a este lado del Atlántico. Y arropada entre sus faldas, la turística Cascais es el Ayuntamiento que ha cosechado el ratio de participación más alta: el 20%, más de 41.000 votos (los 174.000 de París son el récord en términos absolutos, representando el 8% aproximado de su población).
Democracias a través de SMS
Sin ser un fenómeno de masas, la República Portuguesa cuenta actualmente con unas 70 experiencias activas, en una evolución al alza que no ha dejado de crecer, a tenor de los datos de la asociación lusa In Loco. Su presidente, Nelson Dias, desgrana cómo se esparce “por todo el país y en municipios de distintas dimensiones, si bien es cierto que los más interesantes se están desarrollando en ciudades medias, de entre 50.000 y 100.000 habitantes, y grandes”.
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Más de 54 millones han tenido ya en sus manos los portugueses y portuguesas que, sin ir más lejos, en 2014 decidieron qué hacer con
14 millones de euros
Más de 54 millones de euros han tenido ya en sus manos los portugueses y portuguesas que, sin ir más lejos, en 2014 decidieron qué hacer con 14 millones de euros. 2,5 millones correspondieron a la capital (el 6,6% de las inversiones públicas); sobre la mesa, las habituales proposiciones de intervención del espacio público (parques infantiles, pasos de peatones, zonas verdes y ciclovías) convivieron con las más deportivas (canchas, skate parks y aparatos de gimnasia en algunas plazas), con nuevas inquietudes como la económica (start-ups y viveros de empresas) e incluso con las más atrevidas, como la que invitaba a crear una red de estaciones para alquilar carritos de bebé.
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En países como Perú y la República Dominicana la puesta en marcha de las preferencias populares
es obligatoria por ley
En países como Perú y la República Dominicana la puesta en marcha de las preferencias populares es obligatoria por ley, cuando en casos como el de Polonia hay que hablar más bien de una incentivación ceñida principalmente al ámbito rural. “Los políticos están perdiendo el miedo a la participación. La crisis prácticamente les obliga a nuevas forma de hacer política más cercanas a los ciudadanos. No es una cuestión de derechas o izquierdas sino una necesidad de quienes gobiernan”, explica el presidente de In Loco, que subraya la gran distinción entre lo que sucede a uno y a otro lado del océano: “Los presupuestos participativos europeos no responden a necesidades básicas, muchas de ellas satisfechas, como sí ocurre sin embargo en América Latina y África”.
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"La democracia participativa es en estos momentos una política local pero no nacional, aunque probablemente empezará
a serlo poco a poco"
Son cada vez más las mujeres que se interesan por estos procesos, si bien es cierto que las estadísticas coinciden en resaltar la todavía mayor presencia de hombres. Principalmente, de entre 30 y 45 años, de clase media, formados y relativamente informados.
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"Somos cada vez
más individualistas. Desconfiamos de los
políticos y los políticos desconfían de nosotros"
“Somos cada vez más individualistas. Desconfiamos de los políticos y los políticos desconfían de nosotros, viéndonos como grupos más o menos organizados pero incapaces de pensar en el bien común. Desconfiamos hasta de nosotros mismos. Hacer participación con esos mimbres es muy difícil. Es una de las razones por las cuales al principio ha existido tanta resistencia a los presupuestos participativos”, añade Dias, que ve dos soluciones: la práctica constante y la creación de nuevas generaciones políticas.