Las redes urbanas pierden cada año más de un billón de litros por fugas y averías
El porcentaje de recursos hídricos que se esfuma en las redes municipales de todo el país aumenta por la falta de mantenimiento e inversión mientras el recibo sigue encareciéndose tras la oleada de privatizaciones.
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ZARAGOZA,
Casi la cuarta parte del agua que entra en las redes urbanas de abastecimiento se pierde sin llegar a su destino. Ese volumen, que supera ligeramente el billón de litros al cabo del año, está cerca de igualar por sí solo al déficit teórico que acumulan los sectores productivos del arco mediterráneo y Andalucía, que se sitúa en 1,2 una vez aplicadas las medidas de ahorro que contemplan los planes hidrológicos de cuenca.
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Pese a lo elevado de los registros, el suministro urbano no es, ni de lejos el sector que más agua pierde por falta de eficiencia. Se queda lejos del regadío tanto en volumen, nueve veces mayor, como en porcentaje (37,5%), ya que a los campos llegan menos de 15 billones de litros (14,9, según el Ministerio de Agricultura) cuando de los embalses salen alrededor de 24, según un estudio editado por Cajamar Caja Rural.
Esos datos indican que en España, donde el consumo global de agua ronda los 17,5 billones de litros y donde la reducción de la disponibilidad de los recursos hídricos por el cambio climático comienza a ser evidente, se pierden por las redes de transporte y las cañerías más de diez que nunca llegan al grifo, al campo o a la toma de la fábrica.
“Es tremendo, Esos datos dicen que en lugar de ir hacia un camino sostenible vamos hacia uno insostenible. Al regadío ni siquiera se le exige controlar el consumo de agua con contadores. Necesitamos un cambio de paradigma”, señala Luis Babiano, gerente de Aeopas (asociación de Operadores Públicos de Abastecimiento y Saneamiento). “Hay que seguir aumentando la eficiencia en la red, porque se está perdiendo cerca del 40% de los recursos”, alerta Santiago Martín Barajas, de Ecologistas en Acción.
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Las ciudades pierden en fugas un litro de cada cuatro
Los datos del estudio sobre Suministro y Saneamiento del Agua que acaba de hacer público el INE (Instituto Nacional de Estadística) revelan cómo algo más del 25% de los recursos hídricos que entran en las redes de abastecimiento urbano (1.090 hectómetros cúbicos de 4.290) se pierde en fugas.
El grueso de ese volumen (701), por fugas y averías, mientras que otros 389 aparecen anotados como “pérdidas aparentes”, que incluyen tanto las mermas no controladas como las captaciones fraudulentas.
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El volumen de las pérdidas se ha reducido un 8,5% desde 2007, cuando alcanzaba los 1.191 hectómetros cúbicos. Sin embargo, el porcentaje que esas fugas y mermas supone sobre el total de los recursos que entran en la red ha aumentado un punto y medio al pasar, principalmente por el deterioro de los sistemas de distribución de ciudades y pueblos, del 23,9% al 25,4% en ese mismo periodo.
La evolución de las llamadas “pérdidas reales”, las directamente achacadas a las fugas y las averías de la red, pone sobre la mesa las consecuencias que el desgaste de las redes de distribución están provocando en todo el país, ya que, pese a su reducción como consecuencia del descenso del consumo, han pasado de ser el 14,2% del total (790,1 hectómetros) a alcanzar el 16,3%.
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Las pérdidas superan la tercera parte del volumen de agua que entra en la red urbana en tres comunidades (La Rioja, Cantabria y Extremadura) y se sitúan por encima del 25% en otras siete: Baleares, Asturias, Canarias, Andalucía, Castilla y León, Galicia y Castilla-La Mancha.
Elevadas ganancias y escasa inversión
Babiano llama la atención sobre el hecho de que la creciente privatización de los servicios municipales de suministro y depuración de agua en todo el país, que ha conllevado un encarecimiento generalizado de los recibos mientras el consumo descendía, ha generado a los ayuntamientos ingresos que, por lo general, no han sido reinvertidos en la mejora de las redes.
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“No hay inversión, pero como el agua sigue llegando a los grifos eso no se percibe como un problema”, señala, mientras advierte que “hay crisis en el sistema que empiezan a ser exponenciales. Tendríamos que empezar a prestar atención para ver en qué estamos fallando”.
De hecho, el 41% de los 224.000 kilómetros de tuberías que suman las redes de distribución urbana tienen ya más de treinta años, y parte de ellos cerca de cincuenta, mientras los trabajos de reposición ni siquiera alcanzan el 1% de esa malla al cabo del año, explica Babiano.
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Por el contrario, uno de cada cinco euros del recibo, que se ha encarecido un 22% en diez años, va directamente al capítulo de ganancias de las empresas que las gestionan, según un estudio de la Universidad de Alicante.
En este sentido, el Congreso aprobó hace unas semanas una resolución, propuesta por Unidos Podemos y transaccionada por el PSOE, que, entre otros aspectos, aboga por facilitar la remunicipalización de los servicios municipales de suministro de agua, por asegurar la cobertura de su coste y las inversiones necesarias para mantener las redes y, también, por destinar los cánones que cobran las empresas que gestionan esos sistemas “a la renovación de las infraestructuras de abastecimiento y saneamiento o a su gestión y explotación”.
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Los trasvases inviables y la ineficiencia de la red de distribución
La estadística sobre el suministro y el saneamiento del agua pone de manifiesto algunos datos llamativos, como el hecho de que las pérdidas de las redes urbanas superen holgadamente en Catalunya al déficit de recursos que recoge el Plan Hidrológico de las Cuencas Internas, con un balance de 152 hectómetros volatilizados frente a una necesidad de aportaciones externas de 104 para los próximos años.
El presidente del PP, Pablo Casado, anunció esta semana en Murcia que su grupo presentará en el Congreso una proposición de ley para crear “una política de acceso a los recursos hídricos a nivel nacional”; es decir, para tratar de garantizar la política de trasvases entre cuencas mediante un paquete de 300 actuaciones con inversiones por 20.000 millones de euros.
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“Ahora mismo eso sería imposible. Con la reducción de los caudales que está provocando el cambio climático y el aumento de la demanda en las cuencas que tradicionalmente se señalan como cedentes, caso del Ebro, es completamente inviable”, señala Martín Barajas. De hecho, el Plan Hidrológico estima en 875 hectómetros cúbicos anuales el déficit de esa cuenca solo en la agricultura y la ganadería. “¿Cuántos trasvases impulsó el Gobierno de Rajoy en seis años y medio? Ninguno. Porque saben que es inviable”, añadió.
En este sentido, señaló a las mejoras en la red de transporte y de distribución de agua como la principal fuente para aumentar la disponibilidad de los recursos hídricos. “Las demandas quedarían cubiertas de sobra actuando sobre la eficiencia”, apuntó.