Las otras Ingobernables de Madrid: los centros sociales que no le gustan a Almeida
Desde que el PP gobierna la ciudad se han desalojado dos emblemáticos espacios okupas, otros están amenazados y otros se han quedado sin acuerdo para utilizar instalaciones. Sin embargo, todavía resisten varios centros autogestionados en la ciudad y alguno se ha organizado para hacer frente en común a la ofensiva mediática y política contra ellos.
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madrid, Actualizado:
José Luis Martínez-Almeida llegó a la Alcaldía con el movimiento okupa en su diana. Fue claro: "A partir del 26 de mayo, Madrid será una ciudad libre de okupas y caraduras". Una promesa electoral que Almeida está cumpliendo a rajatabla, como otros predecesores, y que iba dirigida contra los diferentes movimientos sociales y espacios autogestionados de la capital que luchan por un modelo de ciudad contrario al ocio consumista, la especulación inmobiliaria y la conversión del espacio público en un parque temático para turistas.
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Desde que el PP volvió a tomar las riendas de la ciudad se han desalojado varios centros sociales okupados que no sólo habían devuelto la vida a instalaciones vacías, sino a los distritos y barrios y, sobre todo, a los diferentes colectivos y asociaciones que no cuentan con un local para desarrollar sus actividades, talleres, asambleas o charlas. Desde la Plataforma de Afectados por la Hipoteca hasta la Juventud por el clima o las asambleas feministas organizadoras de la movilización del 8-M.
El primero en caer esta legislatura fue La Dragona, tras 11 años de vida en La Elipa, a las puertas del cementerio de La Almudena. Sin incidentes, el reactivado cuerpo antidisturbios de la Policía Municipal echó abajo la puerta y descolgó la pancarta de los balcones del enorme edificio estilo neobizantino que llevaba años desierto.
Allí, además de organizarse en colectivo y de forma asamblearia, se encontraban las asociaciones de vecinos del barrio, se impartían talleres de música, pintura, reparación de bicicletas o de magia, había cine diario y gratuito, una biblioteca abierta al público, salas de ensayo para bandas musicales y gimnasio de artes marciales como kick-boxing, pakua o taekwondo. Todo acabó la madrugada del 18 de octubre de 2019. Sigue cerrado desde entonces.
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Después llegó el desalojo de La Ingobernable, en pleno Paseo del Prado, quizás el centro más emblemático de los últimos años gracias a su céntrica ubicación, la herencia del mítico Patio Maravillas y al pulso que mantuvo hasta el final, no sólo contra el Ayuntamiento de Manuela Carmena, sino hasta el mismo día del desalojo ya con Almeida al frente. Este centro social denunció el último regalo de los Aznar-Botella a su entorno, logró que se revocara la cesión del edificio a la Fundación Emilio Ambasz, albergó todo tipo de actividades lúdicas, culturales, políticas y sociales, incluso sirvió alguna vez de centro de acogida de personas simpapeles o refugiados desamparados.
Poco después, Almeida anunciaba el nuevo y polémico uso del espacio, cedido por 50 años a la Fundación Hispanojudía para albergar un museo que ni siquiera tiene un proyecto, aunque sí un conocido vicepresidente, al exalcalde de Madrid y exministro de Justicia Alberto Ruiz-Gallardón.
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Almeida también ha clausurado, retirando la cesión de uso concedida por Carmena, a otros espacios autogestionados que no eran okupas como La Gasolinera — un espacio vecinal en el distrito de Salamanca— o el Espacio Sociocultural La Salamandra, en Moratalaz. El Solar Polivalente Autogestionado Maravillas, un auténtico pulmón verde en Malasaña que proyectaba cine en verano y cosechaba sus propias verduras, también tiene los días contados. Ya pasó el día fijado en su orden de desalojo y, sin duda, correrá la misma suerte que La Ingobernable más temprano que tarde pese a la lucha de quienes lo transitan. También son unos "jetas", según el alcalde.
Nace la REMA
Ante la "campaña mediática para desprestigiar" y el "acoso de las instituciones" a estos proyectos comunitarios y autónomos, algunos de los centros sociales que se mantienen activos dieron la voz de alarma y, recientemente, presentaron la Red de Espacios de Madrid Autogestionados (REMA). "Debemos defender con determinación no solo la continuidad de estos espacios, sino su reconocimiento como sujetos políticos de nuestra ciudad y su legitimidad basada en el trabajo colectivo para el beneficio común", clama su manifiesto, presentado a finales de enero en el Solar Maravillas.
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La REMA, a falta de avanzar en más coordinación y sumar nuevos miembros, se compone de 22 espacios autogestionados que siguen albergando actividades socioculturales y, sobre todo, contestatarias, rebeldes y desobedientes con el modelo urbano que en Madrid impone desde hace décadas el ala más neoliberal del PP. Burbujas de contracultura donde, además, se puede aprender desde inglés a árabe, desde teatro a taichí, informática, horticultura y sentirse respaldado por una red de apoyo mutuo ante situaciones de crisis como desahucios.
Entre los nodos de esta red se encuentran el Espacio Vecinal Autogestionado La Flor, el CSO Atalaya, el CSA La Piluka, la Casa de Cultura y participación ciudadana de Chamberí, el colectivo La Ingobernable, La Enredadera de Tetuán, La CABA, Centro Social Seco, Espacio Sociocultural La Salamandra, el EVA (Espacio Vecinal de Arganzuela), La Yaya CSO, CS 3 peces 3, el CSO La Traba, Esta Es Una Plaza, A.C. El Krisol, el CCIC La Tortuga, el CSA La Tabacalera, el SPA Maravillas, La Villana de Vallekas, Escuela Popular Prosperidad, y la Eskalera Karakola.
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No están todos los que son, pero algunos de los que están y otros de los que faltan ya han demostrado que un desalojo no es suficiente para acabar con un movimiento. Espacios como La Traba, la Yaya o La Gatonera siguieron vivos tras sus cierres y resurgieron en otros edificios vacíos, que nunca faltan en Madrid. Otros, como el EKO, en Carabanchel, han logrado ser autosuficientes energéticamente, con la instalación de placas solares en sus azoteas y resistir la entrada de policías municipales en 2016. Entre los espacios más activos actualmente destacan varios en distintos barrios de Madrid.
La Traba, resurgir tras el derribo
El Centro Social Okupado La Traba es uno de los veteranos. Nació en Legazpi en 2007 y cientos de personas obligaron a suspender su desalojo en 2014 aunque, un mes después, la empresa propietaria del inmueble, AG Construcciones, lo demolió. Aquel desalojo y la llegada de Ahora Madrid a la alcaldía fueron determinantes para que vecinos y activistas crearan el Espacio Vecinal Arganzuela y pidieran a la Junta de Distrito un espacio en el abandonado Mercado de Frutas y Verduras. El 2015, el espacio decidió volver a okupar y "recuperó" los abandonados cines Candilejas, en Delicias, un espacio demasiado pequeño para mantener la joya de sus actividades, la pista para acrobacias en bicis BMX.
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La Gatonera: un desalojo, otra okupación
En Carabanchel, en 2008 echó a andar el Centro Social Okupado Autogestionado La Gatonera, que resistió también hasta 2014, cuando fue desalojado por la Policía sin previo aviso. El espacio había acogido diversos talleres, contaba con una biblioteca anarquista para el barrio y celebró jornadas antirrepresivas y contra los Centros de Internamiento de Extranjeros y el estado de las cárceles del país. Pese al desalojo, el colectivo sólo se desplazó algunas calles y actualmente okupa otro edificio cerca de la estación de Metro Oporto.
El Eko, soberanía energética
En la calle Ánade de Carabanchel hubo una vez un gran economato. Estuvo 14 años vacío hasta que la Asamblea Popular de Carabanchel, en pleno auge del movimiento 15-M, decidió "recupéralo" y bautizarlo como Espacio Sociocultural Liberado Autogestionado EKO. Desde 2011, en las seis plantas de este edificio, los vecinos del barrio pueden participar en todo tipo de talleres, formar parte del grupo de consumo de alimentos, beneficiarse de una despensa solidaria, intercambiar objetos que no usas por otros que necesitas o acudir a asesorarse sobre asuntos relacionados con la vivienda. Sin embargo, uno de los grandes hitos que mostraron el apoyo popular a este proyecto fue la recogida de fondos para acabar con su precario suministro eléctrico. Recaudaron más de 15.000 euros para instalar placas solares y baterías que les garantizan su autonomía energética con un consumo de 6000W.
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La Quimera, resistencia en el Lavapiés gentrificado
Aunque ya queda poco del Lavapiés que alumbró el centro social El Laboratorio, en 1997, su espíritu de resistencia ante la imperante gentrificación del barrio se mantiene en la Plaza de Nelson Mandela, donde se ubica en un bloque de viviendas abandonado el Centro Social Reokupado La Quimera. El laboratorio pasó por tres sedes diferentes siempre en el barrio hasta 2003, cuando fue desalojado de su último espacio. En 2013, vecinos de Lavapiés decidieron reokupar la segunda sede del El Laboratorio, que permaneció vacía desde su desalojo en 2001. Desde entonces ha sido punto de encuentro del antirracismo, organizando charlas, talleres encuentros y proyección de películas y documentales. Cercano a la comunidad senegalesa del barrio, el centro se significó con contundencia tras la muerte del mantero Mame Mbaye.
La 'Vallekas' autónoma
En el distrito de Vallecas también han proliferado los espacios comunitarios autogestionados desde hace décadas, como el Seco, con más de 20 años de vida. Sus formas son diversas, desde ateneos populares a centros sociales no okupados, lo que aleja el peligro de desalojo, como La Villana, que desde 2013 sirve de sede a la PAH del Vallecas, al movimiento por la sanidad universal y una amplia lista de talleres; o La Brecha, que acoge todo tipo de actividades o el Centro Social Seco, con una larga trayectoria. Entre los okupados se encuentran el Ateneo Libertario de Vallekas, la Atalaya (en un antiguo instituto) o el Parque Vecinal El Sputnik, un solar-vertedero propiedad de una constructora que ahora es un centro social sin muros ni puertas.
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La Enredadera, plantando cara a los neonazis en Tetuan
Otro de los centros okupas más veteranos es La Enredadera, en el distrito de Tetuán. Allí, unos vecinos decidieron en 2009 recuperar un edificio abandonado para que la lluvia o el mal tiempo no impidiesen celebrar sus mercadillos, trueques y encuentros en la calle. La Enredadera pasó en 2014 por momentos complicados. No sólo por la llegada al barrio del colectivo neonazi Hogar Social, que también ocupó un inmueble. Sobre la Enredadera planeaba el desalojo después de que se cerrara el edificio de Hogar Social, pero lograron mantener su proyecto vivo. Y así sigue.