Grupos semisecretos en redes sociales hacen apología de la anorexia y la bulimia
'Público' ha estado durante semanas haciendo seguimiento de más de 15 espacios en los que se dan consejos para no comer o vomitar y en los que incluso se cuelgan imágenes de autolesiones. Facebook ha eliminado más de una decena de grupos después de que este medio informara de su actividad. Buscar ayuda de profesionales y denunciar la existencia de estos grupos es esencial.
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madrid, Actualizado:
Hay multitud de grupos de Facebook, WhatsApp y Telegram en los que personas con anorexia y bulimia hacen apología de sus propias enfermedades: comparten ayunos o formas de evitar la comida, consejos para vomitar, trucos para para que su entorno no se entere de la enfermedad, fotografías de autolesiones, pastillas que quitan el apetitito o laxantes. Estos grupos funcionan como las antiguas páginas pro ana y pro mia —que promueven la anorexia y la bulimia, respectivamente—, de las que aún queda alguna en la red pero que han ido cerrándose en los últimos años. Sirven para crear "comunidad" entre las personas que tienen trastornos de la conducta alimentaria (TCA) y las propias enfermas se motivan entre ellas a seguir siéndolo o incluso a otras que no lo son —a las que llaman wannabe— a empezar a serlo.
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Público ha estado durante las últimas dos semanas haciendo seguimiento en más de 15 grupos de este tipo. Nada más entrar en el primero se pudo comprobar que las 30 integrantes habían acordado hacer una dieta: el primer y el segundo día solo se podían consumir 800 calorías, pero iban reduciendo el número hasta llegar al último: solo podían consumir 100. La cantidad de calorías recomendada por la Organización Mundial de la Salud (OMS) es un promedio de 2.000/2.500 calorías al día para hombres y entre 1.500 y 2.000 para las mujeres.
Los grupos son muy activos. Durante todo el día se preguntan unas a otras si han comido, vomitado o cuánto tiempo de ejercicio han hecho. "¿Alguien me podría dar tips [recomendaciones] para devolver?", pregunta una chica. En seguida le contestaron unas diez personas dándole ideas. "No pasa nada si vomitas un poco de sangre, eso es que lo estás haciendo bien", llega a decir una de ellas. El grupo de esta conversación es uno de los más estrictos. Cada semana las integrantes tiene que mandar las calorías consumidas, fotografía de una báscula con su peso y otra de su cuerpo. "Estoy tratando de no matarme, contar calorías no está en mis planes hoy", dice una de las chicas a la que le tocaba rendir cuentas. Nadie le contesta ni le pregunta cómo está.
Los casos de los TCA se han incrementado y agravado durante la pandemia
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Esta infiltración en los grupos se ha realizado en un contexto en el que está habiendo un incremento de los TCA, como explica Irene de la Vega, psicóloga clínica y de la Asociación Nacional de Psicólogos Clínicos y Residentes (ANPIR). Ella trabaja en una unidad especializada de tercer nivel, es decir, de casos graves, e incluso ahí están teniendo más demanda como consecuencia del confinamiento y de la pandemia. Hay varios datos que muestran el incremento aunque ninguno oficial del Ministerio de Sanidad. Por ejemplo, según los datos del hospital de día de Salud Mental de Nafarroa recogidos en Naiz los nuevos TCA en la población joven crecieron un 180% de 2019 a 2021. En el Hospital Niño Jesús de Madrid al menos un 35%, según recoge Con Salud. Mientras que Alba Castillo, trabajadora social de Asociación Para La Defensa De La Atención A La Anorexia Nerviosa (ADANER) de Málaga, explica a este medio que, más allá del incremento, los TCA se han agravado en sus usuarios.
Estos trastornos, como otras enfermedades de salud mental, son "multicausales" y tienen que ver con factores biológicos, psicológicos y sociales. "El entorno social y la presión sobre la delgadez es importante, pero detrás de los TCA más graves se suelen encontrar también historias de trauma como haber sufrido bullying", reflexiona De la Vega.
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En el contexto de la pandemia, el confinamiento y el aislamiento han podido ser factores precipitantes, así como el "estrés" que manifiestan muchas de las pacientes por tener limitados sus movimientos y pensar que por ello iban a engordar. También influye la híperexposición a determinada información por el mayor uso de internet. "Hubo mucha cultura de la dieta y del ejercicio así como presión por redes como Instagram con muchos mensajes de que no había que engordar", expone a Público. Recientemente, una filtración desvelaba que Facebook reconocía que Instagram es "tóxico" para los adolescentes.
"Si no llego a ese cuerpo, no pararé de hacerme daño"
Es sorprendentemente sencillo llegar a los grupos privados de WhatsApp y Telegram y todo empieza en Facebook, Instagram y vídeos de Youtube. Si se busca con algunas palabras claves bajo las que se esconden las personas que hacen apología de la anorexia y la pandemia se encuentran muy rápido a través de grupos, post e incluso cuentas. En los comentarios de cada publicación siempre hay enlaces a los grupos privados. En solo media hora se puede acceder a más de 30. No se han reinventado los términos ni los vocablos son nuevos: son los mismos que utilizan desde hace años en páginas web y blogs.
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En solo media hora se puede acceder a 30 grupos en los que se fomenta la anorexia, bulimia y conductas de grave riesgo
En los grupos de las redes sociales hay más control que en lo que viene después ya se encuentran muchos comentarios de profesionales o de la sociedad que lanzan mensajes para ayudar a las personas que sufren estas enfermedades. Los grupos de WhatssAp y Telegram son otro mundo. Para empezar hay que entrar en lo que primero se llaman "grupos filtros" en los que hay que mandar tu "ficha de presentación". En algunos de ellos dan el visto bueno rápidamente y pasas a otro grupo. En otros piden fotografía y audio. También hay grupos generales pero en algunos solicitan tu peso y estatura y te mandan a uno u otro según tu Índice de Masa Corporal —aunque las medidas no tengan nada que ver con las generales y recomendadas—. En otros diferencian entre si se es anoréxica, bulímica, wanabee o si se sufre cualquier otro TCA.
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En tan solo 24 horas estando en dos grupos la galería de imágenes se llena de mujeres anoréxicas que físicamente se notan que tienen problemas de salud. No es una delgadez sana. La aspiración es llegar a más y se idolatran esos cuerpos enfermos. Es habitual que después de esas fotografías thinspo algunas manden otras imágenes de su cuerpo en el que se ven señas de autolesiones. "Hasta que no llegue a tener ese cuerpo no pararé de hacerme daño", dice una joven. Nadie está ahí para decirle lo peligroso que es lo que está haciendo.
Los grupos siempre tienen nombres comunes, están formados en su mayoría por mujeres y hay jóvenes hasta de 15 años
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Este es uno de los muchos ejemplos que hacen que leer cada día estos grupos sea muy doloroso e impactante. La gran mayoría son mujeres y hay de todas edades. A la semana de estar en otro de los grupos, una mujer de 50 años contó los problemas que tenía con su marido y para cuidar a sus hijos. Otro día se presentó una chica de 15 años. Alguien planteó que era demasiado pequeña. "Con esa edad nosotras también necesitábamos ayudas y teníamos los foros", zanja la administradora, que tituló el grupo bajo el nombre de una actividad social para que, de primeras, nadie se sorprenda si ve el grupo. La fotografía de grupo, por supuesto, nada tiene que ver con las imágenes que después mandan.
Además, siempre se relaciona la delgadez con la felicidad. Las fotografías de Instagram de una modelo que se comparten en muchos grupos siempre desencadenan mensajes como "si yo estuviera así de delgada, sí que sería feliz". Como explica Castillo, esto tiene que ver con todo lo que está influyendo las redes sociales en nuestra salud mental: "Vemos constantemente a chicos y a chicas con cuerpo 10 que tomamos como referencia, aunque muchas veces no sean verdad. La necesidad de retocarnos y usar filtros también influye porque venden cuerpos más perfectos y hay adolescentes que ansían llegar a ellos". De hecho, esto no se queda aquí porque hay cultura de la dieta y una apología de la vida sana que también influye en los TCA. "Llevados al extremo, puede desencadenar en graves problemas como los que vemos", lamenta.
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Ana, Mía y princesas: el objetivo de crear una comunidad
De la Vega explica que al menos un 20% de sus usuarias utilizan estos grupos en los que se "obtiene refuerzo, reconocimiento social o se niega el peligro". Una de las claves es que en el mundo real hay poco margen para no aceptar que la TCA es una enfermedad, pero en los grupos se promueve la idea de que es un estilo de vida y así se refuerzan unas a otras para seguir estando enfermas. De hecho, hay hasta jerarquía. Arriba están las anoréxicas y abajo las bulímicas. Comer se entiende como una seña de debilidad y por eso después se "purga", término que se usa para vomitar. Un kilo perdido es la máxima celebración.
Una chica animó al resto a volver a comer y la mitad del grupo se fue: "Aquí estamos personas con TCA y promovemos esta forma de vida"
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En los grupos insisten en que son espacios para gente con TCA. De hecho, uno de los días uno de los grupos casi se rompe. Una chica contaba que se ha comido un sándwich, que se siente bien y que va a empezar a comer. Anima al resto a hacerlo también. "Podemos adelgazar haciendo ejercicio y comiendo sano", insiste. Al menos la mitad de las integrantes abandonaron el grupo sin mediar palabra y una de las administradoras invitó a esta chica a salirse. "Hay muchos espacios para adelgazar y tener una vida saludable. Aquí estamos las que tenemos TCA y promovemos esta forma de vida", sentenció.
Esta idea de insistir en que es un estilo de vida es una forma de negar el peligro que, según De la Vega, muchas veces está relacionada con la "insatisfacción" y la necesidad de "buscar un cambio". "Es una creencia disfuncional de que no es un tipo de trastorno. Va mucho más allá de querer adelgazar porque paralelamente a esto hay un sufrimiento muy grande y muchos problemas de base. No solo les importa sus cuerpos, son personas muy sensibles y con muchos sufrimiento", argumenta. Una de las formas en las que se niega el peligro es evitando poner nombre a las enfermedades y hablando directamente de Ana (anorexia) y Mia (bulimia), una forma de personalizar las dos enfermedades. Hay incluso credos sobre ellas.
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De los blogs a los grupos privados y qué se hace contra ello
Todo esto tampoco es nuevo porque antes de la existencia de los grupos en redes sociales las páginas pro ana y pro mia inundaban internet. Gracias a la labor de muchas asociaciones se empezaron a cerrar y hoy en día se sigue trabajando en ello. En España el trabajo mejor desarrollado en este sentido ha estado en Catalunya. Laura Fernández, de la Associació contra l'anorèxia i la bulímia (ACAB), explica que, en la Mesa de diálogo de prevención de conducta alimentaria, su asociación lideró junto a la Agència Catalana de Consumo un trabajo de años para poder realizar una acción contra este tipo de contenidos. Se consiguió que se modificara un decreto y desde entonces se pueden sancionar estas páginas webs. Hay dos vías: un formulario abierto para que las personas denuncien y una búsqueda proactiva de los contenidos.
Fernández, además, explica a este medio que las denuncias las hacen a la empresa que sustenta el contenido y no a la personas, que son enfermas. "Se avisa a la empresa de que está sustentando un contenido que atenta contra el derecho de la salud de las personas. En el 90% de los casos las empresas retiran los contenidos", explica. Reconoce que a día de hoy siguen encontrándose páginas web aunque ahora gran parte del peligro ha pasado a los grupos de WhatssApp ya comentados y que no son "denunciables". Sin embargo, el logro conseguido con las páginas muestra que hay muchas cosas que aún se pueden hacer.
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Facebook elimina decenas de grupos por esta publicación
Público ha puesto en conocimiento de las empresas correspondientes la existencia de los grupos a los que ha identificado y hecho seguimiento para elaborar esta información. Tras el aviso de este medio, Facebook ha eliminado ya todos esos grupos y las páginas. Además, se ha puesto un mensaje de advertencia en esta red social cuando se realiza una búsqueda de determinados contenidos menos explícitos que anorexia y bulimia. "Nuestro objetivo es lograr el difícil equilibrio entre permitir que las personas compartan sus experiencias de salud mental, que pueden ser importantes para la recuperación, al mismo tiempo que protegemos a otros de estar expuestos a contenido potencialmente dañino. Consultamos regularmente con expertos para ayudarnos a informar nuestras políticas y cumplimiento, y trabajamos con organizaciones de todo el mundo para brindar asistencia a las personas que puedan necesitarla", asegura un portavoz de la empresa.
Facebook ha borrado todos los espacios identificados por 'Público' aunque abordar el problema en WhatsApp es mucho más complicado
La política de Facebook prohíbe el contenido que promueve los TCA y la empresa asegura que eliminan los grupos, tanto públicos como privados, que infringen sus políticas y que envían recursos a las personas que publican contenido que promueven los TCA cuando los identifican. En este caso, eliminaron todos los espacios de los que informó este medio en menos de 24 horas. Además, en 2019 se hicieron cambios para tener un mayor control y, desde entonces, afirman que se elimina más contenido. Según datos obtenidos, entre abril y junio se tomaron medidas sobre casi 16,8 millones de contenidos de suicidio, autolesiones y trastornos alimentarios en Facebook.
Aunque el problema en WhatsApp es más complicado porque, como explican, al ser un servicio de mensajería privada no tienen acceso a los mensajes y, por lo tanto, no se puede bloquear el contenido. La única opción que queda en este caso es que los usuarios bloqueen contactos o que se informe a la empresa si se cree que se está enviando contenido problemático. Público ha reportado todos los grupos a lo que ha hecho seguimiento para elaborar este información. Lo mismo ha hecho con Telegram, aunque no ha conseguido recibir respuesta de esta empresa sobre este problema.
Soledad, depresión y muerte
Todo el crecimiento de estos espacios tienen que ver con cierto aislamiento que está ligado a los TCA. Estos grupos se forman como vía de contacto social. En ellos hay gente de todo el mundo. "¿Eres española? Estoy muy sola. Me viene genial hablar con alguien de aquí. No tengo muchos amigos", escribía una persona. A los dos días es misma persona puso por el grupo: "No vuelvo a quedar con un chico. Me ha rechazado por fea y gorda. Me siento una mierda. Me quiero morir". Las otras chicas no le contestaron. Durante unos minutos nadie escribió en ese grupo, pero a la media hora alguien comenzó a preguntar ya por una dieta extrema. Entonces, volieron de nuevo los mensajes al grupo.
La soledad y el aislamiento son solo dos de las numerosas consecuencias de los TCA, pero hay muchas más. De la Vega cuenta que hay una tasa de muertes asociada a los TCA del 10%, es decir, que 10 de cada 100 personas con TCA fallecen a consecuencia de ello. Pero también los numerosos ingresos hospitalarios, la desnutrición, el trastorno depresivo y de personalidad o el estrés postraumático.
Hay salida: recursos y qué hacer
Pese a las graves consecuencias de los TCA, se estima que, con tratamiento, un tercio de las personas que lo sufren se recupera y vuelve a su vida normal, un tercio se recupera parcialmente y otro tercio mantiene el problema de forma perpetua. Es en realidad un porcentaje bueno que significa que un 60% se recupera bien aunque tengan recaídas.
De la Vega explica que hace falta un "cambio profundo a nivel social" porque de 9 de cada 10 personas que lo sufren son mujeres y esto tiene que hacer reflexionar a todo el mundo sobre las exigencias y los juicios de la sociedad sobre las mujeres. Pero más allá de esto, hay mucho que las Administraciones pueden hacer como campañas de prevención e invertir en sanidad pública. Si Atención Primaria es fuerte, puede detectar muchos casos antes de que los problemas se agraven, por ejemplo.
Fernández, sobre el qué hay que hacer, destaca que son necesarias campañas de navegación segura para los jóvenes. Más allá de seguir desarrollando formas para acabar con estos contenidos, es fundamental que se realicen campañas y formaciones con pautas seguras.
El médico de familia es una de las primeras personas a las que se puede recurrir si se sufre un TCA o se conoce a alguien que esté pasando por esto. Si se es la persona afectada, conviene hablar con esa persona desde la empatía y recurrir al centro de salud o a un profesional de salud mental. Conseguir ayuda es lo esencial, como reclama Castillo. "Buscar ayuda de profesionales es esencial. Que no dé vergüenza porque es un paso muy valiente. Si alguien es menor, que se lo comente a sus padres o a una amiga y esta amiga se lo cuente a los padres", incide.
También hay muchas asociaciones que ofrecen asesoramiento y a las que se puede acudir para buscar ayuda:
FEACAB – Federación Española de Asociaciones de Ayuda y Lucha contra la Anorexia y la Bulimia. El teléfono de información y ayuda es 976 389 575.